Apenas 64 días restan para las elecciones legislativas. Es el tiempo que tendrán las fuerzas opositoras para componerse y enfrentar al oficialismo que salió fortalecido tras las PASO del domingo último. El investigador del Conicet Alejandro Grimson analizó las estrategias de los competidores de cara a las generales del 22 de octubre.

“El 13 de agosto hubo un logro bastante fuerte del oficialismo nacional que expresó un frente unido en todas las provincias. Eso es algo que no logró ninguna otra fuerza”, remarcó de entrada Grimson en diálogo con el programa A la Vuelta (Radio 2) y fundamentó: “Tuvo éxito su estrategia de polarización. Frente a distintas fuerzas que se oponen al rumbo económico actual, el oficialismo eligió no poner eso como eje de discusión. Prefirió poner el foco en el «anticristinismo», el «antikirchnerismo» y la grieta, y le resultó. Si miramos a nivel nacional –dice– vemos que todas las fuerzas que no son el oficialismo nacional ni el kirchnerismo, resultaron ser las más golpeadas tras la contienda del domingo: el Frente Progresista en la provincia de Santa Fe, Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires, Martín Lousteau en Capital Federal”.

A pesar de la polémica en torno al conteo de los votos que se vio extrañamente ralentizado el domingo por la noche y permitió al Gobierno nacional festejar un supuesto triunfo de esteban Bullrich en provincia de Buenos Aires con una "importante" ventaja sobre Cristina Kirchner, lo cierto es que Cambiemos tuvo un muy buen desempeño en las PASO y según la mirada de Grimson, “ése un dato que no puede obviar la oposición”.

Hoy, la posibilidad es que se amplíe más la diferencia en favor de Cambiemos.

“El Gobierno nacional salió fortalecido. Lanzó su campaña electoral el mismo domingo y sería un error que la oposición tan dispersa y tan diversa en distintas zonas del país, crea que esos serán sus votos para octubre. Hoy, la posibilidad es que se amplíe más la diferencia en favor de Cambiemos”, sostuvo, y citó el crecimiento experimentado por Mauricio Macri y Cambiemos, dos años atrás. “En 2015, Macri sacó el 24% en las PASO, luego el 30% en la general de Cambiemos, 34% en las generales de octubre y finalmente el 51% en el balotaje”.

Pero si se habla de números, las encuestas previas a las Primarias daban una importante diferencia para Cristina, lo cual, contrastado con la realidad, volvió a plantear interrogantes en torno a la real validez de los sondeos. “Podemos criticar las encuestas. Yo creo que hay errores de algunos de encuestadores, pero no de todos. En provincia de Buenos Aires si preguntás quién vota a Esteban Bullrich, te encontrás con que es mucha menos la gente que lo vota, en relación con la que dice votar a Cambiemos. Primero porque Bullrich no es tan conocido como Macri o (María Eugenia) Vidal y segundo, porque no es un candidato que genere empatía. La encuesta –sostiene Grimson– tiene que captar la manera en que razona el encuestado. El otro tema con las encuestas es cuando hay voto vergonzante. Ésa es una pregunta que siempre uno se tiene que hacer. En la historia hubo momentos en los que la gente no admitía que votaba a determinados candidatos, pero en la práctica iba y los votaba. Si hay voto vergonzante, la encuesta no lo detecta”, explicó.

En la historia hubo momentos en los que la gente no admitía que votaba a determinados candidatos, pero en la práctica iba y los votaba.

Octubre y después

Para Grimson, “la construcción de la interpretación que hizo el Gobierno nacional sobre la elección del domingo, es una gran operación de marketing político que le está saliendo bien, y seguirá así sobre todo si el Kirchnerismo se concentra exclusivamente en discutir y en denunciar la operación del conteo de los votos del domingo. La pregunta crucial para el Kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires es si tiene ganas de salir a pelear los votos de aquellos que no los votaron en las PASO”, planteó en comparación con la actitud del oficialismo ya proyectado hacia octubre.

“Cambiemos ya lanzó su campaña y el resto todavía no. En Buenos Aires ya salieron a buscar los votos anticristinistas de Massa y de otros candidatos para ampliar su diferencia en distintos lugares. También el Cristinismo tiene que salir a hablar con quienes no está hablando y dar explicaciones. Hay un escenario de mediano plazo en el que se visualiza una oposición con una gran dificultad de pensar un proyecto de unidad porque hay intereses partidarios, visiones políticas y sentimientos sobre cuestiones de liderazgo (un gran amor a Cristina desde un sector y un gran rencor hacia Cristina desde otro sector) que tornan muy difícil la construcción de cualquier unidad. Esa situación abre una gran pregunta sobre la posibilidad de que se esté abriendo un ciclo político de Cambiemos mucho más largo de lo que muchos creían”, evaluó el investigador.

En relación con el descontento de muchos sectores sociales castigados por ajustes, tarifazos, despidos, recortes e inflación, Grimson señaló que ese factor puede actuar como común denominador por la negativa, pero advirtió que “la sociedad argentina quiere que le digan cuál es el camino realmente viable, cuál es el camino propositivo y cuál es el proyecto que enamora para votar unificadamente por la positiva”.

“La gente –destacó–necesita convencerse de que hay un futuro posible por otro camino; que cambiar de rumbo vale la pena, no sólo para que no haya efecto negativo, sino por todo lo positivo que se podría lograr. Si la sociedad no lo encuentra creíble, es muy difícil que se torne un proyecto poderoso con capacidad de interpelar a las grandes mayorías”.

 La sociedad quiere que le digan cuál es el proyecto que enamora para votar unificadamente por la positiva.

Si bien para 2019 falta mucho todavía y además de comicios y campañas está de por medio la gestión de gobierno –que, a la luz de los hechos, no viene favoreciendo a los trabajadores ni a las pequeñas y medianas empresas–, es sabido que las elecciones de medio término son para el Gobierno un termómetro de cómo recibe la población las políticas que aplica.

“Hoy está claro que el oficialismo llega al '19 y con la pole position. Hay un aparato político que es la conjunción de la política y el marketing del PRO con la maquinaria de un sector grande del radicalismo, dominante hacia el interior del partido. Esa conjunción está poniendo al Peronismo contra las cuerdas porque no tiene una política unificada y no se ve que vaya camino a unificarla –según Grimson– en el corto plazo.