El primer tiempo de Newell's, teniendo en cuenta el rival, fue de una mediocridad llamativa. Utilizando sus escasos recursos, Chacarita lo presionó, cortó su circuito de juego en grandes pasajes del encuentro y lo preocupó a partir de los centros y los pelotazos ejecutados por el intacto pié de Damián Manso.

La única situación clara (clarísima) de la Lepra en esa primera etapa surgió de un buen ataque por el sector izquierdo. Después de un rebote, la pelota le quedó a Faravelli que lanzó un centro fuerte y a media altura; el arquero Taborda quedó a mitad de camino y Ponce solo tenía que empujarla a la red, pero puso la cabeza y la pelota se fue por arriba del travesaño.

A los 44 minutos llegó una jugada que tiene mérito de Chaca, pero mucho de amateurismo en los defensores y el arquero de Newell's. El Piojo Manso tiró un pelotazo de 40 metros que encontró a Zapata picando ante la lenta marca de Coty Fernández y las dudas de Pocrnjic. Conclusión: los dos rojinegros a mitad de camino y un derechazo de Zapata que abrió el marcador.

En la segunda etapa, aunque no hubo cambios de entrada, el equipo de Gallego estuvo un poco más decidido. Newell's apretó a Chaca contra su arco y generó dos mano a mano que primero Maxi y después Cáceres desperdiciaron definiendo al cuerpo del arquero tricolor.

Los minutos fueron pasando, Newell's fue perdiendo juego y profundidad, y Chacarita se afirmó mejor en defensa del gol de ventaja. Gallego probó con Tévez y Castro primero, y luego sacó a un defensor (López) para poner a otro nueve (Fydriszewski).

Pero más allá de esta postura ofensiva del DT rojinegro, la debacle se avecinaba: Carabelli entró solo por el centro del área y definió ante el inútil esfuerzo del arquero leproso.

De ahí en más, solo hubo tiempo para la salida de Damián Manso y el aplauso de los compañeros y dirigentes del Funebrero que estaban en la platea. El Piojo, con sus achaques, fue la figura del partido.

Cuarta eliminación prematura de Newell's en Copa Argentina. La tercera en primera ronda. Y lo peor: la sensación de que el ciclo del Tolo Gallego tocó fondo.