El límite entre realidad y ficción es muy difuso ya que la ficción toma cosas de lo real y con estos elementos nos interpela, pero luego, también, esa ficción genera un sentido que termina formando parte de lo real.

Pero ¿qué es lo que sucede cuando ocurre algo en la ficción que tiene un correlato directo con la realidad?, como si directamente fuese copiado? Ese efecto "contagio" tiene un nombre: se llama "copycat" y alude a las conductas que imitan un hecho (sea real o ficticio) difundido de modo masivo.

El portal revistaohlala enumera una serie de debates alrededor de esta temática. La polémica que genera es inmensa: porque tiene una faceta positiva, como cuando temáticas imprescindibles se instalan o se generan movidas, disfraces, prácticas, fiestas y todo un mundo con un anclaje en personajes de películas y series; pero también tiene un costado inquietante, como cuando vemos que muchos de los siniestros escenarios imaginados por la futurista Black Mirror se vuelven realidad (los capítulos "Nosedive" o "Shut Up and Dance", específicamente) o la enorme polémica que generó 13 Reasons Why. Esta serie fue muy cuestionada por la forma en que trata el tema del suicidio adolescente, e hizo que las aguas se dividieran entre quienes se alegraran de que este tema fuese visibilizado y quienes se horrorizaron con lo crudo de sus escenas explícitas y por el hincapié hecho en los motivos del suicidio de su protagonista, de solo 17 años.

Lado B del efecto copycat

¿Cuál es el riesgo? Pues que la difusión actúe como un disparador. Eso se vio reflejado en el desconcierto de muchos padres que no sabían si dejar que sus hijos vieran 13 Reasons Why, desaconsejarlo o verla junto con ellos para entenderlos.

Otro caso es el de Black Mirror, en el capítulo que gira arededor de una app que sirve para calificar gente, como la aplicación Rate Me de la vida real. Yendo más lejos, la similitud entre el juego La Ballena Azul (que se popularizó en redes sociales instando a jóvenes a realizar "desafíos" y que provocó cientos de suicidios) con el capítulo "Shut Up and Dance", en el que un adolescente termina con su vida tras ser chantajeado por un hacker, es impactante.

Como respuesta, existen varios protocolos para el tratamiento mediático del suicidio, por miedo a provocar imitaciones en cadena (en el sitio web de la Defensoría del Público hay uno específico sobre la salud mental, que advierte sobre los riesgos de hacer hincapié en los motivos de los suicidas), la preocupación por la difusión de actos terroristas que pueden llegar a dar "publicidad" a atacantes o incluso asesinos seriales que podrían copiar técnicas de la ficción; todas típicas preocupaciones de los especialistas.

Virtudes de este efecto

En el otro polo (más positivo), está el fenómeno de cosplay (costume play), que es, básicamente, disfrazarse de un personaje en un contexto "nada que ver" (ir a la plaza Francia vestida de Wonder Woman, por ejemplo), y sus adeptos construyen verdaderas tribus. También existe el crossplay, que significa disfrazarse de un personaje, pero del género opuesto. Son tendencias más frecuentes en la adolescencia, pero hablan del poder aspiracional que puede llegar a tener la ficción.

Por otro lado, el merchandising (con Breaking Bad a la cabeza) y los juguetes generan una identificación tal que pueden hacernos incluso retornar al terreno de la infancia. De ahí que se hable de kidults, niños-adultos que gastan fortunas en chiches de colección o cómics. Parte de esa búsqueda puede hasta llevarnos a décadas pasadas, que vuelven a estar de moda. Como los 80, que volvieron con la exitosa serie Stranger Things, trayendo toda una exploración retro, por nostalgia o búsqueda estética, con guiños vinculados con éxitos como las pelis Alien o E.T. o la música de The Clash.

Pero la imposición de temas y hechos que van de la ficción a la realidad va mucho más allá. Podemos remitirnos desde a Mujercitas y todo el universo que en su momento abrió para el público femenino respecto a la relación entre hermanas o el primer amor hasta las tiras de Cris Morena que pusieron sobre el tapete temas como la bulimia o la anorexia, pasando por casos súper extremos como personas que atacan a otras con un bate de béisbol porque creen que son zombis (imitando a The Walking Dead).

Girls, con Lena Dunham a la cabeza, logró reposicionar el lugar de la mujer en la pantalla reformulando muchos mandatos y logró instalar efectivamente proclamas históricas del feminismo, e incluso, hacia el final de la serie, dificultades vinculadas con el mundo de la maternidad, que incluyen puerperios desequilibrantes y angustia posparto.

A nivel subjetivo, realidad y ficción interactúan en un diálogo: la ficción puede reflejar alguna faceta de la realidad y lograr así un impacto afectivo en el espectador. Eso se llama identificación, y es un proceso por el que asimilamos atributos y transformamos nuestra identidad. ¿Te idetificaste con algún personaje de alguna película o serie últimamente?