En mayo de 2003, cuatro tenistas argentinos llegaron a las semifinales del por entonces Masters Series (hoy Masters 1000) de Hamburgo. Agustín Calleri, Guillermo Coria, David Nalbandian y Gastón Gaudio se impusieron en sus partidos de cuartos de final y por primera vez en la historia, y única hasta ahora, un país llenó los cuatro casilleros decisivos de un torneo de semejante categoría. Coria le ganó a Gaudio y Calleri a Nalbandian. Y el Mago se quedó con la final. Con el paso de los años y por cuestiones más políticas que deportivas, el torneo de Hamburgo fue degradado a la categoría de ATP 500.

En enero de 2022, ahora, ocho argentinos arrancaron el Abierto de Australia. Seis se despidieron en la primera ronda y los otros dos cayeron en su segunda presentación. Lo único positivo fue la cantidad de participantes. Suelen ser muy poquitos los argentinos en Melbourne.

El agua y el aceite, años de picos máximos y pisos mínimos sin una política deportiva que sustente, o intente, darle una regularidad al tenis argentino.

Diego Schwartzman, el único criollo con proyección en Australia, se despidió muy rápido de la competencia. Ya en la segunda ronda se quedó al margen frente a un rival muy inferior que sólo contaba con el beneficio de ser local.

Del Potro lucha contra sus eternos problemas físicos

La contracara de Peque en este primer Grand Slam del año fue Horacio Zeballos, que, en dobles, y en compañía del español Marcel Granollers, llegó hasta la penúltima instancia de la competencia y se transformó en el primer argentino en alcanzar la semifinal de los cuatro torneos grandes al menos una vez en su carrera en esa modalidad. Inclusive llegó a la final del US Open en 2019 y de Wimbledon en 2021.

En singles, el único que lo consiguió fue David Nalbandian. Y en 2002 llegó a la final de Wimbledon.

Argentina extraña horrores a la inolvidable Legión, que todas las semanas tenía como mínimo a un par de sus representantes en las instancias decisivas de cualquier torneo de cualquier jerarquía.

Pero la gran pérdida de la etapa de oro del tenis argentino, incluyendo también los tiempos inolvidables de Guillermo Vilas, José Luis Clerc y Gabriela Sabatini, es no haber aprovechado el envión de un grupo inmenso de tenistas que hizo furor en el circuito internacional.

No hubo una política deportiva que aprovechara el aventón, como dirían los españoles, y todo volvió a ser como siempre. Sólo gestiones individuales le dieron a este deporte en el país resultados grandes, aunque en cuentagotas.

Así apareció Juan Martín Del Potro, que hoy lucha por regresar aunque todo le cuesta demasiado por sus sucesivos problemas de lesiones.

El agua y el aceite, años de picos máximos y pisos mínimos sin una política deportiva que sustente, o intente, darle una regularidad al tenis argentino

Insólitamente, en una época de logros individuales aislados y casi siempre con el mismo protagonista, Argentina logró en 2016 la tan ansiada Copa Davis.

Quizás cuando menos se lo esperaba y con los protagonistas menos supuestos, salvo Del Potro, Argentina tocó el cielo tenístico cumpliendo con el obsesivo objetivo que no pudieron conseguir ni Vilas y Clerc juntos (aunque separados), ni la Legión.

Rara la historia del tenis argentino.

Desde Vilas, que nadie sabe por qué no le otorgaron el número uno del mundo, pasando por el milagro Sabatini, la Legión impresionante que tampoco fue producto de una política institucional, los tiempos gloriosos de Paola Suárez sobre todo en dobles con Grand Slams incluídos, hasta Del Potro, que surgió cuando parecía que ya no quedaba ningún jugador con el cual ilusionarse, nada fue producto de la previsión ni del trabajo a largo plazo.

Ahora, en estos tiempos tan flacos como otros tantos, sólo Schwartzman mantiene las expectativas, pero con limitaciones. Es difícil imaginar que Peque llegue a la final de un Grand Slam. Hubo un momento mágico de Nadia Podoroska en Roland Garros 2020 que frenó contundentemente la polaca Iga Swiatek en semifinales, pero poco más para pensar en grandes resultados. 

Argentina extraña horrores a la inolvidable Legión, que todas las semanas tenía como mínimo a un par de sus representantes en las instancias decisivas de cualquier torneo de cualquier jerarquía

De nuevo: sólo un gran Schwartzman en varios torneos de la serie Masters 1000 y algún que otro Grand Slam generó ilusión, pero sólo dos veces alcanzó semifinales de torneos de esa jerarquía y en unas cuantas oportunidades los cuartos de final.

Con Del Potro en boxes, el marplatense Zeballos, a los 36 años, es el argentino que más cerca está de ganar un Grand Slam, en este caso en dobles. 

Zeballos tuvo una buena participación en dobles de Australia junto al español Granollers

Si no se recupera Del Potro, Schwartzman seguirá siendo el número uno del país aportando todo su esfuerzo para ser uno de los 20 mejores tenistas del mundo, todo un logro para la realidad del tenis argentino de hoy.

Muy atrás en el tiempo quedaron las épocas doradas de aquella semifinal íntegramente argentina de Hamburgo 2003, o la final criolla de Roland Garros 2004.

Ese era un gran momento para transformar al tenis argentino en una potencia mundial sostenida en el tiempo.

La chance se desperdició y la realidad marca que la Asociación Argentina de Tenis (ATP), conducida hoy por aquellos héroes de la Legión, está ante un gran desafío, el mismo de siempre en realidad.

¿Podrá afrontarlo, o volverá a fracasar en el intento?