“Vamos a construir una Bolsa que genere beneficios para todos y no ventajas para unos pocos”

Entrevista y perfil de Miguel Simioni, futuro presidente de la principal entidad empresaria de la provincial, con muchas definiciones contundentes ante el mayor desafío

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Cuando Miguel Simioni asuma a fin de mes la presidencia de la Bolsa de Comercio de Rosario arrancará una nueva etapa en la historia de la centenaria institución, que es la entidad empresaria más importante del interior del país. Es que la llegada de Simioni es mucho más que recambio generacional sino que expone un profundo cambio interno.

Sin provenir de las familias históricas del mercado y sin la chapa de trabajar en las empresas más grandes, es el emergente de un proceso de construcción horizontal de la legitimidad frente a la tradicional construcción verticalista del poder en base a la fortaleza económica. 

Además, expresa la necesidad de los asociados de un fuerte proceso de reconversión institucional de la Bolsa que le devuelva el brillo a partir de una gestión en el que elemento ordenador de la conducción sean los consensos transversales abiertos y no las mesas chicas cerradas y los intereses particulares. “No llego por mis méritos. No dudo que hice mi trabajo, pero es el resultado de muchas voluntades que empujaron para que eso suceda, desde el Centro de Corredores, hasta los referentes de otros sectores y también de socios históricos que volvieron y que era muy necesario recobrar”, destaca.

Ahora bien: ¿Quién es Miguel Simioni? Este corredor de granos nació en Bigand y cuenta que desde muy chico sabía que su trabajo de grande estaría vinculado al campo. No en vano cuando al pasar a la secundaria la madre le preguntó si quería ir a la escuela comercial o la agrotécnica, no dudo un segundo que quería estar cerca del campo, de los sembradíos, de la hacienda.

Fue así que finalmente se recibió de técnico agrónomo en la escuela de Bigand, de la que resalta su excelencia académica para el aprendizaje. “Y hoy sigue siendo un lujo la formación que brinda”, asegura. Tras un breve paso por Casilda, adonde tomó sus primeras armas en la comercialización de granos haciendo los cursos de perito recibidor de granos, llegó a Rosario en 1988 y allí consiguió trabajo de cadete en la corredora de granos Cercoop. Diez años después llegaba a la gerencia general, cargo que todavía ocupa y que no dejará pese a su salto a la presidencia del Bolsa.

Fundada en 1982, Cercoop es una corredora con un perfil propio y un modelo de negocio bien definido que está en el lote de los operadores medianos/grandes y goza de un prestigio intachable. Fue fundada por un grupo de importantes cooperativas agropecuarias del interior para tener un comercializador directo y  exclusivo en el mercado de granos rosarinos por lo que mueve un volumen importante.

“Pase por todos los puestos y empecé bien de abajo: llevando papeles a las oficinas de los exportadores y cartas al correo”, recuerda Simioni. Y dice que su relación con el recinto de operaciones “fue como un amor a primera vista” porque le encantaba ver a los corredores voceando los precios. Simioni no venía de palo comercial sino del agro, pero no vio eso como una dificultad para su futuro en el mercado.

Por el contrario, piensa que saber del campo le permitió conocer mejor las necesidades y los gustos de los productores. “A poco tiempo ya estaba haciendo las liquidaciones y fue un día muy importante para mí cuando empecé a operar en la Bolsa. Pude sentir en el cuerpo los que es un mercado y lo importante de que oferta y demanda se junten en un recinto y con reglas claras para hacer negocios”, cuenta.

Recuperar el mercado

Y por eso destaca que un objetivo de la gestión en la Bolsa será volver a poner en funcionamiento el recinto, cerrado desde el Covid pero en picada desde hace años. “Ojo. No hay que engañarse. Además de las razones sanitarias, afortunadamente la tecnología también vino a aportar profundas mejoras a la comercialización y mi objetivo será encarar desarrollos tecnológicos que sirvan a los operadores en su trabajo diario haciendo negocios desde las oficinas o sus casas. Pero eso no significa dejar que el recinto desaparezca. Todo lo contrario. Debe tener una nueva fisonomía, nuevos usos, encontrarle un nuevo lugar en el comercio, pero es un valor agregado que la plaza Rosario tiene y lo debe cuidar”, resalta.

