¿Señorita, señorita, le puede dar esto al presidente Macri?”. Del otro lado de la valla que separaba al público de los trabajadores de prensa, un hombre empapado de pies a cabeza agitaba una bolsa de plástico con un moño rojo. Era un regalo y una notita para Mauricio Macri que, al final, nunca llegó a destino. El temporal que se desató en la región cerca de las 17 obligó a trasladar la conmemoración de la batalla de San Lorenzo del mítico Campo de la Gloria a la escuela Santa Rosa, e impidió al Jefe de Estado llegar al acto.

Las familias que habían ido temprano a conseguir lugar cerca de los granaderos, corrían con las ojotas en la mano, las reposeras y las heladeritas, a buscar refugio. Otros, más emperifollados, maldecían bajo la lluvia tanto esfuerzo de producción para terminar pasados por agua. “La elegancia se me fue a la mierda”, se quejó una mujer con los tacos apretados bajo una axila. Impávido, pero también mojado de pies a cabeza, se vio pasar a Alberto Perassi, el papá de Paula, que ocupó uno de los primeros lugares detrás del vallado. El chaleco antibalas, más negro por el agua. 

No hubo paracaidistas ni la tradicional carga de Caballería, pero sí se escuchó el himno y la marcha entonados con mucha emoción. El diputado nacional Hermes Binner siguió incluso el ritmo del “Febo asoma” con el cuerpo. Tampoco faltó el “¡Cabral, presente!” ni el “¡Viva la Patria!” gritado con la panza apretada, bien fuerte. Faltó Macri.

Bien fuerte:
Bien fuerte: “Honor, honor al gran Cabral”. (Foto: Alan Monzón / Rosario3com)

Para las 18.20 los rumores de su ausencia se repetían entre los colegas que al principio no lo podían creer. “¿Pero cómo? Si estaba confirmado que llegó al aeropuerto”, se preguntó uno, con las manos en jarrita, fastidiado a su vez por las banderas de los granaderos que lo tapaban y le arruinaban la composición de la foto.

Media hora después, ya iniciada la ceremonia, Lifschitz avisaba que, efectivamente, el presidente no iba a ser de la partida.

La reacción fue inmediata. Primero se escuchó un desgarrador “¡No!” y después, con cierta melodía pegadiza, “Macri se cagó, Macri se cagó”.

Hasta entonces ninguna bandera coloreaba el auditorio pero de pronto aquí y allá emergieron carteles contra el presidente; algunos con todas las letras, “Macri = hambre”, otros más sutiles, con los colores de los pueblos originarios en clara referencia a la detención de Milagro Sala.

Hasta entonces ninguna bandera coloreaba el auditorio pero de pronto aquí y allá emergieron carteles contra el presidente. (Foto: Alan Monzón / Rosario3.com)

Arriba del escenario, el gobernador y el intendente Leonardo Raimundo se turnaron para hablar y apelar a la figura de San Martín, el nombre verdaderamente convocante de la jornada. Los acompañaron funcionarios y legisladores; entre ellos la ministra Chiqui González y los diputados provincial Antonio Bonfatti y nacionales Binner y Juan Carlos Zabalza. No hubo ningún representante del gobierno nacional aunque eso no le impidió a Lifschitz hacer sus planteos a la Casa Rosada cuando le tocó agarrar el micrófono.

Abajo del escenario, un hombre empapado de pies a cabeza se quedó con las ganas de darle un regalo al presidente y de pedirle, vaya uno a saber qué.