La Sala Primera de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Rosario rechazó la apertura del concurso de acreedores que había presentado el financista Luis Herrera, un reconocido empresario rosarino que cayó en default a finales del año pasado con un pasivo que en el mercado calculan en torno a los 30 millones de dólares.

En diciembre del año pasado, Herrera presentó la convocatoria de acreedores, pero el juez de primera Marcelo Quiroga se la rechazó por inconsistencias. Fue así que Herrera apeló antes de la feria judicial de enero. Pero ahora el tribunal de apelaciones volvió a negar la apertura. La resolución lleva la firma de los jueces Pablo Cifré, Ivan Kvasina y Ariel Ariza.

Luego de prometer a sus clientes un acuerdo privado, y sin nunca haber podido explicar las razones de su crisis de manera convincente, Herrera le estaba prometiendo a los acreedores una solución en el marco de la convocatoria. Pero ahora que no podrá explorar esa ruta, habrá qué ver a qué estrategia recurre

En una primera lectura, el rechazo de la Cámara lo complica seriamente porque queda expuesto a pedidos de quiebra y más embargos. Y además, tarde o temprano, las convocatorias siempre terminan jugando a favor de la empresa concursada.

Es por eso que para los acreedores que se muevan rápido se les abre la oportunidad de tratar de recuperar parte de su dinero vía el remate de bienes, por ejemplo propiedades, vehículos de coleccion, una embarcación y, sobre todos, sus acciones en el mercado de futuros Matba-Rofex, a las que les apuntan muchos inversores. 

Eso hizo, por ejemplo, Translatlántica cuando le ejecutó una prenda de 340 Millones de pesos en acciones del Matba-Rofex por un crédito que Herrera no le pagó. Herrera tenía el 4.2% del Matba-Rofex, siendo el principal accionista individual, pero tras el remate para Transatlántica (que le sacó el 1.7%) le quedó la mitad de su participación inicial.

Frente a este escenario, con pedidos de quiebra que podrían acumularse, una salida que puede asomar es un concurso no preventivo (cuyo objeto era que la empresa siga trabajando) sino liquidativo por el cual, bajo el patrocinio de un juez, Herrera (tras integrar su patrimonio económico) empiece a liquidar sus activos.

No obstante, el inconveniente que enfrentan allí sus acreedores es que la mayoría del dinero que le depositaban a Herrera fue en negro, con lo cuál reclamarlo se les puede hacer difícil.

El revés de la Cámara también puede complicar su situación penal, ya que hay inversores que venían demorando denuncias por estafas a la espera de una solución concursal. En ese fuero su situación también es delicada ya que acumula denuncias y son inminentes procedimientos en su contra de la Ministerio Público de la Acusación (MPA).

Desde el punto de vista jurídico, es bueno que la Justicia ponga un determinado coto a los concursos y que se abran en la medida que las empresas no puedan presentar un plan de sustentabilidad para recuperar giro comercial y seguir a flote. Es que un concurso debe servir para, además de ordenar el pasivo y ver cómo se reparte entre sus acreedores, establecer un proyecto de trabajo que permita darle continuidad a la empresa, algo particularmente difícil cuando se trata de un negocio en el que la confianza lo es todo.

La crisis

¿Cuánto debe Herrera? Esa es la pregunta del millón. O, mejor dicho, de los millones. El empresario, de reconocida trayectoria y hasta hace poco muy respetado en el ambiente financiero local, era el titular de la casa de Bolsa Fernández Soljan.

Y en paralelo tenía una financiera a nombre propio en la que tomaba dinero de particulares diciendo que lo colocaba en un fondo que realizaba complejas colocaciones en el mercado de futuros de Chicago que, sostenía, le permitían pagar altas tasas en dólares, que oscilaron el 7 y el 12 por ciento anual de manera constante por décadas.

Por más de tres décadas, Herrera cumplió en tiempo y forma con todas sus ahorristas -que le dejaban el dinero en efectivo sin más comprobante que un correo electrónico o un recibo firmado- generando una relación de extrema confianza. Si bien algunos depósitos tomaban la forma de un mutuo, y por lo tanto ejecutable al estar blanquedo, la gran mayoría era dinero depositado en blue.

No obstante, entre su perfil público bajo y su reputación, la cartera de clientes que se hizo dejó afuera a personajes que podrían estar hoy buscando cobrar de manera más violenta. Profesionales, empresarios, jóvenes estudiantes y, sobre todo, mucha gente de la propia city le daban su dólares billete para que se lo invierta en el fondo que operaba en Chicago. La mayoría de sus ahorristas, incluso, rara vez le retiraban el capital (por ejemplo el producido de la venta de una propiedad) sino que mensualmente retiraban los jugosos intereses en dólares.

En 2020 empezaron a trascender los primeros problemas de Herrera ya que no estaba en condiciones de devolver los depósitos que algunos ahorristas ahora le querían retirar, si bien el pago de interés se mantenía sin problemas. No obstante en 2021, la situación se empezó a tensar cuando crecía la cantidad de ahorristas que no podían sacar sus fondos.

En octubre del año pasado la situación estalló cuando no pudo cubrir un faltante de 800 mil dólares en los saldos de sus cuentas en Fernández Soljah. Fue ahí que el Mercado de Futuros Matba Rofex informó la situación a la Comisión Nacional de Valores (CNV) y lo corrió del cargo de tesorero que tenía en la entidad. El órgano de control suspendió las operaciones de Fernández Soljan y ahí se desató la corrida sobre su financiera personal entrando ya en noviembre en un default total

Según la presentación que hizo Herrera para que le acepten el concurso en diciembre pasado, además de los 800 mil de Fernández Soljan, que no está en convocatoria, y el crédito en Transatlántica, dijo tener 36 acreedores a los que les debe 7 millones de dólares. En definitiva, sumando sólo en blanco estaría debiendo 11 millones de dólares. Y en teoría el problema es la deuda blue. ¿Serán solo 30 millones de dólares los que quedó debiendo?

Frente penal, complicado

Al estallar su crisis, algunos ahorristas lo denunciaron penalmente. Y fue así que sus domicilios (comerciales y particulares) fueron allanados y quedó inhibido en sede civil e interdicto en sede penal, además de embargado, y por eso no puede disponer de sus bienes.

Herrera acumula unas 20 denuncias penales, pero ya hay listas para presentarse otras tanda similar. Y también está avanzada una acción colectiva de al menos 60 inversores damnificados. Incluso, hay damnificados que pidieron la detención de Herrera, su esposa y sus dos hijos, entendiendo que hay riesgo de fuga. 

Pero el dato es que en los allanamientos, que encabezó el fiscal Miguel Moreno, no se hallaron nunca indicios del supuesto fondo en el que colocaba el dinero para invertir en el mercado de futuros de Chicago, lo que alienta las hipótesis de que ese puede estar ante un esquema “ponzi” en el que Herrera podía mantener el giro siempre y cuando consiguiera nuevos inversores para pagarle intereses a los viejos ahorristas y que nunca le pidan el capital.

Precisamente, uno de los factores que alientan la hipotesis de una simple estafa es que Herrera nunca pudo explicar con claridad cómo se le provocó el descalce. Siguiendo esa línea, la Justicia deberá indagar si el dinero de sus clientes se perdió por negocios financieros que salieron mal en algún momento o si Herrera se lo quedó (en total o en parte), y por eso los fiscales siguen la pistas de algunas cuentas que tiene en el exterior.