El rol del periodismo, y en especial de los periodistas con acceso a fuentes vinculadas a la investigación por la muerte del fiscal Alberto Nisman, quedó en una zona crítica. Es que el cronista que dio la primicia el domingo a la noche dejó el país por temor, otro quedó en la mira de la Justicia después por un sobre que la víctima fatal le había enviado y un tercer trabajador de prensa cerró su cuenta de Twitter después de publicar información ligada al caso. El detalle de los tres hechos.

Este sábado sorprendió la noticia del periodista de Buenos Aires Herald Damián Patcher que abandonó Argentina tras denunciar “seguimientos sospechosos” y temer por su seguridad.

Patcher es el cronista que el domingo a la noche dio, desde su cuenta de Twitter, informó que el fiscal Nisman había sido hallado sin vida en su casa.

Un segundo periodista estuvo involucrado en la causa por un supuesto dato que podría aportar. La Justicia lo fue a buscar a su casa porque Nisman le había enviado el sábado, horas antes de morir, un sobre color marrón. 

Los investigadores no encontraron al periodista del portal Infobae Laureano Pérez Izquierdo -de él se trata- pero el jueves se presentó de manera espontánea en la Fiscalía. Dijo haber recibido un sobre de parte de Nisman con “información sobre el caso”.

Pérez Izquierdo aseveró además que ese envío "no incluía ningún mensaje que indicara que el fiscal creyera que corriera peligro". Aseguró que después de tomar nota de los datos, arrojó el sobre a la basura. Explicó que su vínculo con Nisman era como la de cualquier fuente de información.

Este viernes, el periodista Juan Cruz Sanz publicó que el automóvil marca Audi en el que se movilizaba el fallecido fiscal y que aún permanece en el estacionamiento del edificio Le Parc, estaba vinculado a un jefe de la Side. Después de eso, Sanz cerró su cuenta de Twitter, algo que generó todo tipo de especulaciones en la red.

Nisman, la CIA y el asesinato de Cabezas

Este sábado, Télam retomó la versión que dio a conocer Sanz (y que fue desmentida por otros colegas) y afirmó que el vehículo de alta gama es propiedad de Palermopack S.A., empresa de packaging cuyo dueño es el socio de Eugenio Eduardo Ecke, vinculado con causas como las escuchas ilegales del macrismo, el asesinato de José Luis Cabezas, y además está señalado como operador local de un ex agente de la CIA.

La agencia estatal señaló que el vehículo de alta gama pertenece a esa empresa propiedad de Fabian Aníbal y Claudio Alejandro Picon, y cuyas oficinas comerciales se encuentran en Paraná 244.

Los hermanos Picon son socios comerciales de Eugenio Eduardo Ecke en otras dos empresas, llamadas Starpack y Easypack, de acuerdo también a registros.

Ecke, sin embargo, está vinculado con Frank Holder, un ex agente de la CIA que actualmente tiene una empresa de seguridad privada -es decir, una agencia de detectives- llamada Kroll, y que opera en Estados Unidos y Latinoamérica.

Ecke está señalado como el operador local de Holder, así como Jefe de Seguridad de la empresa Exxel Group, que se quedó con las firmas de Alfredo Yabrán luego de su muerte. De hecho, fue vinculado en 1997 con el asesinato de José Luis Cabezas en 1997 –del que se cumple el aniversario 18 este domingo-.

Mediante la empresa de seguridad de la que es principal ejecutivo, de nombre Segar, está sospechada de su vinculación con Ciro James, imputado por la causa de las escuchas ilegales durante la gestión macrista, que causalmente pinchó los teléfonos de Sergio Burstein, de la asociación de Familiares y Amigos de las Víctimas de la AMIA.

La vinculación entre la CIA, la causa AMIA, las escuchas ilegales del macrismo, el caso Cabezas resultan sospechosas, más si el protagonista, Eugenio Eduardo Ecke, es dueño también de una empresa que fabrica moños como Starpack. Resta la pista de los Picón, con quienes Télam intentó comunicarse infructuosamente, informó esa agencia.