Mantener el suelo “vivo”, probablemente sea uno de los desafíos más importantes para quienes desarrollan, con mucha pasión, la agricultura. Ante un mundo que demanda cada vez más alimentos producidos de forma sustentable, el recurso tierra se ha convertido en gran protagonista de los sistemas productivos.

Hay varias herramientas y metodologías para aprovechar el máximo potencial de los cultivos y los suelos. Pero el cuidado de cada uno de ellos resulta trascendental y hacia allí van las exigencias de la sociedad. Utilizar químicos cuando corresponda y con la medida exacta es importante, pero también costoso. Y aquí entran a jugar otros métodos que han ido apareciendo ante las necesidades y requerimientos. Así, los famosos “cultivos de servicios” fueron ganando terreno, a paso lento pero firme, con los beneficios que generan.

Para conocer más sobre el tema, Ecos365 dialogó con el Ing. Agr. Gervasio Piñeiro, coordinador técnico de la Red de Cultivos de Servicios de Aapresid, que destacó el gran aporte de avenas, centenos, vicias, rábanos, colzas y muchas más especies que le agregan diversidad al ecosistema.

“Lo primero que debemos decir es que son cultivos que se van a sembrar, pero que no se van a cosechar. Eso sí, tienen varios objetivos como descompactar el suelo, evitar el uso de fertilizantes o herbicidas porque aumentan de alguna manera la competencia con las malezas o pueden traer enemigos naturales y entonces usamos menos químicos en los sistemas de producción”, explicó. Y remarcó: “se ahorran fertilizantes y se mejora la materia orgánica del suelo”.

En años secos también se notan sus beneficios, pero para que ellos suceda es importante que un cultivo de servicio pueda terminarse en fecha. “Lo que llamamos el ´barbechito´ tiene que tener una duración adecuada para capturar el agua que se necesita porque está demostrado que entra más lluvia al suelo cuando tenemos un cultivo de servicio que cuando tenemos un barbecho largo”, indicó.

Y agregó: “la clave en los años secos es terminar lo suficientemente temprano el cultivo de servicio como para tener una ventana de un mes o dos meses, dependiendo de la lluvia de la zona, para que se recargue el perfil y arranque en buenas condiciones para el cultivo de verano”.

Inversión, no gasto

Para Piñeiro, hay una demanda de la comunidad orientada a una menor utilización de herbicidas y químicos. En ese sentido, cobran relevancia los cultivos de servicios y, si bien falta mucho camio por recorrer, “los números ambientales son muy buenos y los económicos también porque cuando se hacen bien las cosas, son mucho mejores que el modelo muy dependiente de los químicos o insumos”.

Según contó, se trata de una inversión en términos de materia orgánica del suelo, por ejemplo de nitrógeno. “Una buena vicia puede estar aportando 100 kg de nitrógeno, que son 200 kg de urea. Es decir, estas invirtiendo en el sistema 200 kg de urea que te la va a dar de a poquito esa materia orgánica. O sea que uno está invirtiendo en un sistema que va a tener menos malezas, que estará más descompactado y entonces en un año húmedo entrará mas agua, en un año seco va haber más agua también en el suelo”, reveló. Y aseguró: “claramente son una inversión estos cultivos”.

Tips para un manejo correcto

El experto resaltó que la clave “es pararse en el momento en el que uno va a sembrar el cultivo de verano que sigue (maíz o soja) y definir qué duración puedo tener con el barbechito para capturar agua ahí y definir también qué fecha debo estar terminando el cultivo de servicio”.

A partir de eso, debe definirse cuál es la ventana, qué variedad y mezcla de especies serán las óptimas para cuando uno esté suprimiendo el cultivo de servicio. “Hay que ir viendo y experimentado con todo eso para sincronizar la descomposición de ese cultivo de servicio y la disponibilidad de nutrientes que tiene con el cultivo de renta que sigue, y el tiempo suficiente para capturar agua”.