En una Argentina que nunca deja de sorprender, la economía parece un juego de altos y bajos. Este artículo se mete de lleno en lo que pasó esta semana en el campo, la industria y las finanzas, con una mirada fresca y aguda sobre los desafíos y oportunidades que definen el panorama actual.
Economía Nacional y Local
En la pizzería de Don Pedro, en pleno corazón de Rosario, los debates sobre economía están a la orden del día. Allí, entre las mesas de fórmica y el aroma a muzzarella, Don Pedro escucha a sus clientes habituales, quienes no pueden evitar comentar las últimas cifras de inflación que, aunque se han suavizado un poco, siguen asfixiando el bolsillo de los argentinos. Entre empanadas y botellas de fernet, se discute sobre cómo la economía del país parece un barco a la deriva, donde los precios suben mientras los salarios intentan, tímidamente, mantener el ritmo.
Mario, el carnicero del barrio, comenta que aunque los precios de la carne en Rosario no han subido significativamente, otros productos básicos como el pollo y el cerdo han disparado sus costos. La inflación en Santa Fe, más alta que la media nacional, está empujando a muchos de sus clientes a elegir cortes más económicos, o incluso, abandonar la carne por completo. “La inflación es como la pizza de los viernes,” dice Mario con una sonrisa amarga, “siempre está ahí, pero últimamente viene con menos queso.”
Mientras tanto, Guillermo, un empresario rosarino que lleva años en la industria manufacturera, ha sido testigo de cómo su sector se ha deteriorado en el último tiempo. Durante el primer semestre de 2024, la actividad industrial cayó drásticamente, acumulando 13 meses de retroceso interanual consecutivo, según la UIA. Las pymes manufactureras, que son la columna vertebral del sector, están en una encrucijada: el 30% de ellas ha tenido que frenar proyectos de inversión debido a la incertidumbre económica y a la inflación, que en julio alcanzó el 4%, con un acumulado del 87% en lo que va del año.
A pesar de este panorama desalentador, Marta, una joven emprendedora tecnológica, ha encontrado oportunidades en la adversidad. Su startup, que opera desde Rosario, ha sabido aprovechar la creciente demanda de soluciones digitales. Mientras las pymes industriales luchan por mantenerse a flote, empresas tecnológicas como Mercado Libre no paran de crecer.
En el ámbito microeconómico, otros sectores también muestran señales de vida. La venta de autos usados en julio de 2024 fue la mejor de los últimos 29 años, con cerca de 185.000 unidades comercializadas, según la Cámara del Comercio Automotor. Este dato revela que, a pesar de la crisis, el mercado automotriz tiene un dinamismo que sorprende, especialmente en tiempos de incertidumbre económica.
Además, la nueva Amarok de Volkswagen se lanzó con gran expectativa en Argentina, apostando a la tecnología y la seguridad como sus principales armas para captar un mercado cada vez más exigente. Este tipo de lanzamientos refuerza la idea de que, aunque la macroeconomía esté en problemas, existen nichos en la microeconomía que siguen prosperando.
Campo
Por otro lado, el campo, ese gigante que siempre ha sostenido a la economía argentina, también enfrenta sus propios desafíos. En la estancia de los Ocampo, ubicada en el corazón de la pampa húmeda, la charla entre Don Alberto y su hijo se centra en la chicharrita, una plaga que amenaza con reducir la superficie sembrada de maíz en un 21%. La incertidumbre climática y la posible caída de las cosechas tienen a Don Alberto más preocupado que nunca. “Esto ya no es lo que era,” dice con un tono resignado, mientras mira el cielo, como esperando una respuesta divina.
A pesar de todo, no todo son malas noticias. Las exportaciones de carne vacuna, impulsadas por la quita de restricciones, alcanzaron niveles récord en el primer semestre de 2024, con 454.711 toneladas enviadas al exterior, un logro significativo en un entorno global competitivo. Aunque esto es un respiro para la economía del campo, Don Alberto sabe que no puede relajarse. El campo argentino, que en un tiempo fue la fuente de optimismo y esperanza, ahora se enfrenta a un futuro incierto donde las lluvias escasean y los precios de los insumos suben como espuma..
Mientras tanto, en una oficina del gobierno, un grupo de funcionarios discute sobre el futuro del sector agroindustrial. El gobierno ha lanzado nuevos créditos en toneladas de soja para fomentar la tecnificación del agro. Estos préstamos, ofrecidos por el Bice, permiten a los productores financiar inversiones y pagarlas en pesos sobre la base del “precio Soja” al momento del pago de la cuota. Esta medida es una señal de apoyo para un sector que, a pesar de las dificultades, sigue siendo clave para la recuperación económica del país. Muchos productores, como Don Alberto, se preguntan si realmente podrán aprovechar estas herramientas en medio de tanta inestabilidad. “Es como tratar de arar con un caballo cansado,” murmura Don Alberto, “necesitamos más que promesas, necesitamos soluciones.”
