La Administración General de Puertos (AGP) contestará la semana próxima la impugnación que presentó la empresa Emepa contra la decisión de la autoridad portuaria de dejarla afuera de la competencia por la prestación del servicio de dragado en la hidrovía. Y es mucho lo que está en juego porque se trata de la principal obra de infraestructura logística del país por la que se embarca el grueso de las exportaciones del agro.

Si bien el reclamo administrativo de Emepa fue en muy duros términos contra el organismo portuario estatal, la mira la tiene puesta en la belga Jan de Nul, la única que quedó en carrera en la licitación del dragado y su ex socia en la fima Hidrovía SA, la UTE que acondicionó la vía navegable desde 1995 hasta el año pasado cuando se venció la concesión.

Una embestida contra Jan de Nul que navega por aguas muy profundas, con gestiones en la embajada de los Estados Unidos, la Casa Rosada, el Congreso y que tiene como objetivo principal minar los negocios de los belgas en el país.

¿Por qué Emepa tiene en la mira a su ex socia? ¿Por qué hay asuntos pendientes entre ellos que superan la competencia por un negocio con un ex socio? Y quienes tienen llegada a las oficinas de comando de Emepa lo responden sin titubear: la razón está en cómo Jan de Nul se despegó de ellos cuando quedaron envueltos en la causa de los cuadernos por el supuesto pago de coimas para lograr la extensión del contrato de la hidrovía.

Los cuadernos

Ocurre que en 2018, y en el marco de la avanzada judicial contra la corrupción K durante el gobierno de Mauricio Macri, el titular del grupo económico Emepa, Gabriel Romero, confesó en la Justicia haber coimeado en 2010 con 600 mil dólares a Cristina Fernández para la extensión del contrato de concesión de acondicionamiento del sistema troncal de navegación a Hidrovía SA por 10 años llevándolo hasta 2020.

Con esa confesión, Romero logró que quede eximido el gerente general de la firma, Rodolfo Poblete, quien había sido detenido por haber sido quien llevó el dinero.

Cuando el escándalo estalló, Jan de Nul se corrió inmediatamente para que no le alcancen las esquirlas de la bomba porque éstos grupos que compiten en el globo pueden perder negocios en países centrales si quedan envueltos en casos de corrupción.

Fue en ese entonces que el propio Pieter Jan de Nul llegó para hacerse cargo de la conducción institucional de los negocios del grupo en Argentina desplegando una intensa campaña de relaciones públicas (con fuerte financiamiento a la prensa) con un mensaje claro: el pago de la coima fue cosa de sus socios locales ya que ellos estaban enfocados en las cuestiones técnicas de mantener transitable el sistema troncal de navegación.

Ahora bien: ¿Es factible que el socio belga no haya tenido idea de lo que hacía su asociado argentino? ¿Es creíble que Emepa haya puesto ella sólo la plata para que los belgas sigan en el negocio sin ensuciarse las manos? Es más, siendo Jan de Nul la socia mayoritaria de Hidrovía SA, ¿es creíble que Romero haya actuado por su cuenta y orden?

Es más: ¿no es poca plata 600 mil dólares para el negocio de cobrar por 10 años peaje a los barcos que sacan el 80% de la cosecha que se exporta? ¿O es que en realidad esa cifra era la que le correspondía aporta al socio minorista? Muchas preguntas que Jan de Nul se ocupó para que no se repitan en la prensa.

Apalancado por la perfomance intachable que tuvo Jan de Nul como prestadora del servicio desde que se hizo cargo en 1994, Pieter también llegó para darle visibilidad a todas las inversiones que el grupo realiza en el país, mostrándolo comprometido con la Argentina.

El empresario llegó para afianzar vínculos de cara a la licitación del 2021 y para avisar que buscaría seguir en el negocio pero presentándose sin su problemático socio local. Un mensaje que también llegó con el cambio de gobierno nacional en 2019, ya que con la vuelta del kirchnerismo la suerte parecía echada para Emepa.