Defender el recinto no es defender un espacio físico. Es defender un valor fundamental que es la transparencia en la formación de precios. El encuentro de la demanda y la oferta para una negociación transparente que permite el surgimiento de un precio justo. Un valor que sirve de referencia para toda la economía argentina”, se entusiasma. Y sobre la “recuperación” del piso, Simioni cuenta que el Centro de Corredores es el que se puso el tema al hombro y está en activas negociaciones con los distintos actores del mercado para encontrar una fórmula que los atraiga a volver a llevar operadores al recinto. 

Durante su arenga sobre la necesidad de volver a poner en funcionamiento el recinto, Simioni repite un concepto al que vuelve una y otra vez: el reencuentro. “Cuando hablo de reabrir el piso es porque también tenemos que reencontrarnos. El reencuentro es lo que necesitamos. Estar juntos para afrontar los desafíos. No tengo una visión naif. En el mercado hay intereses, prioridades, necesidades y miradas distintas. Y tienen que seguir estando. No se trata de pensar todos lo mismo y menos claudicar posturas, sino de aceptar que hay otras y querer encontrar los puntos en común. Y cuando los hallemos tirar todos para ese mismo lado. Es imprescindible que nos reencontremos para desde nuestras diferencias aportar solucione para todos. Yo quiero una Bolsa que genere beneficios para todos y no ventajas para unos pocos. Quiero un mercado que genere beneficios para todos y no ventajas para unos pocos”, enfatiza.

Y cuando habla de reencuentro, Simioni no sólo está pensando puertas adentro del edificio de la esquina de Corrientes y Córdoba, sino de reencontrarse con la ciudad y la provincia. “Para mí es una vergüenza que en plena pandemia hasta el circo Rodas haya puesto la carpa a disposición de las autoridades sanitarias y nosotros con las puertas cerradas. No es poner plata. Es ayudar económicamente, pero tener compromiso, estar a disposición, llevar propuestas a las autoridades. En pandemia, la Bolsa cuidó muy bien a sus socios y empleados, con toda la tecnología y los recursos para tener los mejores protocolos sanitarios que nos permitieron trabajar tranquilos, ¿pero qué hicimos por el resto de la ciudad? ¿En qué colaboró la Bolsa cuando los médicos pasaban horas sin dormir? ¿Qué aporte distintivo a la altura de la Bolsa se hizo para afrontar la peor pandemia? Eso no puede volver a ocurrir”, subraya Simioni.

Pero volviendo a su recorrido profesional. Con el nuevo siglo, el corredor de granos empezó a recorrer el mundo de la política institucional gremial. Y ese recorrido por las instituciones no le era ajeno: durante años estuvo en la cooperadora de la escuela de sus hijas. “Me encanta aportar en los lugares por los que transito. Colaborar para que todo sea mejor, y para eso hay que participar en las instituciones y no criticar desde afuera”, asegura. Y señala que ese paso por la cooperadora le dio muchas herramientas a la hora de aprender a gestionar. “Aprendí a escuchar, lidiar, solucionar, delegar”, recuerda.

“Fue Oscar Bressan quien hacia el 2000 me invitó a sumarme al Centro de Corredores de Rosario, y empecé desde abajo como vocal suplente”, dice y 16 años después llegó a presidente de esa entidad. De sus comienzos en el gremialismo valora la presencia y el apoyo de Juan Carlos Silvestri, un respetado referente del sector. “El se puso al hombro la preparación de nuevas generaciones de dirigentes del corretaje. Nos motivaba y preparaba para, llegado el momento, hacernos cargo de la conducción. Nos dedicaba mucho tiempo y por eso tengo un gran respeto y un fuerte agradecimiento por su trabajo. Y me gustaría retomar, en honor a ese trabajo que encaró, el impulso que en el pasado la Bolsa le dio a la generación de nóveles dirigentes. Quiero que en poco tiempo los corredores más jóvenes me estén moviendo, sanamente, la silla de la presidencia para poder entrar ellos en la conducción”, desafía. 