En julio, la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR) reportó una leve suba en la actividad, lo que refleja un renovado interés por las tierras rurales como refugio ante la incertidumbre económica. Este cambio de ánimo entre los inversores, combinado con la apertura de más de 60 nuevos mercados internacionales para productos agrícolas, destaca la resiliencia del campo argentino. Mientras las hectáreas comienzan a valorarse nuevamente, Don Alberto siente que, a pesar de los desafíos, hay un horizonte esperanzador. “El campo siempre se levanta,” reflexiona, “solo necesitamos un poco de estabilidad para que todo florezca.”
Finanzas
En el plano financiero, la situación es igualmente compleja. Según Eco Go, el Gobierno ha destinado US$12.400 millones para intervenir en la brecha cambiaria, superando los niveles de intervención de años anteriores. Este esfuerzo por controlar el tipo de cambio se ha llevado a cabo principalmente a través del dólar agro, que representa el 20% de las exportaciones liquidadas en el CCL.
El déficit fiscal también es un tema de preocupación. En julio, el déficit fiscal financiero fue de $600.000 millones, un dato que refleja las presiones que enfrenta el gobierno en medio de un contexto de alta inflación y endeudamiento creciente. El uso de instrumentos financieros, como la reciente colocación de $1,59 billones en LECAPs, es una de las estrategias que el gobierno ha adoptado para manejar la crisis.
En contraste, la inflación interanual en Estados Unidos bajó al 2,9% en julio, el nivel más bajo desde 2021, lo que ha generado optimismo en los mercados internacionales y aumentó las probabilidades de que la Fed baje las tasas de interés. Este contexto internacional presenta un contraste claro con la situación argentina y subraya los desafíos que enfrenta la economía nacional para estabilizarse.
Ámbito Internacional
Mientras tanto, en el mundo de los gigantes corporativos, la historia de Avon y Mercado Libre ofrece un contraste llamativo. Por un lado, Avon, una vez una de las empresas de cosméticos más grandes del mundo, se ha declarado en bancarrota en Estados Unidos, agobiada por deudas que superan los mil millones de dólares. Los ejecutivos de la compañía, desesperados, intentan salvar lo que queda, mientras enfrentan una ola de demandas por productos que supuestamente causan cáncer. Es un golpe devastador para una empresa que alguna vez fue símbolo de éxito y glamour.
En contraposición, Mercado Libre, ese coloso del e-commerce nacido en nuestro país, acaba de superar los 100.000 millones de dólares en valor bursátil, convirtiéndose en la empresa más valiosa de América Latina. Mientras Avon se hunde, Mercado Libre asciende, mostrando que, en el terreno global, la suerte puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Es un recordatorio de que, en la economía global, no hay lugar para la complacencia.
Marcos, un joven analista de inversiones, no puede evitar comparar ambas situaciones. Mientras toma un café en su oficina en Nueva York, reflexiona sobre cómo dos empresas, una en caída libre y la otra en plena ascensión, representan las dos caras de la misma moneda. Avon, con su modelo de negocio tradicional, no pudo adaptarse a los cambios, mientras que Mercado Libre, con su enfoque innovador y tecnológico, ha logrado conquistar mercados internacionales y consolidarse como líder indiscutido en la región.
En cuanto al comercio exterior, Argentina podría cerrar 2024 con el superávit comercial más alto desde 2009, con un saldo positivo proyectado de US$21.237 millones. Este superávit se debe en gran parte a las exportaciones del campo, que representan el 60% del total exportado en el primer semestre del año.
A pesar de este superávit, las proyecciones económicas para Argentina siguen siendo desafiantes. La CEPAL advirtió sobre un escenario de bajo crecimiento para la región en 2024, lo que podría afectar la demanda externa de productos argentinos y, por ende, la balanza comercial del país.
Entre los desafíos, también surgen oportunidades que invitan a soñar con un futuro mejor. Desde el campo hasta la industria, pasando por las finanzas y el comercio exterior, la resiliencia argentina demuestra que, a pesar de todo, siempre hay una luz al final del túnel. “No es fácil, pero como siempre, saldremos adelante,” resume Don Alberto, reflejando el espíritu incansable de un país que no se rinde.
Comentarios