Abdullah Kurdi, el padre del niño ahogado cuya imagen se convirtió en símbolo de la tragedia de los refugiados sirios, dijo que ahora que perdió a su mujer y sus dos hijos ya no le interesan las propuestas de asilo de ningún país, incluso si se le ofreciera "el mundo entero".

"Si se me da ahora el mundo entero, ¿de qué me sirve?. Ya no tengo ni mujer ni hijos", manifestó en una entrevista publicada hoy en Francia por el diario Le Journal du Dimanche y realizada en la ciudad siria de Kobani, adonde regresó la semana pasada para enterrar a sus familiares.

Kurdi insistió en que el hecho de haber sido rechazado como refugiados de forma legal en Canadá fue lo que provocó que emprendieran ese viaje clandestino, pese a que el gobierno canadiense dijo la semana pasada que su petición estaba incompleta y no cumplía con los requerimientos mínimos.

La familia vivía en Damasco, pero el recrudecimiento del conflicto sirio les hizo partir primero a Alepo y posteriormente a Kobani y a Estambul, ciudad en la que contó que no les era posible vivir.

"A cualquier familia siria emigrada, a menos que haya miembros de la familia que trabajen, le es imposible sobrevivir", señaló Kurdi, que ratificó haber solicitado antes de la tragedia refugio en Canadá, donde vive una de sus hermanas, informó la agencia de noticias EFE.

Su hermana, aseguró, estaba dispuesta a hacerse cargo de toda la familia, por lo que el gobierno canadiense no hubiera tenido que afrontado ningún gasto, pero las autoridades canadienses "no aceptaron".

Su esposa y sus dos hijos, de tres y cinco años, murieron en la noche del martes a causa del naufragio de la barca en que viajaban intentando alcanzar una isla griega desde Turquía.

La familia, según su relato, había pagado 4 mil euros a traficantes para que organizaran la travesía a Kos, en la que embarcaron en un bote con otras nueve personas desde la zona del balneario turco de Bodrum.