Por la caída del consumo interno, advierten que hay menos matarifes operando

Desde el sector señalaron que las firmas abocadas al mercado interno acumulan cuatro años de caída en sus ventas, trabajando por debajo de su capacidad y con costos cada vez más elevados. 

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La Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores analizó la coyuntura que afronta la cadena y los precios que se están dando. En ese sentido, reconocieron que “resulta difícil tomar valores de referencia para la hacienda en pie, dada la alta volatilidad de precios observada en los mercados de hacienda en las últimas semanas”.

Después del pico alcanzado en Semana Santa, que puede ser explicado por factores puntuales (paro de camiones, feriados, lluvias), considerando los precios alcanzados en marzo, “el valor del novillo medido en términos reales continúa batiendo récord y es difícil pensar en una baja sustancial del precio de la hacienda”.

Desde la entidad reconocieron que las altas expectativas de inflación y la inestabilidad macroeconómica sustentan la retención de terneros y mantienen altos los precios de la invernada, pese a que los números para el engordador no sean alentadores. Por otro lado, los precios internacionales de la carne se mantienen altos.

“En el último año el precio promedio de las exportaciones argentinas creció un 37%, en buena medida alentado por China, principal comprador, que se encuentra pagando valores incluso más altos que los de fines de 2019. Esto impacta en la disposición a pagar de los frigoríficos exportadores a la hora de comprar la hacienda, subiendo los precios para todos los actores de la cadena”, explicaron.

En el plano local, la oferta de hacienda no muestra señales de repunte. Si bien los encierres están en aumento, los feedlots aún se encuentran operando por debajo del 60% de su capacidad. “A mediano plazo, se estima que la seca de fines de 2021/principios de 2022 podría haber afectado a las preñeces, lo que significará una menor oferta de terneros en 2023”.

Distorsiones dentro de la cadena

La Cámara se refirió también a la distorsión dentro de la cadena, que se hace patente cuando “la industria, los matarifes y los comerciantes que abastecen al mercado interno se enfrentan a una demanda que, lejos de alimentar o convalidar aumentos, se encuentra en mínimos históricos”.

El precio al consumidor aprovechó marzo, un mes en el que estacionalmente aumenta la demanda, para trasladar parte de los aumentos de la hacienda, pero siempre queda por debajo (en el primer trimestre, la carne al consumidor aumentó 15%, y la hacienda un 21%).

“Debe considerarse que las firmas abocadas al consumo interno acumulan cuatro años de caída en sus ventas, por lo que se encuentran trabajando por debajo de su capacidad, lo que incrementa a su vez sus costos de operación”, advirtieron.

Para finalizar, señalaron que esta coyuntura deriva en una buena cantidad de operadores trabajando con márgenes muy ajustados, o aún negativos, intentando no salirse de la actividad. “El sostenimiento en el tiempo de esta situación ya comenzó a reflejarse en una menor cantidad de matarifes operando, y en una menor participación de éstos dentro de la oferta total de carne”, afirmaron. Y concluyeron: “habrá que considerar a futuro las consecuencias que esta coyuntura, sostenida en el tiempo, puede tener sobre la concentración de la actividad dentro de la cadena de la carne”.

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