Lapidario informe de reconocidas organizaciones mundiales sobre la seguridad alimentaria

El documento de la FAO y la OCDE las repercusiones que la guerra podría tener, a corto plazo, en los mercados agrícolas. Riesgos y amenazas

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La agroindustria global enfrentará problemas en sus cimientos durante los próximos 10 años, como la necesidad de alimentar de manera sostenible a una población en crecimiento, las consecuencias de la crisis climática, así como las repercusiones económicas de la guerra en Ucrania y la interrupción de las cadenas de suministro de alimentos causada por este conflicto. Esta es la conclusión que se extrae del informe elaborado de forma junta por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

El objetivo es analizar los posibles desarrollos en los mercados de productos básicos agrícolas a mediano plazo. Los hallazgos presentados en el informe subrayan cuán crucial es que el gasto público adicional y la inversión privada se dediquen a la producción, la tecnología de la información, la infraestructura y el capital humano, a fin de aumentar la productividad agrícola.

“Los precios de los productos básicos agrícolas están siendo impulsados por una multitud de factores, como la recuperación de la demanda a raíz de la pandemia de COVID-19, que en sí misma provoca interrupciones en el suministro y el comercio, el clima severo en los principales países proveedores y el aumento en la producción y el transporte”, indicó el documento. Precisamente esos factores se potenciaron recientemente debido a la incertidumbre que rodea a las exportaciones agrícolas de las dos potencias cerealeras, Ucrania y Rusia.

“Sumado a esto, el papel de Rusia en los mercados de fertilizantes genera nuevos motivos de preocupación sobre la evolución de los precios de los fertilizantes y la productividad a corto plazo”, advirtieron.

El informe contiene un análisis de las repercusiones que la guerra podría tener, a corto plazo, en los mercados agrícolas y la seguridad alimentaria. Expone los principales riesgos que caracterizan los mercados de las principales materias primas: los precios de equilibrio del trigo podrían superar en un 19 % los niveles registrados antes del conflicto si Ucrania perdiera todas sus capacidades exportadoras, y en un 34 % si las exportaciones rusas cayeran un 50%.

“Bajo un escenario que simula el colapso de las exportaciones de Ucrania y Rusia en 2022/23 y 2023/24 sin un aumento en la producción global, la cantidad de personas con desnutrición crónica en el mundo seguirá creciendo después de la pandemia de COVID-19”, remarcaron.

“Sin paz en Ucrania, los desafíos de seguridad alimentaria del mundo seguirán empeorando, y los más pobres del mundo serán los más afectados”, dijo el Secretario General de la OCDE, Mathias Corman. “El cese inmediato de las hostilidades sería el mejor resultado para los pueblos ruso y ucraniano y para los numerosos hogares de todo el mundo que están sufriendo los altos precios provocados por el conflicto”, suplicó.

"El aumento de los precios de los alimentos, los fertilizantes, los piensos y la energía, combinado con la estrechez de los mercados financieros, está causando sufrimiento en todo el mundo", dijo el Director General de la FAO, QU Dongyu. “Se estima que 19 millones de personas más podrían sufrir desnutrición crónica en 2023 si la contracción de la producción mundial de alimentos y las importaciones de los principales países exportadores, incluidos Rusia y Ucrania, redujeran la disponibilidad mundial de alimentos”, señaló.

Problemas inmediatos

Al abordar los problemas inmediatos, la comunidad mundial no debe perder de vista la necesidad de trabajar para lograr la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Basado en pronósticos presentados en Outlook, “se espera que el consumo mundial de alimentos, el uso al que se destinan la mayoría de los productos agrícolas, aumente un 1,4% anual durante la próxima década, principalmente debido al crecimiento de la población”.

La demanda adicional de alimentos seguirá estando impulsada principalmente por los países de ingresos bajos y medianos, mientras que en los países de ingresos altos se verá limitada por el lento crecimiento de la población y el consumo de alimentos per cápita saturado de varios grupos de productos alimenticios. En los países de bajos ingresos, por otro lado, hay muchas razones para creer que las dietas seguirán basándose en gran medida en los alimentos básicos y que el consumo de alimentos no aumentará lo suficiente como para permitir alcanzar el objetivo de hambre cero en 2030.

“Se prevé que la producción agrícola mundial crezca un 1,1 % anual durante la próxima década, y la mayor parte del aumento se producirá en países de ingresos bajos y medianos”, vaticinaron. Las perspectivas suponen un mayor acceso a insumos y muestran que el crecimiento agrícola requiere una mayor inversión en tecnología, infraestructura y capacitación para mejorar la productividad. Sin embargo, un aumento prolongado de los precios de la energía y los insumos agrícolas, como los fertilizantes, hará subir los costos de producción y puede afectar el crecimiento de la producción en los años venideros.

Por último, concluyeron: “garantizar el buen funcionamiento del comercio y los mercados mundiales es fundamental para hacer frente a los desafíos de la seguridad alimentaria a corto y medio plazo. Según las proyecciones, el comercio mundial de los principales productos agrícolas y elaborados crecerá al ritmo de la producción durante la próxima década”. Dicho esto, algunas regiones exportarán una proporción cada vez mayor de su producción nacional, mientras que otras importarán una proporción cada vez mayor de su consumo total. Esta creciente interdependencia entre los socios comerciales muestra cuán crítico es tener un sistema de comercio multilateral global que sea transparente, predecible y basado en reglas.

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