Ya habían pasado los 90 minutos, los nervios de los penales, la explosión. Ya había pasado la fiesta en Arroyito, en el Monumento, en las calles de toda la ciudad. Pero no, el pueblo canalla no se fue a dormir. Una multitud vestida de azul y amarillo fue al aeropuerto a darle las gracias al equipo de Rosario Central que se consagró campeón de la Copa Argentina.

Fue el episodio que le faltaba a una fiesta interminable. A una celebración merecida y explosiva. Nadie tenía sueño, qué va. Nadie quería dejar de festejar. 

Jugadores e hinchas siguieron la fiesta en el aeropuerto de Fisherton. Y esto no termina.