Una obra de bronce incrustada en la calle que celebraba la convivencia en armonía de las comunidades árabe y judía en la ciudad fue robada desde la esquina de Dorrego y San Luis.

El titular del área municipal de Diseño e Imagen Urbano, Dante Taparelli, afirmó en diálogo con el programa La primera de la tarde (Radio 2) que le obra denominada “Un lugar en el mundo” consiste en una fusión de palabras del alfabeto árabe y judío, que hablan de la palabra hogar.

“Sacaron una parte y con el tiempo sacaron la otra”, detalló. La obra fue confeccionada en bronce por lo que en principio lo sustraído podría ser fundido y vendido.

Además de lamentar el hecho, Taparelli se mostró muy molesto por la seguidilla de hechos de vandalismo y falta de cuidado del patrimonio cultural local y pidió a los rosarinos involucrarse y cuidar lo suyo.

Taparelli aseguró que “la manera de frenar los robos, es frenar la compra” de los materiales sustraídos y comparó la situación con los desarmaderos de autos.

“Rosario tiene una larga de historia de robos de tesoros”, contó el, además de funcionario, destacado artista de la ciudad. Propuso iluminar mejor las obras y reclamó “más atención” a los rosarinos ante hechos vandálicos ya que “todos tenemos una responsabilidad civil”.

“¿Para quién gasta dinero la Secretaría de Cultura cuando hace estas obras? Para la gente y si la gente no lo cuida, la gente es la responsable también”, interpretó el director de Diseño e Imagen Urbano. “Si escuchan un ruido, no se escondan, salgan a la calle”, reclamó.

Taparelli adelantó que no espera que la obra se recupera y piensan en rehacerla. “No, no va a parecer”, respondió ante la consulta del periodista Sergio Roulier y agregó: “La vamos a volver a hacer”.

“Un lugar en el mundo”

La obra, impulsada por la dirección de Diseño e Imagen Urbano y la oficina de Derechos Humanos –ambas dependientes de la secretaría de Cultura y Educación– fue desarrollada a través del concurso denominado “Un lugar en el mundo”.

El diseño de la instalación pertenece al artista local León Carpman, y reúne en un mismo conjunto las letras “bet” (segunda del alfabeto hebreo) y “ba” (segunda del alfabeto árabe), iniciales que, en los dos idiomas, dan origen a la palabra “hogar”. Así la unión de ambas grafías señala e identifica simbólicamente a este sitio como el origen común del hábitat de ambas comunidades en Rosario.

Realizada en bronce e incrustada en la intersección de San Luis y Dorrego, este sello busca constituirse en un recordatorio permanente del singular espíritu de convivencia de árabes y judíos, que ha prevalecido a lo largo de más de un siglo, en un homenaje que naturalmente se hace extensivo a la tradición multicultural de Rosario.

Porqué en San Luis y Dorrego

Alrededor de la intersección de las calles San Luis y Dorrego se originó una de las historias de convivencia más emblemáticas que haya conocido la ciudad: hacia comienzos del siglo XX allí se asentaron y construyeron sus moradas sirios, libaneses y judíos oriundos de los países árabes y de Europa oriental. En árabe y en hebreo hicieron sus plegarias; el español mal hablado fue la lengua franca en la que fueron, con el paso lento o vertiginoso de los años, celebrando su nuevo hogar en América.

En torno a esa esquina surgieron escuelas, templos, iglesias, sinagogas, comercios de ventas de alimentos al menudeo o de telas y baratijas, en una suerte de “Babel” que aún conserva discretamente su esplendor en el nombre de algunas tiendas o en el recuerdo de los más ancianos.

"Más allá de los conflictos armados que llenaron de tristeza sus patrias de origen, más allá de enemistades dirimidas en los campos de batalla, árabes y judíos supieron poner primero, aquí y por encima de todo, el maravilloso valor de la convivencia, su memoria de haber sido extranjeros en esta tierra y su hermandad fortalecida en barcos, veredas y patios", rezaba la gacetilla de inauguración del homenaje, hoy ausente en la esquina por un robo.