Un cambio moral

Sobre sus objetivos en la conducción de la Bolsa, Simioni hace pie no tanto en la temática sino en el abordaje. “Es una entidad, por estatuto, presidencialista. Pero yo no quiero, no puedo, ni tengo el conocimiento para hacerme cargo de todo. Mi función principal será encontrar en qué miembro de la mesa delegar la responsabilidad de cada tema en base a su conocimiento. Quiero una mesa participativa. No quiero directores que vengan de los mercados y los sectores a escuchar lo que dice el presidente, los gerentes y los secretarios, sino que vengan a proponer y ejecutar planes y soluciones para sus distintos sectores y mercados. Es imprescindible el compromiso de todos para hacer crecer todos los mercados. Y si crecen los mercados hay lugar para todos los actores. No quiero mercados chicos con negocios diferenciados para un lote de jugadores, sino oportunidades para todos y por eso todos los mercado de la Bolsa (físico, término, ganadero, valores y porcino) deben ser grande y transparentes”, reclama. 

“Imprescindible” es una palabra a la que Simioni vuelve una y otra vez. Y sobre todo la usa para enfrentar el principal desafío que, sostiene, tiene la Bolsa: recuperar prestigio institucional. A partir de 2019 la tanda de millonarios colapsos de los operadores estrella del mercado rosarino, muchos de los cuales ahora quedaron implicados aflorando la existencia de mesas de dinero negro y de granos en negro de anteriores “señores” de la Bolsa, fue un duro golpe para toda la comunidad de negocios. Es que mientras que en Rosario se sucedían (y suceden) los escándalos financieros y judiciales, en Buenos Aires se hacen un festín mientras que se quedan con negocios del interior que antes se canalizaban por la ciudad.

 Y es que la plaza bursátil de Rosario es la que queda manchada para perjuicio de todos los actores, sobre todo los muchos que hacen bien las cosas. Y si bien la Bolsa no es un órgano de control, fiscalización y penalización (tareas del Estado), claramente no estuvo a la altura de la circunstancias. Por ejemplo, no encendió las alarmas tempranas que tienen las instituciones que están en la trinchera de los negocios, señales de alerta que hubiesen reducido los daños. Recién ahora con el (por ahora) último escándalo (la caída de Luis Herrera), el Matba-Rofex hizo lo que tenía que hacer: lo separó de su cargo en la entidad (era Tesorero), le auditó la empresa y lo denunció a la CNV y al resto de los merados por irregularidades. En otras palabras: fue el Matba-Rofex el que expuso el caso, no lo protegió pese a ser un ex presidente, avisó al público y forzó el accionar de las entidades oficiales y la Justicia.  

“Tenemos que hacernos cargo. La Bolsa no es responsable de los defaults y los escándalos. Pero al ser la entidad referente de la plaza bursátil de Rosario tampoco puede hacerse la distraída. Cuándo las entidades de corredores, acopios y productores en diciembre de 2019 y enero de 2020 estábamos reclamando a cara de perro respuestas a Vicentín, en la Bolsa no se animaban ni a nombrarla en los comunicados y hablaban de “la existencia de problemas en el mercado”.

Hoy es fácil enojarse con Vicentín, pero había que hacerlo cuando la bomba había explotado. Pero, ya no hay que mirar el pasado, sino hacernos cargo y ponernos a reconstruir la plaza. Nuestro trabajo es imprescindible. Como entidad referente de la “plaza bursátil de Rosario” tenemos que liderar ahora su saneamiento. Hay cosas que son responsabilidades de las autoridades, del fisco y de la Justicia; pero en las cosas en que sí somos responsables, tenemos que ponernos los pantalones largos y accionar. Rosario tiene que volver a ser el faro de los mercados transparentes porque mercados sanos en crecimiento significan un valor social fundamental para el desarrollo de nuestra economía al ser fuente de financiamiento de empresas,  alternativa de inversión y cobertura de riesgos, instancia para la realización de más y mejores negocios y generador de precios de referencia para un comercio justo”, resalta. 

Finalmente, Simioni deja un mensaje a los empleados de la Bolsa. “Funcionarios y empleados no son responsables de las macanas que se mandan socios y directivos. No tienen que sufrir por las cosas que la conducción de turno hace mal. El personal no es parte del problema, sino una de la principales fuentes de la soluciones. Necesitamos más que nunca de su compromiso, que nos acerquen ideas, propuestas, proyectos. Que no dejen tranquilo a la Mesa Ejecutiva, que la conducción no demore las respuestas a sus requerimientos. Queremos una Bolsa con directores y personal con la frente en alto”, concluyó.

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