La voz es el resultado de la cooperación subconsciente entre el diafragma, los pulmones, las cuerdas vocales, la glotis, la boca, la nariz y los oídos. Un problema en cualquiera de estas áreas puede ocasionar problemas vocales, como la fatiga vocal. Este esfuerzo producido por hablar, cantar o gritar con frecuencia puede generar una variedad de síntomas, incluyendo dolor de garganta, ronquera o pérdida temporal de la voz.

La voz nos sirve de vehículo para expresar nuestras emociones, opiniones o juicios de valor. Mantenerla sana y natural es tan importante como necesario. Para ello, hay que tomar conciencia de la manera en que nos comunicamos y de las tensiones que afectan a determinados grupos musculares. Estas tensiones derivan, en gran medida, de nuestro ritmo acelerado de vida que influye en el estado psíquico y emocional.
Existen factores que favorecen la aparición de disfonías y, entre ellos, se encuentran los procesos congestivos o infecciosos, el mal uso reiterado de la voz, la obligación socioprofesional de hablar o cantar, el tabaco, el alcohol, ruido, ambientes con polvo y los alimentos y bebidas muy frías.

Para mantener la voz sana es necesario:

- Reposar la voz periódicamente: no hablar mucho, no gritar, no hablar deprisa, ni demasiado alto ni demasiado bajo.

- Procurar una adecuada ventilación en ambientes que contengan partículas en suspensión o gases disueltos.

- Vigilar los acondicionadores de aire. Las temperaturas extremas irritan las vías respiratorias.

- Disminuir y controlar el ruido ambiental.

- Beber al menos dos litros de agua al día para mejorar el estado de hidratación de las cuerdas vocales y vías respiratorias.

- Evitar el consumo de bebidas alcohólicas y con cafeína que producen deshidratación.

- Evitar el consumo de tabaco, ya que irrita las vías respiratorias y es un factor de riesgo en patologías como el cáncer de laringe.

- Proteger la garganta del frío.

- Evitar hablar en voz alta si se sostiene peso, porque se fuerza la salida del aire de las vías respiratorias.

- No hablar cuando la garganta se reseca o si aparece ronquera. No carraspear.

- Consultar con el especialista en caso de ser necesario.