Los cambios en el sueño relacionados con la edad son característicos en los adultos mayores, ya que se reduce la duración del sueño profundo y disminuye la eficiencia del sueño. Esta última se define como el tiempo real de sueño en relación con el tiempo total que transcurre desde que la persona se acuesta hasta que se levanta.

Además, suele aumentar la frecuencia de despertares nocturnos y la latencia de sueño es mayor, es decir, se tarda más en quedarse dormido y suelen sufrir insomnio. De hecho, esta es la manifestación de sueño más frecuente en la población mayor de 65 años.

No se debe confundir el insomnio con la fragmentación del sueño fisiológica que se produce con la edad. Una manera fácil de diferenciarlo es que la fragmentación del sueño nocturna fisiólógica permite la rápida conciliación del sueño, mientras que en el insomnio. Aunque una fragmentación excesiva del sueño o la sensación de sueño no reparador también serían motivo de consulta con un especialista.

El insomnio en la tercera edad puede ser producido por muchas causas que podrían modificarse para conseguir un mejor descanso.

Enfermedades: Al hacerse mayor se tiene más probabilidades de padecer enfermedades crónicas que pueden interferir con el sueño. Asma y otras enfermedades respiratorias, cardíacas, articulares y el dolor son causas frecuentes de trastornos del sueño.

Medicación: Al padecer enfermedades crónicas se administra medicación que puede alterar el sueño. Si se toma medicación por algún problema de salud, se debería discutir con el médico la posibilidad que dichos medicamentos tengas efectos secundarios. Incluso un cambio ligero en la hora de administración o en la dosis, pueden afectar al sueño y sentir una desmejora de salud durante el día.
El abuso de la medicación en la población adulta para mejorar el sueño, es un problema importante. Estudios demuestran algunos medicamentos utilizados frecuentemente para controlar el sueño pero que no funcionan bien para la edad adulta e incluso pueden empeorar los problemas del sueño.

Alcohol: Puede facilitar la conciliación del sueño pero al cabo de unas horas también facilita los despertares durante el sueño.

Depresión: La dificultad para dormir, la fragmentación del sueño y el despertar precoz por la mañana pueden ser síntomas de depresión, que es frecuente en la edad adulta.
En algunas personas la depresión se instala de forma progresiva y la adaptan a un estilo de vida. La mala calidad de sueño puede hacer que la gente evolucione a un estado de desorden en la alimentación, comer irregularmente o perder el interés por las actividades de la vida cotidiana.

Pérdida de la pareja: La pérdida de la pareja puede desencadenar en insomnio y depresión. Estudios demuestran que tres cuartas partes de los viudos presentan problemas de sueño un mes después de la muerte de su esposo/a, y un año después persisten los problemas de sueño en el 50 %.

Otros: Problemas para dormir puede ser a veces por problemas fáciles de corregir, tales como: cafeína, comidas pesadas, ejercicio a última hora de la tarde. Los problemas de sueño pueden ser el resultado de un ingreso hospitalario, operación o viaje. O bien pueden aparecer por preocupaciones o stress.