Por qué hay una crisis energética mundial y cómo está impactando en los precios

Autoridades europeas y chinas están muy preocupadas por los problemas para abastecerse de gas y carbón ante la llegada del invierno

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Los precios del gas y del carbón comenzaron a subir ante la escasez y la alta demanda del mundo, sobre todo de China, y hay temor que este incremento se traslade a otros sectores como al electricidad y el petróleo.

De hecho el Bank of America (BofA) pronosticó que el precio del barril de petróleo podría superar los u$s 100 por primera vez desde 2014, y desatar un segunda ola inflacionaria en el mundo. Paro debería subir el consumo de petróleo en reemplazo del gas, debería haber una alta demanda por el invierno boreal y mayor consumo de aerolíneas por la reapertura de fronteras.

Se trata de tres elementos que podrían ocurrir tranquilamente, y por eso muchos expertos advierten que podría venirse una fuerte crisis en todo el mundo.  

¿Por qué se llegó a esta instancia?

En buena parte del primer mundo, los estímulos fiscales por pandemia y las restricciones dejaron a los consumidores con dinero para gastar, demanda que las industrias están tratando de satisfacer a medida que los países reabren sus economías. Contrariamente, para el sector energético, abastecer la demanda de las industrias es más difícil: los almacenamientos están agotados, se redujeron las inversiones y postergaron las tareas de mantenimiento por la pandemia.

Esto provocó subas en los precios de la energía en Europa, China y los Estados Unidos. En Europa afrontará el invierno con escasez de gas (su capacidad de almacenamiento se encuentra en el nivel más bajo en una década), se achicaron los envíos de gas desde Noruega y Rusia, y la gran demanda asiática, sobre todo China, amenaza con subir los precios del gas licuado natural (GNL) justo cuando Europa más lo necesita.

Por otra parte su proceso de descarbonización y la limitada producción de energía eólica por motivos climáticos, dificulta la compensación con otras fuentes de energía. Por su parte, la peor sequía en un siglo de Brasil bajó al mínimo la producción hidroeléctrica, por lo que también demanda GNL.

El desabastecimiento ya está teniendo impacto en la producción: en Europa, gigantes como CF Industries y Yara international (que producen fertilizantes) o BASF han tenido que cerrar algunas de sus instalaciones. Eso sin contar los problemas para cocinar y calefaccionarse de la población. Ante el temor a revueltas, varios países congelaron los precios u otorgaron subsidios para los sectores más vulnerables.

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