El estudio de la revista Journal of Family Issues, descubrió que vivir sin pareja –sin importar si la persona es divorciada o si nunca se ha casado– se asocia con un menor peso corporal.

Por otra parte, las personas que viven juntas y las personas casadas, tanto hombres como mujeres, tenían un IMC más alto, un cálculo de peso y estatura que los estudios han relacionado con condiciones crónicas como diabetes, enfermedades del corazón, algunos tipos de cáncer y, en última instancia, mayores tasas de mortalidad.

El sociólogo Jay Teachman, de Western Washington University, usó datos de 20 años que provienen del Estudio Longitudinal Nacional de la Juventud de 1979 y de más de 3.000 participantes para analizar el peso corporal, el estado civil y lo que él llama relaciones de "transición"... es decir, separaciones.

Él siguió la trayectoria del IMC de las personas desde la adolescencia hasta la mediana edad (entre 39 y 42 años) y descubrió que las personas experimentaban una pérdida de peso a corto plazo después del divorcio, la cual se cree que probablemente es provocada por el estrés. Teachman cree que, generalmente, las parejas que viven juntas pesan más porque son mas propensas a compartir los tiempos de comida y a cocinar juntas.

"Los efectos del divorcio se desvanecen con el tiempo", le dijo Teachman a Science of Us. "Pero los datos muestran que el 'efecto de la apariencia' persiste. Las personas solteras son más delgadas y están más preocupadas por su imagen porque son parte del mercado de las citas".

Su investigación es un punto de partida para algunas creencias populares respecto a que las personas que están en pareja tienden a estar más en forma... y añade una arruga a los numerosos vínculos entre el matrimonio y los resultados positivos que este tiene sobre la salud. A pesar de esto, Teachman reconoce una advertencia en su trabajo: la diferencia en el peso corporal entre un individuo casado y uno soltero era de alrededor de 1,36 kg en cualquier momento.

Sin embargo, con un IMC más elevado, un margen de 1,36 kg puede impulsar al encuestado promedio hacia la categoría de obesidad... y los individuos en este estudio eran bastante jóvenes.. Dado que los datos terminan a la edad de 42 años, las personas todavía tenían por delante décadas completas con el potencial de ganar peso.

Teachman también descubrió una tendencia racial alarmante en los datos: las mujeres blancas experimentaron una tendencia menos rápida para ganar peso, mientras que las mujeres negras –tanto solteras como casadas– ganaron peso de una manera más rápida. "Las mujeres blancas y negras empiezan igual, pero luego las mujeres negras ganan peso más rápidamente. Sin embargo, hombres y mujeres parecen reaccionar a los cambios en su estado civil de manera similar", dijo Teachman.

¿Entonces qué hay de ese tropo de que las mujeres siempre son más sensibles o le dan más valor a su apariencia física, en especial después de una separación? Todo puede ser un mito, o al menos, más complicado que la idea de que las mujeres cuidan más de sus cuerpos que los hombres.