Al menos nueve personas murieron este lunes en una ola de atentados que sacudió a Turquía de un extremo al otro, incluyendo un ataque suicida con coche bomba contra una comisaría en Estambul y un tiroteo contra la embajada de Estados Unidos en esa misma ciudad, la mayor del país.

La violenta jornada de atentados, reivindicados por diversos grupos armados, empezó después de la medianoche con un ataque suicida con coche bomba contra una comisaría en Sultanbeyli, un suburbio de Estambul, en el que murió el autor del ataque, según informó la oficina del gobernador de la ciudad.

Diez personas, entre ellas tres policías, resultaron heridas al explotar el coche bomba incrustado contra el cuartel, agregó la oficina del gobernador (alcalde), en un comunicado.

Varias horas más tarde, los agentes que vigilaban el lugar fueron atacados por un francotirador, y un artificiero de la policía turca murió a causa de los disparos, siempre según la misma fuente.

A continuación, las fuerzas de seguridad lanzaron un operativo, apoyado por helicópteros, para encontrar a los responsables, y los dos supuestos atacantes murieron, uno abatido y el otro al explotar en sus manos una bomba que quería arrojar contra la policía, informó la agencia de noticias EFE.

No está claro quién cometió ese atentado, aunque las autoridades han acusado al ilegal Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), mientras que la prensa no descarta que sea el grupo yihadista Estado Islámico, organizaciones contra las que Turquía ha lanzado una ofensiva recientemente, tras una serie de ataques.

El PKK suspendió a fines del mes pasado el alto el fuego unilateral que mantenía desde hace dos años, mientras que los yihadistas habían amenazado a Turquía con atentados por permitir recientemente a la coalición internacional contra el EI usar sus bases.

Este fin de semana han llegado a la base aérea de Incirlik, en la sureña provincia de Adana, seis cazas F-16 estadounidenses que se desplegarán contra el EI en la vecina Siria.

En el segundo atentado del día, dos mujeres, supuestamente militantes de un partido de izquierda radical, atentaron contra el consulado de Estados Unidos en Estambul.

Nadie resultó herido en el tiroteo, y una de las atacantes, una enfermera de 51 años de edad, fue apresada.

Se trata de una militantes del Partido-Frente Revolucionario de Liberación Popular (DHKP/C), identificada por la prensa como Hatice A., y que había sido puesta en libertad el mes pasado tras pasar tres años en prisión por ayudar a otros militantes a encontrar un piso franco.

La policía dijo que continuaba buscando a la segunda atacante del consulado.

El marxista-leninista DHKP/C ya atacó en febrero de 2013 la embajada de Estados Unidos, en un atentado suicida en el que murió un guardia de la legación.

Pocas horas más tarde, se produjeron en la provincia de Sirnak, en el sureste del país, dos nuevos ataques, supuestamente cometidos por el PKK, contra la Policía y el Ejército turcos.

Un supuesto comando del PKK disparó contra un helicóptero militar que transportaba a soldados que acababan de terminar su servicio militar. Uno de los jóvenes murió mientras que otro fue herido.

Mientras, en la ciudad de Silopi, también en Sirnak, una bomba activada por control remoto estalló al paso de un blindado y cuatro agentes murieron y otro resultó gravemente herido.

Los policías fueron atacados cuando su vehículo estaba por entrar en la ciudad, donde el pasado viernes murieron tres civiles y un policía en enfrentamientos entre supuestos simpatizantes de PKK y las fuerzas de seguridad.

Al final del día se produjo otro ataque simultáneo, supuestamente cometido por comandos del PKK, contra instalaciones de seguridad turcas en la ciudad de Lice, en la provincia de Diyarbakir, aunque sin causar muertos ni heridos.

Desde Nueva York, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, condenó la ola de atentados en Turquía y expresó su preocupación por la violencia en ese país.

Ban, a través de su portavoz, trasladó sus condolencias a las víctimas y al gobierno y al pueblo turco y confió en que los responsables sean llevados rápidamente ante la Justicia.

Según el portavoz, el jefe de las Naciones Unidas está "muy preocupado por la violencia" en Turquía.
Desde que el PKK suspendiera su alto el fuego, han muerto ya una treintena de agentes de seguridad, mientras que el Ejército turco ha bombardeado posiciones de la guerrilla kurda en el norte de Irak.

Según la agencia de noticias semioficial Anadolu, unos 400 guerrilleros del PKK han muerto en esos bombardeos.

Las fuerzas de seguridad turcas también han detenido a más de 1.300 sospechosos en redadas policiales en todo el país contra presuntos miembros y simpatizantes del PKK, el DHKP-C y el Estado Islámico.

Turquía ha lanzado una doble ofensiva contra el PKK y los yihadistas después de que un atentado suicida del EI contra una reunión de activistas de izquierdas causase más de 30 muertos en julio en la ciudad de Suruc.

Tras ese atentado, el PKK asesinó a dos policías en su casa y al menos a un civil con vínculos islamistas, lo que desencadenó la ofensiva aérea turca contra posiciones de esa guerrilla en el norte de Irak.