Lo diez clásicos sin victorias están ahí. Son una estadística real. Que duele. Como duele la campaña, de exiguos 12 puntos que lo dejan a 19 del puntero Lanús. Pero no menos cierto es que esta tarde, el equipo de Osella dio señales de estar vivo. Y de los dos, fue mejor que Central, un conjunto catalogado como uno de los tres mejores del semestre. Por eso, se encendió una luz de esperanza.

Esta tarde, Newell's fue el más peligroso de la cancha. Contó con las mejores ocasiones de gol: una, la impresionante atajada de Sosa sobre Maxi Rodríguez. Otra, el mano a mano que Scocco dilapidó ante el propio Sosa, al que ya había pasado pero no pudo ajusticiar antes del cierre de Salazar. Ambas fueron en el segundo tiempo.

En el primer acto también tuvo la ocasión más nítida, con un dribbling de Boyé culminado con un disparo cruzado que atajó el guardameta oriental, al cabo el hombre más decisivo del pleito. Pareció ganar más seguridad en el fondo, con Mateo barriendo delante de los zagueros, y Pocrnijc casi no fue inquietado por Ruben y compañía.

De la mitad hacia adelante, halló con Fertoli, Formica y Maxi un circuito de juego parecido a una identidad, a saber a qué juega, el principal reclamo al DT. Y Boyé se mostró de nuevo como una peligrosa daga, que con su velocidad y buen manejo de pelota llevó peligro a las costas centralistas.

Quedan apenas cuatro partidos por delante antes de que se cierre esta primera fase de un torneo que acabará con la final entre los ganadores de ambos grupos. Será muy difícil torcer el destino de una faena muy deslucida y flaca de puntos, que inició Bernardi, prosiguió Vojvoda y heredó Osella. Pero los hinchas se fueron de la cancha algo más tranquilos. Sabiendo que ver a un Newell's que sabe a qué juega no es una utopía.