Hallan alternativa biodegradable al packaging y desenvuelven un negocio sustentable

Tres jóvenes investigadores reemplazaron telgopor y plástico por un producto compostable elaborado con desechos agrícolas y hongos. Fueron incubados por la UNL

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Anualmente se producen en todo el mundo 14 millones de toneladas de poliestireno expandido (EPS) al año, se estima que el 45% de éste tiene un uso descartable como el packaging, causando graves problemas ambientales. Tres jóvenes lograron reemplazarlo con un biomaterial obtenido a partir de desechos agrícolas y de la industria maderera, combinados con raíces de hongos. Su desarrollo ya ganó premios y fue preincubado por la Universidad Nacional del Litoral (UNL).

Paula Sacripanti Olalla, ingeniera química y doctoranda en Ciencias Biológicas, su pareja, el arquitecto Andrés Milos Sucksdorf, y su hermano, Sebastián Sacripanti Olalla, ingeniero agrónomo, son los encargados de llevar adelante este proyecto al que bautizaron Growmat. Paula se encarga de la producción y desarrollo, Andrés del diseño y Sebastián de la materia prima. El material que producen puede reemplazar al telgopor y al plástico de un sólo uso empleado como packaging, ya que el mismo protege al producto, resiste los golpes y además es biodegradable y compostable.

Paula, Andrés y Sebastián, los integrantes de Growmat
Paula, Andrés y Sebastián, los integrantes de Growmat

“Estamos acostumbrado a que cada vez que nos llega un producto tiramos el paquete inmediatamente. O sea que el envoltorio dura segundos o minutos en nuestras manos y después demora años en descomponerse”, resaltó Paula respecto a una conducta habitual de los consumidores pero muy perjudicial. “Lo que nosotros hacemos tiene las mismas características funcionales pero después de usarlo, podés tirarlo en el patio de tu casa que se descompone y vuelve a la tierra, cerrando el círculo”, agregó en diálogo con Ecos365.

A la hora de la elaboración, explicó que estos restos agrícolas y raíces de hongos son puestos en un molde a elección, una vez que lo cubren, se seca el compuesto, se lo corta y queda el envoltorio con la forma buscada. “Las características finales son muy parecidas al telgopor, siendo rígido, resiste golpes, al agua y también al fuego. Queda con una textura blanca pero no uniforme, ya que también tiene toques marrones y amarillos”, describió.

El equipo comenzó a hacer las pruebas en un laboratorio casero, y su creación obtuvo el 2do premio en el Concurso de Ideas de Negocios de la ciudad de Paraná y fue una de las ganadoras del ProyectáBIO 2020. Este año acaban de pasar por la preincubación de la UNL y apuntan a sumar socios claves para comprar equipos con los cuales logren desarrollar el prototipo final y escalar la producción.

“No se requiere de una gran tecnología pero sí de volumen para almacenar los insumos y la producción. La idea es vender estos envases a empresas de naturaleza sustentable, o tradicionales pero que estén buscando dar el salto a algo más ecológico. Adoptar este tipo de conciencia es una tendencia mundial, potenciada por la pandemia, y que en Argentina está llegando, y queremos colaborar en ese sentido”, cerró la emprendedora.

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