Marchas y contramarchas

Es más cuando (por las demoras propias de la gestión de Alberto Fernández y la pandemia de 2020) empezó a analizarse la posibilidad de la extensión por varios años de la concesión mientras se preparaba una nueva licitación, sonaba la posibilidad de que solo Jan de Nul siga activa corriendo a Emepa. Una salida que hubiese sido muy irregular porque la concesión la tenía una sociedad (Hidrovía SA) y no uno de los socios.

El tema es que era un trago muy dificil de digerir para el paladar k que el empresario que había denunciado a Cristina siguiera cobrando el millonario peaje. Y por eso el tema entró en una coctelera que tuvo de todo (intentonas de nacionalización incluidas) hasta que se decidió a fines de 2021 terminar la concesión y dársela a la AGP (con base en Buenos Aires), que contrató a las mismas empresas (ahora por separado) para que presten los servicios de dragado (Jan de Nul) y balizamiento (Emepa). Las empresas pasaron de concesionarias a contratistas y el cobro de peaje quedó en la capital federal. Pero ese es otro debate.

Esa jugada pasó los filtros de la Auditoría General de la Nación (AGN), pero igual era más solido jurídicamente licitar esos servicios, y de paso abrir el juego a los grupos interesados. Pero como para esa fecha no había ni pliegos de condiciones para lanzar una licitación que establezca las mejoras (en obras, tecnología y diseño) que demanda la navegación, el gobierno decidió ir por una "licitación corta" que mantenga la infraestructura disponible hasta que se pueda hacer esa licitación de fondo.

Ese contrato “corto” operaría desde marzo hasta septiembre de este año, plazo que ya no podrán cumplir porque llegando a marzo el Ministerio de Transporte de la Nación todavía no puso los pliegos sobre la mesa para la licitación de fondo que debería adjudicarse en septiembre. Y por eso todo indica que las famosas “contrataciones s cortas” operarán hasta entrado el 2023.

Cambios políticos

Pero en el medio mucha agua política pasó por debajo del puente, sobre todo la derrota del gobierno nacional en las elecciones legislativas del año pasado. Y el duro revés electoral que le acotó margen de acción al gobierno nacional en el Congreso también le subió las acciones a los radicales dentro del bloque de Juntos por el Cambio.

Música para los oídos de Emepa. Es que si bien Romero tuvo un espectacular crecimiento durante el menemismo, sus lazos fundacionales están en el radicalismo. No en vano Poblete, tiene una vasta trayectoria de militancia juvenil en tiempos de la ochentosa primavera alfonsinista. Y la relaciones con históricas y vigentes figuras claves en el armado radical son usuales en el entorno de Romero.

Con semejante empujón político (el gobierno, más en los temas claves que los enfrenta con el ala dura K, necesita de votos radicales en el Congreso) y habiendo resistido el embate inicial, ahora Romero -uno de los principales empresarios del país- dejó la fase defensiva para pasar a la ofensiva. 

En los negocios, por ejemplo, una de las empresas del grupo Emepa es Ferromel, especializada en ingeniería y construcción ferroviaria, no para de ganar licitaciones del Ministerio de Transporte de la Nación. Por ejemplo se le adjudicó el tramo III del circunvalar ferroviario de Santa Fe, entre otras. Y la idea que tiene es no sólo pasar al frente en los negocios sino saldar asuntos pendientes como el desplante de Jan de Nul. 

Es por eso que Emepa no sólo está dispuesta a pelear por la licitación corta del balizamiento, que era su tarea dentro de la vieja Hidrovía SA (cuya oferta en la concesión corta pasó todos los filtros quedando a tiro de ser adjudicada), sino que hasta presentó una propuesta para competir por la concesión corta del dragdo.

