Celulares en escuelas: El Ministerio de Educación de Catamarca resolvió prohibir el uso de teléfonos celulares y otros dispositivos tecnológicos análogos en los establecimientos educativos de todos los niveles de enseñanza obligatorios, mientras que los especialistas discreparon hoy con esta medida y creen que no logrará conseguir el interés del alumno, que sí podría hacerlo si esa actividad se enmarca en una propuesta educativa.

La semana pasada, la Ministra de Educación catamarqueña, Andrea Centurión, en diálogo con Télam explicó las circunstancias que llevaron a la aplicación de la medida, y cuál es el impacto que esta tuvo durante su primera semana de aplicación.

Por qué la medida de prohibir celulares en escuelas

«Esta medida se tomó, primero teniendo en cuenta todas pautas de la atención y del clima de las clases que nos manifestaban los docentes, y cómo estas han cambiado con la intervención de los celulares en el aula», explicó Centurión.

En esta línea, la ministra señaló que «muchas clases se habían destinado a contener algún problema o hablar de algún tema que se había generado por el mal uso del celular y perdíamos una clase de matemática, historia, lengua, por tener que usar ese tiempo en contener algún compañero o compañera que había sufrido algún tipo de violencia o de hostigamiento por el uso del celular».

«Empezó como un tema para sanar un tema pedagógico y luego empezamos a notar el crecimiento de lo que es el bullying, la violencia adentro del ámbito escolar y con los dispositivos», explicó.

Centurión hizo referencia a una situación particular que se dio en la escuela Juan Chelemín, donde se aplicó la medida por primera vez por pedido de los padres de que sus hijos asistan al establecimiento sin celulares.

«Encontramos filmaciones de chicos, de chicas subido a las redes, a veces con contenido demasiado violento o como explicábamos en la primera escuela donde se tomó la medida, para los chicos era un chiste naturalizar como una prenda de una de las redes sociales, y lo que había pasado era un acoso y todo lo que no se consciente, es delictivo», dijo la ministra.

En ese sentido, también hizo referencia al impacto de la medida, «el paneo que hemos hecho tiene una gran aceptación, ayer nos decían que el 89% da respaldo a la medida, quizás en menor medida en los chicos que en la secundaria», expresó.

Voces en contra

Por su parte, el doctor en Ciencias de la Comunicación y profesor titular de Tecnologías Educativas de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Diego Levis, opinó que «la presencia del celular puede generar distracción, pérdida de atención, ser usado para grabar el bullying y las agresiones entre compañeros o situaciones en el aula que pueden ser editadas y utilizadas contra algún compañero. Pero prohibirlo no es la solución, lo que se debe hacer para evitar todo esto es generar la atención y el interés de los chicos».

«Siempre existieron factores de distracción en el aula, el tema es cómo conseguimos que los estudiantes se sientan interpelados por los contenidos de una clase. Prohibiendo no se va a conseguir el interés», sentenció.

Levis dijo que el celular en el aula «es una gran oportunidad para ser usado con fines pedagógicos, pero no solo fines concertados en proyectos, en situaciones previstas tal como indica la normativa del Gobierno de Catamarca, sino que el celular puede ser utilizado cuando surge alguna duda, consultar datos, para averiguar lugares y ciudades, ya que los y las docentes no somos enciclopedias».

La experiencia Bullying anterior al celular

«El bullying y las agresiones son muy anteriores a la presencia del celular. Este puede servir para grabar y difundir pero no están en el origen. Para evitar esto hay que inculcar el respeto a sus compañeros y a todas las personas. No tiene sentido pensar que la herramienta en sí misma es la causa de las agresiones», añadió.

Por su parte, Roxana Morduchowicz, doctora en Comunicación (Université París) y asesora principal de la Unesco en Ciudadanía Digital, también se mostró en contra y dijo: «No me parece que sea una buena alternativa, pero su uso tiene que estar enmarcado en un proyecto educativo, es decir, el o la docente tiene que tener en claro cuál es el proyecto para el cual quiere utilizar las tecnologías, si no hay una propuesta educativa enmarcada en un proyecto institucional el uso de los dispositivos se vuelve muy limitado y casi sin sentido».

La especialista aseguró que «la clave es cuál es la propuesta del docente y si la clase es relevante, significativa, para que el alumno no se distraiga. El peso no tiene que estar en el dispositivo, como el peso no tenía que estar en la revista Billiken o Anteojito».

«Lo que hay que corregir de la propuesta de la ministra de Educación de Catamarca es el uso que se hace del celular, porque el problema no es el celular sino el uso que se le dé. Se necesita una política pública que fortalezca la formación docente en el uso de dispositivos con fines educativos y pedagógicos», concluyó.