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Lector exigente, el fotógrafo Norberto Puzzolo busca en cada texto una imagen; en cada palabra, lo que hay detrás. Perspectiva en el más amplio sentido. “Estoy cruzado por la ideología”, aclara uno de los realizadores de Tucumán arde.

No pasó por la facultad como alumno pero asegura que a lo largo de su vida aprendió de muchos maestros, y aún lo hace. Reniega del mote “autodidácta”. Algunos de esos maestros viven en el living de su casa, sobre una pared de ladrillos, en una biblioteca que va del piso al techo. Sus libros.

Sin embargo, aunque rodeado de papel, prefiere los ebooks. “El hipertexto me enloque, me vuelve loco”, reconoce. Le gusta eso de saltar de una palabra a la otra, parar si no entiende algo, investigar, descubrir y reanudar.

Al momento de la entrevista leía El jinete polaco, de Alberto Muñoz Molina, con su ereader

Para los fotógrafos –de profesión, estudio o hobby– dos títulos ineludibles: La cámara lúcida, de Roland Barthes; y Me llamo rojo, de Osmar Pamuk, un policial en el que interviene el propio color. ¿Qué más recomendó?