No somos sin eso. Sin eso no hay latido. Es la primera respiración. Une a cada uno para que digan somos. Eso es el pase.

No es pase hasta que la pelota no la reciba el compañero. Y si la recibe es porque se ubicó bien y el que tenía la pelota lo encontró. Es tan simple que se puede olvidar fácilmente. Es tan colectivo que hace injusta una valoración individual. Lo cierto es que si el pase proviene muchas veces del mismo jugador habrá que valorarlo para interpretar el juego del equipo.

Pablo Ledesma (67,4) y Damián Musto (62,8) son los únicos jugadores que superaron los 60 pases de promedio por partido disputado. Fueron los que más pases realizaron en relación a los minutos que estuvieron presentes en el torneo. Cerca, por debajo de la línea de los 60, los siguen (en este orden) Poblete, Ortigoza, Aued, Ponzio y Jalil Elias, el joven centrocampista de Newell´s que alcanzó 68 pases frente a Atlético Tucumán y un 54.3 de promedio.

Como el juego no es cuantificable, ni lineal, no se puede medir. Pero este tipo de estadísticas pueden ayudar a descifrar el desarrollo de un torneo. Y algunas veces derribar clichés. Durante la temporada 2015-2016, la liga italiana tuvo más pases que la liga española y que la liga inglesa. Encabezada por el Nápoli que tuvo a cuatro de sus jugadores en los primeros puestos del ranking de pases promedio por partido en Italia. El mediocampista Hamsik (79.3), los centrales Albiol (71.5) y Koulibally (71.4) y, sobre todo, Jorginho con el mejor promedio mundial del año: 102.6.

El nacido en Brasil que jugará la Eurocopa para Italia representa el modelo del buen centrocampista. Nunca se sitúa de espalda a sus compañeros, siempre bien posicionado para recibir, imprime velocidad adecuada a la pelota, la pasa a la pierna buena del receptor donde a los rivales se les hace difícil robar. Es el jugador del año, pero no por sumar cantidad de pases, sino porque potenció con sus intervenciones al equipo que mejor gestionó los espacios en toda Europa. Siendo eje del juego, hizo mejores a sus compañeros.

No siempre el que más pasa la pelota juega mejor o gana. La prueba es que Colón es el segundo equipo con más pases en el torneo argentino y culminó en los últimos cinco puestos de la zona 1. Pero de consagrarse Lanús en la final del sábado, se repetirá la fórmula de las dos últimas Copas del Mundo: el equipo que más pases hace en campo contrario sale campeón.

Para eso hay que contar con buenos centrocampistas. Y en eso el fútbol argentino parece querer volver a su esencia. Jugadores como Belluschi, Fredes, Román Martinez, Pol Fernández, Aued, no hubieran tenido lugar ni espacio en un fútbol de puro vértigo o pases largos. Lo mismo Ledesma o Musto.

El mediocampista canalla, que tal vez retrasando su posición pueda transformarse es un impecable defensor central aumentando (aún más) su cuota de pases y, sobre todo, agilizando los inicios de su equipo, demostró a lo largo del torneo su verdadera valentía: pedirla siempre y siempre intentar encontrar a un compañero con un pase.

Comentan que en el transcurso del partido frente a Atlético Nacional en Colombia, Musto miró hacia atrás y ya no tenía a Pinola, como de costrumbre, ni a Larrondo marcándole otra línea de pase, ni a Lo Celso para jugar en corto. Justo ahí, se dio cuenta que debía lanzar ante la presión de los colombianos y añoró un pase gritando: "No somos sin eso".