Una jugada que cumplió con los que sus voceros anticipaban por lo bajo a sus allegados: “Vamos a ir por el corazón de la hidrovía”. Y es que el contrato de dragado es más oneroso que el del balizamiento. Y no lo hizo en soledad, sino en UTE con la dinamarquesa Rhode Nielsen, una de las principales empresas del sector en todo el mundo.

Pela de fondo

La disputa entre ambos escaló en los últimos día cuando AGP bochó a todas las ofertas técnicas presentadas para dragar (la holandesa Boskalis, una UTE entre la belga Dredging International, la compañía china Shanghai Dredging CO y la argentina Servimagnus SA; y la UTE entre Rhode Nielsen y Emepa) menos la de Jan de Nul, que quedó corriendo en soledad para el último tramo de la licitación: la apertura de la oferta económica.

La AGP justificó la decisión en un extenso documento en el que se explayó caso por caso sobre las razones técnicas para invalidar las ofertas. Igual, el tema levantó polvareda. Es que las empresas están dispuestas a ganar o perder por precio, pero no les queda claro cómo es que no calificaron en la propuesta técnica. Y por eso hay sospechas de favoritismo.

La china Shanghai Dredging publicó la semana pasada una muy dura solicitada resaltando que se requiere competencia entre los oferentes y que seguramente ellos harían el trabajo a un menor costo. Pero, por el contrario, nada dijo sobre las no pocas falencias que tuvo su presentación y que les valió su descalificación.

En cambio, Empea no fue a la prensa sino que jugó fuerte y sí presentó una impugnación formal al bochazo. Para eso tuvo que depositar casi un millón de dólares, que es lo que se establece como condición (el 1% del contrato) para presentar la objeción. Semejante desembolso para un trámite burocrático muestra que Romero está dispuesto a jugar en serio.

Tan en serio que su impugnación (más allá de sus argumentos técnicos para rechazar los de la AGP) además de ir a fondo contra la entidad portuaria, advierte que no escatimará recurrir a instancias judiciales en defensa de sus intereses.

Esta escalada hizo que competencia trascienda la discusión técnica. Operadores de Jan de Nul aprovecharon los canales que tiene abiertos en la algunos medios para filtrar argumentos contra Emepa. Pero acusaron el golpe de ver publicada en el diario la Nación, que no se puede tildar de kirchnerista, un golpe por debajo de su línea de flotación. “Parece difícil que el socio principal de la empresa, el que aporta el conocimiento, la técnica y los barcos, no haya estado al tanto de lo que dijo haber pagado por debajo de la mesa su socio; más aún si -como dijo Romero- el pago se negoció para mantener el contrato”, escribió el periodista Diego Cabot, en la edición de la Nación del 14 de febrero.

Y mientras Jan de Nul se muestra activa con las inversiones en el país (en la foto que ilustra esta nota se lo ve a Pieter semanas atrás en los Países Bajos durante la presentación de su nueva draga de inyección de agua que se utilizará en Argentina y tendrá Bandera Nacional), Emepa afina conversaciones con legisladores radicales (porteños y bonaerenses) con los que el gobierno necesita contar en el Congreso.

Y también hay movimientos diplomáticos de importancia. Por ejemplo, Clarín publicó el viernes que la Embajada de los Estados Unidos observó que Rhode Nielsen, con intereses en el país del norte, haya quedado afuera de una licitación en la que, para su preocupación, el gobierno de China le puso también mucho interés.

No en vano mientras en los pasillos de Emepa sus más altos directivos transmiten sobrada confianza de que sus negocios con el Estado nacional seguirán creciendo, en las de Jan de Nul (que en Argentina opera bajo la firma Compañía Sudamericana de Dragado) hay  preocupación. Es más, en las últimas horas trascendió que uno de sus históricos lobbistas se fue del país.

Formalmente, luego de emitir la semana próxima una resolución que rechazará la impugnación de Emepa y Rhode Nielsen, la AGP apunta a tener todo el proceso de contrataciones cortas listo para mediados de marzo, cuando se escribirá un nuevo capítulo de esta batalla por la hidrovía.