Finalmente, los pronósticos climáticos acertaron y llegaron las lluvias a gran parte del territorio santafesino. Los registros pluviométricos oscilaron entre 10 y 90 mm, dependiendo la zona, pero está claro que el “regalo del cielo” será aprovechado por los productores.
En ese sentido, entre la tarde de sábado y la mañana de domingo fueron muchos los productores que decidieron salir a la “cancha” con sus sembradoras para apostar una vez más, a pesar de todo. El maíz tardío se lleva todas las miradas por estas horas, ante la necesidad de forrajes pensando en los próximos meses.
La posibilidad de sembrar un cereal bien tardío representa una oportunidad, pero también un riesgo teniendo en cuenta que las heladas tempranas que puedan producirse en el mediano plazo, pueden tirar todo por la borda. Y los productores lo saben. Sin embargo, en términos futboleros, están dispuestos a afrontar el desafío al menos para buscar ese gol en tiempo de descuento, que permita sobrellevar de la mejor manera posible el otoño y el invierno.
En este escenario de sequía, las famosas “reservas” debieron utilizarse o, peor, no pudieron realizarse ante la espantosa realidad productiva y los daños registrados en los cultivos. Los maíces, al igual que la campaña pasada, fueron los más castigados. Por eso, estas precipitaciones son tomadas como una revancha.
Actualizamos el registro de #lluvia en la provincia de Santa Fe.
— INTA Santa Fe (@INTASANTAFE) January 21, 2023
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Información clave
Federico Larrosa, gerente de Agroservice de KWS, a partir de experimentaciones a la largo de cuatro campañas en las que extendió la fecha de siembra del cultivo hasta el mes de enero, sacó sus conclusiones en referencia a maizales muy tardíos que, como máximo, tienen un potencial de rendimiento de 6.000 kilos por hectárea.
Según describió, la arquitectura de las plantas sembradas de diciembre a enero se reduce drásticamente a floración, ya que éstas se desarrollan muy rápido y crecen poco como consecuencia de un ambiente con radiación solar en descenso y altas temperaturas.
Así, “para los productores que estén tomando el riesgo de sembrar ahora, la densidad de siembra deberá asemejarse a la cantidad de plantas de una siembra temprana que permita conseguir la mayor captura de radiación posible ya es el recurso limitante”, explica, a lo que agrega que, “en nuestros ensayos, al bajar la densidad en este momento no observamos un aumento de rendimiento por planta”.
Por su parte, manifiesta que ese ajuste en el manejo de la densidad debe hacerse de acuerdo a la potencialidad de cada ambiente (loma, media loma y bajo).
Además, Larrosa subraya, como otro factor positivo de una siembra tardía que, al ser un cultivo de crecimiento rápido y potencial reducido, la oferta nutricional de nitrógeno puede cubrirse con la propia mineralización del suelo.
En este caso, advierte que deben considerarse y revisar los antecedentes inmediatos del lote que impliquen analizar cuánto capturó de nitrógeno un cultivo antecesor (por ejemplo, bajos rindes de trigo o si se trata de una resiembra de maíz sobre maíz).
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