Fue determinante en la jugada del penal a favor de Central. Mientras el equipo sufría lo que luego se repitió; en todo el desarrollo del partido, Walter Montoya se tomó su tiempo, respiró y asoció con un compañero.

En las finales, o en los partidos decisivos, se suele solicitar y destacar el esfuerzo, las ganas, el sacrificio. Montoya, por lo menos en las pocas intervenciones que pudo tener dentro del contexto de superioridad por parte de Atlético Nacional, se acordó de jugar.

Si fue parte de la jugada del penal, también robó algunas pelotas y, sobre todo, dio tiempo y segundos de tranquilidad con alguna tenencia ante el agobio rival. La pidió. Y eso no es menor. Y lo mejor de todo es que estuvo bien ubicado para devolver la pelota o dar un pase. El fútbol todo tiempo; denominado por Carlos Peucelle en la década del 40 para dejar de llamar "juego de posición", palabra moderna, europeizada, que etiquetó a esta columna que cambiará de nombre al darse cuenta de tamaño injusticia hacia la esencia del fútbol argentino.

Retornemos al partido del jueves a la noche y a Montoya. En sus intervenciones se denota otra injusticia para Rosario Central. Si Pinola era un elemento icónico del equipo, y su pase hacia Larrondo era el primer eslabón de la construcción ofensiva en campo rival, la salida obligada de Montoya sentenció que las lesiones perjudicaron de sobre manera a Rosario Central.

En segundos el entrenador tiene que decidir. Se lesiona un jugador, y en este caso alguien que fue determinante en el primer partido en Rosario y estaba desarrollando un buen partido dentro del contexto del equipo. Y justo ahí, en ese instante, Coudet tiene que decidir. Atlético Nacional había convertido el 2-1. Es cierto que Lo Celso podría haber ingresado para intentar retener la pelota, pero ingresó Gil Romero. Lo Celso había sido relegado en los últimos partido, en baja desde su opaco partido frente a Newell´s.

Son decisiones que con el resultado se tiñen hacia un lado o hacia el otro. La prensa pragmática esperará el resultado para decidir. Y ahí, recién ahí, decidirá sus líneas para agigantar el acierto o el error. Lo cierto que esas decisiones quedan marcadas en todo entrenador. Son finales, o partidos determinantes, y en cuestión de segundos un cambio puede modificar todo.

El obligado cambio de Montoya nos recordó el obligado cambio de Martino por parte de Marcelo Bielsa en la final entre Newell´s y Sao Paulo en Brasil. Si bien el actual seleccionar argentino, no cumplió un gran partido (al que repasamos con sus intervenciones) era el jugador ideal para hacer lo que hizo por momentos Montoya en Colombia. Dar tiempo, segundos de tranquilidad, algunos pases ante el sometimiento rival.

Lesiones y modificaciones que quedarán en la historia del fútbol rosarino que sigue sin poder levantar la Copa Libertadores.