El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa, es decir, causada por una destrucción progresiva de las neuronas cerebrales. Una enfermedad que constituye el tipo más común de demencia y que, ya en la actualidad, padecen cerca de 30 millones de personas en todo el planeta.

Es más; de acuerdo con las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cifra global de afectados ascenderá hasta los 53 millones en poco más de tres décadas. Sin embargo, y a pesar de la infinidad de investigaciones realizadas, aún no se ha descubierto ningún tratamiento que resulte eficaz una vez han aparecido los síntomas de la enfermedad. De ahí la importancia, crucial, del diagnóstico precoz del alzhéimer, lo que posibilitaría una mejor atención y tratamiento de los afectados ya desde las fases iniciales de la patología. Y en este contexto, investigadores de la Universidad de Birmingham (Reino Unido) parecen haber dado con una de las claves para identificar a aquellas personas con un alto riesgo de desarrollarla: el deterioro en el procesamiento del lenguaje escrito –o lo que es lo mismo, la pérdida de la capacidad para identificar o comprender las palabras escritas, según abc.

En definitiva, parece que la demora en la respuesta neurológica para procesar el lenguaje escrito puede ser un indicador de que un paciente que ya presenta deterioro cognitivo leve tiene una probabilidad mucho mayor de acabar padeciendo el alzhéimer.

Como refiere Katrien Segaert, co-autora de la investigación, "es posible que esta interrupción en la red neuronal cerebral asociada con el lenguaje en los pacientes con deterioro cognitivo leve pueda usarse como un marcador crucial para identificar el riesgo de una persona de desarrollar alzhéimer. Así, el próximo paso será evaluar este biomarcador en una muestra más amplia de pacientes y ver si es un predictor específico de la enfermedad de Alzheimer o un marcador general de la demencia en la que se encuentra implicada el lóbulo temporal".

Por tanto, aún habrá que esperar para ver si la evaluación del procesamiento del lenguaje escrito mediante un EEG tiene una aplicación clínica. Como concluye la investigadora, «la verificación de este marcador podría allanar el camino para una intervención farmacológica más temprana y el desarrollo de una prueba no invasiva y ciertamente barata mediante el uso del EEG como parte de la evaluación médica rutinaria en aquellos pacientes que acudan a la consulta preocupados por su memoria».