Tres periodistas que trabajaban en un documental acerca de la implicación del gobierno norteamericano en el derribo de las torres gemelas fallecieron en los últimos días, con diferencia de horas entre sus muertes.

El primero de ellos, Bob Simon, de 73 años, falleció el pasado 11 de febrero en un accidente de tráfico cuando viajaba en un taxi en Manhattan. El periodista, con más de 50 años en la profesión, era reconocido por ser corresponsal del programa “60 minutos” y por cubrir grandes conflictos en el extranjero, incluyendo la Guerra de Vietnam y los conflictos con Irak, donde llegó a ser tomado como rehén por más de un mes hace 20 años.

Solo un día después, el 12 de febrero, el ex reportero internacional de la NBC, Ned Colt, sufrió supuestamente un derrame cerebral masivo y murió en el momento. Tenía solo 58 años.

Ese mismo jueves fue encontrado muerto en su oficina del New York Times el afamado periodista y prestigioso columnista David Carr, también de 58 años, después de sufir, al parecer, un colapso mientras trabajaba.

Los tres profesionales se encontraban en pleno proceso de preparación de un documental que habría implicado al gobierno de Estados Unidos en los atentados que derribaron las torres gemelas del World Trade Center (WTC) el 11 de septiembre de 2001, en el que murieron alrededor de 3.000 personas, y cuya autoría fue achacada por el país norteamericano al terrorismo de Al Qaeda.

Se da el caso además que el cuarto colaborador de este proyecto era Brian Williams, que recientemente fue acusado por la NBC, donde conducía el informativo, de mentir con respecto a determinadas notas sobre Irak, por lo que, después de una gran polémica, se vio obligado a renunciar.

Según publica la web de noticias española cadizdirecto.com, los cuatro periodistas crearon una empresa independiente de noticias en video y presentaron los documentos de seguridad necesarios para acceder al archivo más secreto del Kremlin en relación con los atentados del 11S.

De acuerdo al texto de dicho medio, el mayor interesado en difundir la relación de los servicios de inteligencia estadounidenses en los atentados al WTC sería Vladimir Putin, como herramienta para iniciar una nueva suerte de “guerra fría” con intereses en el petróleo de Oriente Medio.