Central está de fiesta. Atraviesa un presente de ensueño. Sus hinchas tienen el pecho henchido de orgullo por este elenco de Coudet, que representa muchos de los valores que siempre pretendieron de sus equipos. Aunque no se conforman y quieren más. Como los jugadores, cuyos gritos aún retumban en el vestuario del Padre Martearena. Porque están felices, pero en el canto más repetido de la noche lo dijeron clarito: “Que vamos a salir campeones...”.



Rosario Central se impuso esta noche por 1 a 0 a Racing en el estadio Padre Martearena de Salta y logró el pasaporte a la final de la Copa Argentina por segundo año consecutivo. La clasificación llegó con un bonus: además, se inscribió entre los conjuntos que disputarán la Copa Libertadores 2016.


Fue un encuentro durísimo para Central. Que pudo sortear gracias a una jugada de sus dos mejores valores: Giovanni Lo Celso y Marco Ruben. En el final del primer tiempo, en plena paridad, el zurdo dibujó una fantasía por la izquiera y le metió un pase gol a la cabeza de gran artillero del fútbol argentino. A la postre, sería el único tanto de la noche y el de la clasificación.


Antes y después de eso, Racing le opuso férrea resistencia a Central. De hecho, tuvo dos jugadas clarísimas que se estrellaron en el palo: en el primer acto, un cabezazo de Nico Sánchez; en el segundo, un remate externo de Milito que devolvió el parante izquierdo. La Academia le planteó una cotejo áspero y lo complicó bastante con su 4-1-4-1.

A Central no le funcionó fluidamente su circuito de juego, algo que era previsible en una instancia semifinal y con un campo en pésimas condiciones. Pero tuvo lo que mostró desde aquel primer partido del año, justamente ante este rival en Avellaneda (1-0 en la fecha 1): intensidad, concentración y jerarquía. Y el gol le dio la tranquilidad para manejar las riendas y administrar la ventaja.

Encima, Nicolás Sánchez se hizo echar por un patadón a Ruben y dejó con diez a sus compañeros. Que empujaron de todas maneras hasta el pitazo final. Poco antes, Giovanni Lo Celso también vio la roja y se marchó a vestuarios con toda la bronca por perderse la final. Pero eso es, ahora, apenas una anécdota: lo que realmente importa es que Central sigue vivo en los dos frentes. Y encima logró el plus de saber que recorrerá otra vez el fútbol del continente. 

El 4 de noviembre, se presume que en Córdoba, irá por la tan anhelada y postergada vuelta olímpica. Este plantel, y este entrenador, han hecho los méritos suficientes como para merecerlo.