¿Qué empuja hacia adelante el cuerpo de un nadador que lleva seis horas en aguas del Paraná cuando sabe que, para llegar a la meta, le faltan otras dos? ¿Qué alquimia de pensamientos y rezos sostienen en una cornisa a un corredor por 42 horas?

Sólo dos interrogantes de otros tantos que encuentran sus razones en las crónicas que el periodista y escritor Federico Bianchini reunió en el libro Desafiar al cuerpo. Del dolor a la gloria. El deporte llevado al extremo, editado por Aguilar.

En las narraciones –contadas en primera y tercera persona–, el editor de la revista Anfibia avanza sobre el rigor que implican algunos deportes extremos en los que tanto la partida como la llegada se nutren del propio desafío.

En Desafiar al cuerpo se suceden las “historias de” “un hombre que piensa mientras nada”, “un rescatado”, “un rescatista”, “un hombre que se cree lento”, “una mujer que intenta sentir las partículas del agua”, “un hombre que se arriesga, creyendo que así alarga su vida”, “un hombre que pedalea hasta que duele” y “un deportista con problemas cardíacos”.

El libro cierra con el capítulo “Cómo se prepara mentalmente un deportista de alta competencia”, que organiza testimonios y respuestas ligadas a la preparación física y la psicología de los deportes extremos, junto a un fragmento del título De qué hablo cuando hablo de corre, del escritor japonés Haruki Murakami.

“Surgió a partir de una charla con Nicolás Cassese, editor de la revista Brando. Empezamos a ver que el deporte generalmente se reducía a una cuestión de estadísticas, resultados, números y, quizás sí, la opinión de algunos de los participantes en un partido. No más que eso”, explicó Federico Bianchini a Rosario3.com.

El también ganador del premio Don Quijote de Periodismo señaló que “la intención” era contar “qué hay atrás”: “Qué siente, qué piensa y qué dolor  tiene un tipo que corre 90 kilómetros”.

La selección final de “historias de” llegó al “tratar de encontrar un hilo conductor”, una amalgama que reconoce tres ejes y se expresa en e. título: “desafiar al cuerpo”.

“Estos personajes, por lo general, compiten en deportes individuales o que no están en equipo. Lo que ellos tratan es de superarse a sí mismos”, reveló Bianchini sobre el primero de los ejes que se enhebra con el segundo: “La soledad de cada uno de estos deportistas”.

“Enfrentar a  la muerte y al dolor que produce todo este recorrido que ellos deciden hacer”, es el tercero.

 En ese “tratar de entender a estos personajes”, Bianchini eligió relatarlos a partir de monólogos interiores y en tercera persona, según los casos.

La elección de la primera persona implicó que el autor se convierta, por ejemplo, en la cabeza de Damián Blaum (“un hombre que piensa mientras nada”).

“Lo entrevisté dos días antes de la carrera (el maratón acuático internacional Hernandarias-Paraná), lo acompañé en un botecito con un fotógrafo en las 8 horas y 17 minutos que duró la carrera, y lo entrevisté después de la carrera”, dijo el ganador del premio Nuevas Plumas por un perfil del escritor Roberto Fogwill.

Con posterioridad, hubo otras charlas: la primera se produjo dos días después, y la segunda, a las dos semanas.

“Esas entrevistas exhaustivas lo que me permitían era ir reconstruyendo –de un modo artificial y narrativo, claro está– el discurso; una especie de fluir de la conciencia del nadador que está en el agua y recorre los 88 kilómetros de la carrera. O la de un hombre que es rescatista de montaña (Ramón Chiocconi, médico y presidente del Club Andino) al que le suena el teléfono. Le dicen que ha habido un alud, que hay muertos y que tiene que ir a buscarlos”, continuó

“Trataba de ponerme en la piel de esos personajes, entender cómo piensan para poder transmitírselo al lector”, cerró Bianchini.

En la serie de entrevistas, el autor asomó a los sacrificios previos a la competencia, los calambres, los miedos y, también, a las estrategias para vencer el dolor: recordar “un asado” o “un momento en familia”, por citar dos ejemplos.

Bianchini, que tiene un libro de cuentos terminado y otro por la mitad –ninguno de los dos han sido editados– explicó que el hecho de escribir y leer narrativa colaboró en la escritura de Desafiar al cuerpo: “Me permitió ir construyendo la voz de estos personajes, recrearlos y, de alguna manera, ir uniendo las historias”.

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