Cableoperadoras santafesinas tardan ocho meses en recuperar lo invertido en cada nuevo cliente

Debido al congelamiento tarifario, durante el último año se duplicó el tiempo necesario para amortizar la inversión inicial. Advierten que empeorará el servicio

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Con costos que se dispararon por encima del 50%, y sin haber podido ajustar las tarifas en todo el 2020, pequeñas y medianas cableoperadoras santafesinas paralizaron inversiones como recurso de subsistencia. Claro que esta decisión se verá reflejada en una fuerte caída en la calidad del servicio.

“El último aumento lo habíamos podido hacer en diciembre de 2019. Durante el año pasado la devaluación nos disparó los costos operativos, subieron los insumos electrónicos, los gastos de movilidad y los salarios, pero no nos dejaron ni siquiera retocar la tarifa”, manifestó Eduardo Battaglia, presidente de la Asociación Santafesina de Televisión por Cable (ASTC).

La declaración de la prestación de internet y cable como “servicio público en competencia”, término que desde el sector ven como contradictorio, llevó a que cada incremento requerido deba ser previamente aprobado por el Gobierno. Es así como durante 2020 no se autorizó ninguno, y en el inicio de 2021 se rechazó de plano el 25% solicitado por las empresas.

Hoy necesitamos de casi ocho meses sólo para recuperar lo invertido, cuando antes lo hacíamos en tres o cuatro"

En cambio, el Ente Nacional de Comunicaciones (ENaCom), otorgó luego de 8 meses de congelamiento un 5% de suba a los grandes prestadores (que poseen más de 100 mil clientes) y un 8% a los licenciatarios con menos de ese número. En este segundo grupo entran las compañías que integran la ASTC, que provee de estos servicios a un amplio grupo de ciudades y pueblos santafesinos por fuera de Rosario y la capital provincial.

“Nosotros hicimos una red de fibra óptica y el costo de conexión por abonado es de u$148 más IVA, algo así como $20 mil. Si cobramos $2.580 por cable y 50 megas, necesitamos de casi ocho meses sólo para recuperar lo invertido, cuando antes lo hacíamos en tres o cuatro”, explicó Battaglia a Ecos365.

Ocurre que a diferencia de los grandes prestadores, en el caso de estas pymes las estructuras de costos son muy diferentes, pagan proporcionalmente valores más altos a proveedores y les cuesta más las amortizaciones de los costos fijos, al disponer muchos menos clientes. Esto puso en jaque a muchas de ellas, que apelan a lo que tienen a mano para subsistir.

“El mantenimiento y las inversiones se paralizaron por completo, porque si bien la cuarentena llevó a que se mantuviera estable el número de abonados, por la devaluación cada vez nos cuesta más adquirir tecnología con lo recaudado”, planteó.

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