No podía salir mejor para Cambiemos. Entre los errores no forzados de la administración local, y “la ola amarilla” como en la jerga describen la brillante campaña comunicacional de la fuerza que gobierna el país, la tropa macrista volvió a quedarse con Rosario. A pesar de esto, para el Frente Progresista, expuesto a la debilidad durante los próximos dos años y con un llamado urgente a reorganizarse, no está todo perdido. Algunos números pueden ayudarnos a entender esta postal de las elecciones generales, en un espacio que disputa entre dos oficialismos pero con un actor que desde un segundo lugar sigue amenazante: el Frente Justicialista. Y otro mensaje inequívoco: el resquebrajamiento del Frente para los que eligieron jugar por afuera fue un pasaporte contundente al exilio.

No hay una certeza sobre de dónde salieron los votos, pero la sorpresa para los oficialistas que respaldaban la lista encabezada por Pablo Javkin, Verónica Irízar y Lisandro “Lichu” Zeno, la única buena noticia fue el crecimiento. Puede deberse principalmente a dos factores: algunos votos que escaparon del justicialismo (no se entiende cuáles, porque el peronismo local se mantuvo), más un porcentaje de votantes que en la interna no participó. Lo cierto es que Javkin creció en algunas seccionales en las que había perdido por paliza. En barrios donde salió en cuarto lugar en las Paso, en esta oportunidad salió segundo. En las populosas y centro-macrocéntricas siete primeras seccionales, que ganó Roy López Molina por escándalo, Javkin se ubicó en segundo lugar. Impensado el 14 de agosto, cuando el Frente Progresista recogía el ovillo para rearmarse de cara a esta elección. Voto a voto, timbrazo a timbrazo, persona por persona y con una campaña que llevó a Javkin a un mensaje más inmediato y personal, escapándole a la polarización que imponía la grieta.

De la octava seccional en adelante, sectores más barriales y algo más alejados del centro Javkin se ubicó tercero. En Nuevo Alberdi, por ejemplo, se posicionó muy lejos de Roy, en cuarto lugar. En el populoso Empalme Graneros, el peronismo cuya lista encabezan Roberto Sukerman, Norma López y Andres Giménez, ganó la seccional. Es un barrio tradicional que en los últimos diez meses viene atravesado por obras del municipio como las largamente reclamadas cloacas. No bastó y el mensaje fue claro. En Fisherton, que atravesó la misma suerte, tampoco alcanzó: Javkin quedó tercero detrás de Sukerman y Roy.

Así las cosas, el peronismo como fuerza más votada quedó patentizado afirmando la performance de la primera ronda electoral de agosto. Como ingrediente innegable, la polarización nacional de la campaña aportó lo suyo. Recién cuando Javkin logró imponer algo de su estilo personal logró torcer un poco los dos factores que tenía en contra: nivel de desconocimiento y efecto “desgaste” del oficialismo, que ganó el Ejecutivo municipal en 2015 por un pelo. “El marco fue tremendo, pese a esto duplicamos votos, el PRO creció, el peronismo se mantuvo. Si se sigue haciendo bien las cosas, hay chances en 2019”, se esperanzó parte del equipo que trabajó codo a codo con el secretario general del municipio.

Según los números oficiales del oficialismo local, se creció alrededor de 2% cada semana. Se llegó a 17% pero luego se estancó ese crecimiento y finalmente, fue 16% de los votos. “Jugó la polarización pero también dividió la «heroica» que hicieron los que se quisieron despegar: los casos de Daniela León y Martín Rosúa, por ejemplo. Ambos hoy están afuera”, analizó un hábil operador local. La foto es de cierta conformidad teniendo en cuenta le magro 8% de la primaria versus el 16% de hoy. Claro, hoy el planteo es, ¿qué pasaba si el Frente Progresista demostraba la apertura que prometió en 2015? Para algunos, la opinión es que se perdió un año y medio en el que todo fue para que Cambiemos sume y encuentre su enemigo predilecto: el Frente para la Victoria. No suena descabellado: Cristina Fernández de Kirchner eligió a Macri como adversario cuando era presidenta.

A partir de diciembre, tal como están las cosas, el Concejo tendría 9 bancas de Cambiemos: seis que ingresan en esta elección que son Roy López Molina, Anita segunda, Charly Cardozo y Agapito Blanco, tercero y cuarto, Germana Figueroa Casas, quinta y Renata Ghilotti, sexta. Se suman a Agustina Picky Bouza y Gabriel Chumpitaz.

El frente Justicialista metió los tres primeros, que son Roberto Sukerman, Norma López y Andrés Giménez. Se suman a Eduardo Toniolli, a quien le restan dos años en el Concejo. El Frente Progresista Cívico y Social consolida 3: Pablo Javkin, Verónica Irízar y Lichu Zeno. Se sumarán a otros integrantes del interbloque Frente Progresista: Enrique Estévez (PS) Horacio Ghirardi (PS), Aldo Poy (PDP), Maria Eugenia Schmuck (UCR). Por eso también es que creen que no todo está perdido aunque el clima será bastante adverso. Frente Progresista que tenía nueve concejales disminuiría a siete en el próximo período y pasaría a ser segunda fuerza.

¿Será el momento de buscar construir alianzas con otro frente en las antípodas de Cambiemos? Ciudad Futura, que suma a Eduardo Trasante pero que ya tiene a Juan Monteverde, Pedro Salinas y Caren Tepp.

“La ola fue muy fuerte. En el país se está viendo esto. Había que levantar y ese objetivo se cumplió. Desde acá la única alternativa es construir”, sintetizan en el oficialismo local.

Por el lado de Cambiemos, se piensa que la gente “les picó el boleto” a los oficialismos comandados por el socialismo. Que la fuerza color amarillo estaba “en el lugar exacto y con el candidato justo. Cuandos se termina un ciclo se termina”, dicen, categóricos. Es la contracara de lo que en 2015 pasaba: Anita Martínez medía 20 puntos y Roy, 5. Era imposible convencer a Buenos Aires a que jugara con un candidato de menor “valía” por su desconocimiento. Como dicen ellos: “Cambiamos”. Hoy es imposible no pensar a Roy López Molina como candidato a intendente en 2019. El joven abogado vive todo esto como la experiencia más fuerte de su vida política y personal, “tras diez años de trabajo para llegar hasta acá”. En las primeras tres seccionales, en donde el voto era del socialismo, hoy casi el 50% lo lleva Roy.

Probablemente, ésta sea la época que pasará a la historia por las estrategias de polarización, signadas por el voto bronca y la gente harta de los políticos. Hay una sensación: que no se quiere escuchar a más nadie, que nadie grite más y que se termine la prepotencia. Hay una estética de pocas palabras que se impone para contrarrestar la grandilocuencia de los discursos del pasado, que poco pueden ante el final de los ciclos. Precisamente, esa estética pragmática y personal, cercana es la que devuelve a Javkin algo de satisfacción. Quedan dos años y más que mucho por decir, mucho por hacer para evitar el sino de gobierno debilitado que hoy exhibe el socialismo en el Palacio de los Leones.