Simone Biles, la gimnasta que ganó todas las medallas en Río 2016 para consagrarse como the GOAT (Greatest of All Times), renunció a varias competencias en Tokio tras confirmar que padece problemas psicológicos: “No puedo subir ahí”, admitió y abrió una mirada más humana hacia los deportistas exigidos al máximo y cómo pueden llegar al límite de sus posibilidades.

En diálogo con Antes de Salir (El Tres), Marcelo Márquez, psicólogo deportivo y profesor de gimnasia, se refirió al “efecto Simon Biles”: “Si hablamos de alto rendimiento deportivo de pone en juego esa, entre comillas, exigencia”, comenzó.

Cómo lidiar con la presión en el deporte

Sobre los Juegos Olímpicos, observó: “Si se trata de un juego tendríamos que ver cómo construimos el pasaje de esa preparación a esos juegos, ver en qué lugar lo colocamos al deportista, que sea alguien que reciba exigencias constantemente, con una vara cada vez más alta, o lo colocamos en un lugar de acompañarlo, prepararlo y contenerlo donde se ponen en juego los sentimientos. Y es muy saludable que los sentimientos se manifiesten, a veces con angustias, temores e inhibiciones”.

“Hoy en un día especial, empieza el proceso de preparación para París 2024 hay muchos rosarinos y argentinos que ya estén soñando con participar”, continuó y preguntó: “¿De qué manera acompañarlos?”.

“Con las presiones dejás de jugar, lo importante es saber a qué mandato respondo”, consideró y agregó: “Mi sugerencia para los entrenadores es ver de qué manera construyo ese mandato, no hacerme cargo de las expectativas de los demás, de la mirada del otro que poco sabe de mi experiencia personal”.

Para el profesional, una situación similar se puede experimentar por fuera del deporte: “Todos estamos estamos sujetos a presiones y mandatos, para aquella gente que no practica un deporte, también lo siente. Tiene que pensar a quién respondo y poder bajar la vara independientemente que no me sienta exitoso o reconocido por otros”, recomendó.

En relación a Biles, expresó: “No creo que tenga miedo al éxito, es importante poder saber que lo que no se pone en palabras se pone en acto, un sentimiento de angustia y fue saludable que alguien dijera tengo y puedo parar. Lo importante es que haya podido decir basta a un pedido demasiado exigente”.