1. Adaptarse al rival hasta perder el propio estilo.

Cruyff escribía. Lo hacía una vez por semana en los últimos años. En el último artículo de febrero 2016 en el diario De Telegraaf, sentenció que el mayor problema de los equipos holandeses es que ponían demasiada atención al rival de turno. La selección holandesa lo hizo en los dos últimos Mundiales. Equipos que pierden su propio estilo, pendientes de obstaculizar. El entrenador Cruyff también veía los rivales a la hora de planear los partidos pero rara vez modificaba su estructura priorizando aspectos defensivos. Tomaba reparos pero organizaba su equipo a partir de la supuesta creación de espacios en campo rival. Y no al revés. La afirmación de Cruyff también se puede trasportar al fútbol argentino. Desmedida atención por adaptar y estructura propia para priorizar “presionar” u obstaculizar al rival.

2. “La pelota es mi oficina. Me siento sobre ella y veo como funciona el equipo”.  

Frase de Cruyff que sino se simplifica y fragmenta puede exhibir su pensamiento sistémico en el entrenamiento. Lo que está diciendo Cruyff es que lo importante son las interacciones de los jugadores. Que el modelo de juego es eso, sobre todo, y no lo que está previamente en la cabeza de los entrenadores. Y que él se sienta a observar. Johan sentado arriba de una pelota y viendo el entrenamiento. Varias imágenes en su época como entrenador lo certifican y lo contraponen con la imágenes de varios entrenadores actuales. Tras horas encerrados en su oficina con miles de videos, van a los entrenamientos para ser los protagonistas del dia. Gritan, gesticulan y luego, pasan horas en el Gym. (¿Han visto un entrenador “moderno” con menos bíceps que su defensor central?). Todo para demostrar poder, jerarquía y que los medios les otorguen la importancia debida. Cruyff les da una patada en el centro de la vanidad y recuerda lo verdaderamente importante en un entrenamiento y en el desarrollo del juego. Justo cuando se crean miles de oficinas técnicas que casi nunca se detienen en lo esencial. Pero cuando se paraba, los jugadores recibían indicaciones y correcciones que aún hoy recuerdan. Las intervenciones de Cruyff le marcaron el camino a jugadores que hoy entrenan como Koeman, Guardiola o Laudrup. “Veía cosas que nadie ve”. Sus intervenciones fueron cualitativas. Nadie dice que le cambió la carrera un triple turno o que el entrenador mire 16 partidos previos del rival o que ni bien termino el partido se ponga con su computadora a observar. Lo que marcó el estilo de Cruyff y de toda una cultura en el juego que hoy supuestamente muchos adhieren, son las buenas y justas indicaciones y correcciones en sus charlas.

3. La formación de extremos fue una de las obsesiones de Cruyff.

Sobre todo porque formando a muchos jugadores que puedan jugar en esa posición se podían “matar dos pájaros de un tiro”: “Al colocar a los mejores arriba y a los menos buenos como laterales, tendremos un ataque fuerte y a dos jugadores detrás que saben cómo moverse hacia delante”. “Ya no se producen extremos. Ya casi no hay extremos formados desde la propia casa. Hemos copiado el sistema a los ingleses y nos pasamos toda la vida diciendo que no sabían nada de táctica. Ahora se juega con un centrodelantero rematador y otro móvil. No hay extremos. A su vez, se gasta dinero fichando a laterales. Cuando lo esperable sería ver que se gastara más dinero en el centro del campo. Esto se debe a la pérdida de otra de nuestras reglas de oro que era jugar con tres centrocampistas”, sostenía Cruyff. Timoteo Griguol, que mostraba imágenes de aquel Barcelona de principios de la década del 90 a sus dirigidos de Gimnasia de La Plata, lo tenía claro: “Si tengo que comprar un lateral, no soy un buen entrenador”. Hoy diversos equipos gastan cupos de incorporaciones en ese puesto.

4. Centrocampistas

“Es muy importante tener centrocampistas técnicos y poner siempre uno más que el rival. Hoy se juega con dos centrocampistas. Yo, en mis tiempos, ponía cuatro, pero cuatro que sabían dominar el balón. La diferencia entre ahora y entonces es que en mi equipo ningún centrocampista corría detrás del balón”. Mientras se prefiere mediocampistas que se llegan al área constantemente, “intensos”, físicos, Cruyff privilegió otro tipo: al mediocampista de control que hemos descripto en artículos anteriores en esta columna. Sin Cruyff, Xavi e Iniesta no hubieran exaltado a la historia del fútbol en estos momentos.

5. En Argentina no se puede jugar así

Justo ahora que los medios se cargan de supuestos entendidos de la filosofía Cruyff y agradecen su legado, recordamos un discurso que siempre anda dando vueltas por nuestro fútbol. Justo cuando alguien emite ciertas ideas que se pueden enmarcar en el paradigma cruyff, el cliché gira y canta: Acá no se puede jugar así. En Argentina no. Recordamos al rumano Kovacs, principal ayudante y sucesor de Rinus Michels en aquel Ajax que fue la génesis de la única gran revolución en conceptos sobre fútbol. Cruyff brilló como jugador en ese equipo que lo marcó para toda su carrera como entrenador. Kovacs dijo en 1972 antes de la final intercontinental frente a Independiente: "Los jugadores que más se adaptarían a lo que pretendemos serían los latinos: brasileños, argentinos. Sobre todo argentinos, por mayor rigor táctico y profesionalismo y, sobre todo, su gran capacidad técnica". La propagación del estilo Cruyff requiere de conocimientos, de vivirlo y sentirlo Por eso los que vivieron en primera persona sus charlas, lo pueden descifrar. Los demás siguen modas. Muchos entrenadores que antes seguían al método bielsista, por citar un ejemplo, luego del Barcelona de Pep se trasladaron al cruyffismo. El periodista español Ramón Besa lo aclara: “El cruyffismo es un perfume embriagador que no cabe en un frasco para ser comercializado sino que sólo lo sienten los que mean colonia”.