El actor Diego Capusotto, que el próximo lunes a las 23 vuelve a la pantalla de la Televisión Pública para la décima temporada de “Peter Capusotto y sus videos, un programa de rock”, aseguró que “el humor permite que haya un campo ligado al caos y aparece para resignificar nuestro comportamiento en lo cotidiano”.

En diálogo con Télam, el actor habló de esta experiencia televisiva creada junto a Pedro Saborido hace diez años y que de manera ininterrumpida produce la Televisión Pública, la evolución temática y conceptual, los nuevos personajes, la observación de la cultura y la mirada desmitificadora que le permite resignificar el mundo que los rodea para reírse, entre otras cosas, de la angustia existencial ligada a la muerte. 

-¿Cómo viene la nueva temporada del programa? 
-Se repite un poco lo que viene sucediendo en los últimos ciclos: aparecen personajes que uno suele decir que son nuevos, pero que en realidad son versiones de personajes ya inventados que se convierten en otra cosa. Preferimos pensar en un recorrido más poético en que los personajes te pidan no aparecer más, eso sería interesante y menos dolorosos para nosotros. Pero la verdad es que a nosotros nos gusta seguir haciendo el programa, repetir el mecanismo, volver a encontrarse con gente que lo mire. 

-Es un programa que comenzó parodiando a la cultura rock, y lo sigue haciendo, pero que con el tiempo se ha detenido en la observación de algunos estereotipos sociales, manías y obsesiones de la época… 
-Hay un reflexión sobre la alienación, que partió de una mirada algo ingenua sobre los arquetipos del rock, donde nosotros aún estábamos probando qué queríamos hacer. Luego fuimos creciendo y nos fueron pasando otras cosas. Tenemos una mirada más curiosa que hace diez años. Un repreguntarse sobre el sentido de la vida que se hace más presente ahora que cuando empezamos, porque también nos pasaron cosas que nos han colocado en esas escenas. Entonces salimos un poco de la cultura rock para internarnos en lo humano y su circunstancia. 

Tiene que ver con una mirada desmitificadora de algunas creencias y modelos de conducta a los que también somos sometidos muchas veces por nosotros mismos como una manera de negociación con el otro y con la propia realidad. El humor permite que haya un campo ligado al caos; aparece para resignificar nuestro comportamiento en lo cotidiano. Hay un punto de cierta atención a lo que pasa alrededor, uno es tomado por el otro, como manera de tener una mirada sensible y curiosa de este cacho de aire grande que es el mundo. 

Y también hay un juego que tiene que ver más con la celebración de un momento determinado, como si uno se juntara nada más que para beber, esa cosa del que te pone el pie y se caga de risa, el juego porque sí. 

-¿El humor es de alguna manera la tragedia mirada desde otro ángulo? 
-Cuando uno hace humor sobre la muerte es como tener una mirada ingenua frente a la muerte, porque uno igual se va a morir, pero en algún punto hay como un escape ante esa angustia. Uno se resignifica ante el horror a partir de una figura ligada a lo festivo, frente a ese infortunio que es inevitable. Hay como una posición tomada frente a esa angustia existencial que a su vez te motoriza, como si tuvieras que escapar todo el tiempo de eso. El humor tiene una relación directa con la muerte. 

-En el programa se pueden ver cuestiones ligadas a lo literario, como la figura de Borges puesta en situaciones absurdas o las citas falsas de muchos escritores, ¿desde qué lugar se decide incluir la literatura? 
-Hay un mundo que nosotros desmitificamos porque es el mundo que conocemos y nos impacta, en donde está la literatura, la política, la cultura rock, y siempre lo que termina causando gracia es encontrarle otro terreno fértil a eso, que no es el que habitualmente conocemos, sino que dispara para un lugar que no esperamos. 

Como si Borges habitara en otro mundo que uno puede inventar, no el mundo que uno conoce. Es como el “Artaud para millones”, que salió de la idea de que no solamente Spinetta sino Borges pueda decir: “Todo bien con los espejos, la otra dimensión, pero lo que más me gusta es tomarme un vinito y tirarme un pedo”.

Ese mundo que inventamos, más disparatado, nos gusta y nos interesa más porque no deja de ser una ficción donde está todo controlado, como si uno viera una película de los hermanos Marx, que son tipos que se permiten hacer cualquier cosa, no transitan por el mundo que transitamos nosotros, que es mucho más aburrido, son tipos que toman los espacios, hacen lo que tienen que hacer, son personajes más interesantes. 

-Los hermanos Marx, Buster Keaton, Monty Python, Frank Zappa, ¿son universos que los han marcado?
-Son mundos que están siempre presentes porque han sido gente que nos ha acompañado y nos ha hecho la vida más interesante, desde la música, la literatura, la actuación, son terrenos fértiles donde uno goza y eso está presente como influencia y en un cierto modo de mirar las cosas, como también tenía Zappa con la cultura rock, una mirada desmitificadora. 

-¿Cómo fue la experiencia de participar en la pélicula “Kryptonita”, de Nicanor Loreti, basada en la novela de Leo Oyola? 
-Había visto la película “Diablo”, de Loreti, que me pareció interesante, pero independientemente de lo que el otro haga tenía ganas de actuar por fuera del programa e involucrarme con otro registro de actuación, ponerme en manos de una idea y sentirme actor, ya que uno se siente actor en la medida que actúa.