Una situación insólita se dio en el segundo tiempo del clásico francés entre Olympique de Marsella y PSG, en el Stade Velodrome, por la Ligue 1. A los 72 minutos de juego, cuando Lionel Messi encabezaba un contragolpe en velocidad, un intruso saltó al campo e interrumpió la inspiración del argentino. Debió intervenir la seguridad para que el cotejo pudiera reiniciarse.

El delantero rosarino, con el dorsal N° 30, corrió desde la derecha al centro con el campo abierto y Gueye proyectándose por el carril, ofreciéndose para la apertura y el centro, o para llevarse la marca y propiciar el enganche de la Pulga hacia el centro para el remate.

Sin embargo, Leo puso el freno, retrocedió y tocó hacia atrás, cuando tenía otras opciones. La respuesta a su actitud estaba en el aficionado que apareció desde atrás de uno de los arcos: el hombre se le acercó, lo tomó de uno de los hombros y le habló. Enseguida intervinieron los agentes, mientras el punta se alejaba de la escena.

A Leo, la situación le generó incomodidad y fastidio, dado que le cortó una acción potencialmente peligrosa, en un momento del partido complejo, dado que el PSG se había quedado con 10 hombres por la expulsión de Hakimi, a instancias del VAR.