El dólar oficial pierde peso como valor de referencia y empresas recurren a cotizaciones alternativas

Las compañías ensayan recetas para salir de la parálisis ante la incertidumbre cambiaria y el cepo importador

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El histórico problema argentino de la restricción externa, por el cual el país requiere muchas más divisas de las que genera, lo que limita su crecimiento y conduce a recurrentes crisis, volvió a hacerse evidente este año. Pero además, la interna en el Gobierno, una altísima factura de gas, emisión descontrolada y problemas locales e internacionales que se arrastran desde la pandemia pusieron al país otra vez en una situación crítica, que se tradujo en una brusca caída de los mercados y una profunda inestabilidad cambiaria.

Después de una de las semanas más agitadas para el Gobierno, el dólar blue alcanzó los $273, mientras que el CCL quebró la barrera de los $300 y la brecha cambiaria tocó el récord de $137%. Las primeras definiciones de la flamante ministra de Economía, Silvina Batakis, lejos estuvieron de apaciguar a los mercados, pero sirvieron para dejar en claro que al menos por ahora la receta pasa más por la continuidad de la actual política económica que por un cambio drástico.

Esto es, la devaluación brusca que algunos piden, y que ya se ha aplicado incluso en otros gobiernos kirchneristas, no parece ser hoy la primera opción. Hay consenso en el círculo rojo que sin un plan de fondo, quedaría rápidamente neutralizada y más temprano que tarde el país se encontraría con los mismos problemas, y posiblemente también con más inflación. Sin embargo la lectura entre líneas de la crítica de Batakis a los gastos en el turismo internacional, justo cuando su hijo se encontraba en Londres, llevaron a pensar en la posible implementación de un desdoblamiento cambiario.

Es más, antes de ser gobierno, la hoy titular de Hacienda se mostró partidaria de esta opción. “Me parecería razonable, podría haber un dólar turismo, otro ahorro y otro para el comercio exterior, pero no creo que el gobierno lo aplique”, había dicho en 2018, en épocas de Cambiemos en la Casa Rosada. Incluso esta propuesta hoy comienza a ser militada por algunos sectores económicos de peso, tal como es el caso de industriales metalúrgicos cordobeses.

Su argumento es que el tipo de cambio real, si bien se redujo alrededor de 20% desde diciembre de 2019, sigue siendo superior al registrado después de las correcciones de enero de 2014 y diciembre de 2015. Entonces el problema no sería de atraso cambiario sino de excesiva brecha, “provocada por un elevado nivel de incertidumbre y desconfianza en el futuro”.

“Resulta contraproducente para el país que se restrinja el acceso de las empresas al mercado de cambio, poniendo en riesgo la producción, el empleo y las exportaciones, mientras se utilizan dólares escasos para viajes al exterior, pagos con tarjeta de crédito por compras en el exterior o formación de activos externos”, señalaron los metalúrgicos cordobeses en un comunicado. Casi un calco de lo expresado por Batakis.

Una de las medidas que se menciona que estudia el Gobierno para frenar la salida de divisas por esta vía, que entre enero y mayo representaron u$s1.500 millones, implica que los gastos con tarjeta pasen a cotizarse al valor del dólar MEP, que el viernes cerró en $289,29, es decir, 35% más que el dólar solidario o turista. Se piensa que al menos en un primer momento serviría para desalentar este tipo de gastos, y de tener éxito, la medida podría extenderse a otros rubros considerados superficiales, priorizando los dólares con destino productivo.

Ahora bien, esto no implicará mayor apertura importadora. Solamente sería un paliativo para que el cepo no se estreche todavía más y lleve a paralizar por completo la economía. Cabe recordar que antes de estas turbulencias producidas por la salida de Martín Guzmán, el Banco Central había endurecido el acceso a divisas para compras de empresas en el exterior. Entre otras cosas, de los 60 a 90 días de plazo para pagos en la mayoría de los sectores, se pasó a 180. Si la relación entre los clientes argentinos y los proveedores internacionales ya venía a los tumbos, plantearles a estos últimos que el cobro sería dentro de medio año terminó de romper muchas relaciones. Sobre todo si se considera el contexto internacional, todavía con problemas de producción y logística, con exceso de demanda y escasez de oferta.

El gesto de uno de los principales proveedores de tecnología como Asus, que aceptó estas condiciones, por ahora es más una excepción que la regla. Además, incluso para los que tienen saldo exportador favorable, la bajada de línea es que bajen el cupo importador. No es casualidad que Toyota, la automotriz que más exportó, tenga 4 mil autos parados en la Aduana, o que empresas rosarinas de renombre deban enviar sus productos a depósitos fiscales a la espera de nuevas habilitaciones.

Pero incluso en aquellos sectores como la salud, donde los tiempos de pago se sostuvieron en 30 o 60 días, comenzó a producirse un retaceo en la entrega de medicamentos, descartables y equipos médicos. La situación también se da en otros sectores, también en aquellos que cuentan con producción nacional, en este caso por la falta de precios de referencia. Fueron muchos los que se acercaron esta semana a corralones rosarinos para sobrestockearse de materiales, y sobraron casos en los que se encontraron con negativas, salvo que se trataran de clientes tradicionales. Tampoco es que sobran artículos del rubro, es más, desde el sector se quejan por importantes faltantes.

Con un dólar oficial que casi no se mueve, pero que cada vez encuentra más puertas cerradas, y una enorme volatilidad en la que nadie es capaz de pronosticar cuánto estará el billete verde en un futuro próximo, de uno y otro lado de la cadena empiezan a ensayar alternativas para salir de la parálisis. En este marco, no son pocos los que recurren a otro tipo de cotización que cubra eventuales saltos cambiarios, y en la que el MEP parece llevar la delantera. Claro que convalidar este cambio de referencia trae como resultado un brusco incremento en los precios mayoristas, que luego se trasladará a los minoristas, dándole nuevo impulso a la inflación. Cabe aclarar que la estrategia no es generalizada, pero sí está siendo adoptada por cada vez más rubros. El tiempo dirá si esta receta es temporal, hasta que pase el temblor, o si llegó para quedarse. Pero sin dudas se trata de un fenómeno para seguir de cerca.

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