¿Cómo se enfrenta al miedo? ¿Cómo se rebela la mente al dolor del cuerpo torturado?¿Es posible dejar atrás el recuerdo del horror? Recorriendo las huellas que dejó su propia detención durante la última dictadura militar, Rafael Bielsa reconstruyó la historia de un mítico montonero, un relato particular de los días vertiginosos de Edgar Tulio Valenzuela. Este proceso le llevó 4 años y quedó plasmado en la primera novela del ex canciller titulada “Tucho: La Operación México o lo irrevocable de la pasión” (Edhasa, 2014), que fue presentada en el Salón Amarras de Terrazas del Paraná junto a la película de Leonardo Bechini “Operación México” a estrenarse en 2016.

“Es la condición humana llevada al extremo”, le dijo al periodista Roberto Caferra (Radiópolis, Radio 2) sobre este libro, en el que mira muy de cerca al militante de Montoneros que reveló en México DF una operación del Ejército para asesinar a la conducción guerrillera. En sus páginas, el relato se asienta en el momento en que el oficial se ocultaba en Mar del Plata con su mujer y compañera "María" (Raquel Negro), quien estaba embarazada de seis meses de mellizos –uno de ellos es Sabrina Gullino, la joven que actualmente busca a su hermano desaparecido– y el pequeño hijo de ella.

Tulio y Raquel fueron secuestrados en 1978 y encerrados en la Quinta de Funes, centro clandestino de detención a cargo del general Leopoldo Fortunato Galtieri. Mientras se jugaba el Mundial de Fútbol en el país, los militares buscaban darle el golpe final a Montoneros y para ello se sirvieron del lugar preponderante que Tucho ocupaba en las filas del movimiento. Fue así que debió simular colaboración para operar en México, donde se hallaba la conducción, en un procedimiento memorable.

A Bielsa, su propia detención en el centro clandestino La Calamita lo acercó a la trágica desaparición de Valenzuela, durante el tiempo en que se desarralló parte del juicio por crímenes de lesa humanidad conocido como la Quinta de Funes. “Era una historia conocida por mí, ya la había contado marginalmente Miguel Bonasso en “Recuerdo de la muerte”, siempre estuvo en mi cabeza de manera oral en los 80'. Después, la retomaron en “La Voluntad” Eduardo Anguita y Martín Caparrós. Fui testigo de mi propio secuestro y allí fue que tuve otra mirada. Había llegado el tiempo de la literatura”, señaló.

El abogado y también escritor rosarino pasó 4 años en proceso de elaboración, escritura y edición del libro. En este lapso cambió muchas veces de escenario, estuvo en Mar del Plata, Paso de los Libres, Río de Janeiro, La Habana y México. “Fue un libro difícil”, admitió, tras confesar que una vez finalizado el borrador se lo envió a la escritora Beatriz Sarlo para su consideración. La respuesta fue una sorpresa agridulce.

“La demolió ideológicamente, ética y estéticamente pero le prescribió éxito”, contó. Sin embargo, estas apreciaciones lo obligaron a tomar la pluma otra vez. “Reescribí totalmente el libro. Lo hice de nuevo”, reveló.

Traer a la actualidad esta historia, traducirla en palabras y moldearla para ser contada, fue un proceso en el que el autor también plasmó su propia experiencia como detenido desaparecido. Consultado sobre los “antídotos” que pudo haber empleado contra el dolor de aquellos días, analizó:

“Hay cosas que pasan para siempre, algo nuestro está ahi y estará hasta que nos muramos, es definitivo, no se olvida, te acompaña y te hace ser de una manera. El otro tema es que en los peores momentos, no de tortura física en donde no sé si hay pensamiento, sino cuando estás solo a mí lo que me servía era acordarme de frases de versos que sabía –García Lorca y Machado, sus preferidos–, los repetía como mantra. Después había otro tiempo, sólo de sótano y sombra sin lugar para la belleza de las palabras”.

Luego, recordó que en su tiempo de reclusión jamás tuvo miedo. “Yo puedo tener mucho miedo por mis hijos, terror, pero ese tipo de miedo no lo tuve entonces. Quizás te hace más vulnerable, cuando estás estropeado físicamente y lograste no decir ningún nombre, sentís que podés equivocarte y querés que se termine, que te den el golpe de gracia pero querés conservar la lucidez para no traicionarte, es díficil decirlo con palabras”, expresó.

Finalmente, añadió a su reflexión: “El miedo tiene que ver con querer conservar algo, incluso en la ruina. Me parece que no hay más miedo cuando ya no hay nada que conservar”.

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Rafael Bielsa (Radio 2)