Estados Unidos avanza hacia el objetivo de administrar 200 millones de dosis de la vacuna contra el coronavirus antes de que Joe Biden cumpla sus primeros 100 días en la Casa Blanca, el próximo 30 de abril. El 37,3% de la población ha recibido al menos una dosis y el 23,1% ha completado el tratamiento.

Según un informe del Centro de Innovación en Salud Global de la Universidad de Duke, el país norteamericano tendrá un excedente de 300 millones de inyecciones para julio, mientras que varias estimaciones proyectan que decenas de países en desarrollo no podrán vacunar a la mayoría de su población hasta 2023. 

La situación genera una creciente presión sobre Estados Unidos para que sea analizada la posibilidad de donar vacunas a las naciones más pobres, y si bien las autoridades manifestaron el compromiso de distribuir las dosis sobrantes, no fijaron plazos ni cantidades.

La mayor parte del suministro de vacunas en Estados Unidos procede de Pfizer-BioNTech y Moderna.

"¿Por qué no estamos en el punto de compartir dosis con todos los países del mundo? En parte porque tenemos que planificar las cosas que se avecinan", dijo a comienzos de abril la secretaria de prensa de la Casa Blanca Jen Psaki, aludiendo a un contratiempo generado por 15 millones de dosis de la vacuna de Johnson & Johnson que se estropearon por un error en la planta de producción. 

Además, esta semana los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) y la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) aconsejaron suspender el uso de ese fármaco por seis casos de un tipo de coágulo sanguíneo "raro y grave" (entre siete millones de vacunados). No obstante, la mayor parte del suministro en el país procede de Pfizer-BioNTech y Moderna.

Por otro lado, Estados Unidos mantiene millones de vacunas de AstraZeneca guardadas en almacenes, a la espera de los resultados de un ensayo clínico, mientras más de 70 países ya han autorizado su uso.

El país mantiene millones de vacunas de AstraZeneca guardadas en almacenes.

Biden dijo el mes pasado que si Estados Unidos tenía un superávit "lo compartiría con el resto del mundo", aunque también aclaró: "Vamos a empezar asegurándonos de que los estadounidenses sean atendidos primero, pero luego intentaremos ayudar al resto del mundo". 

Es por esto que dos informes, uno del Centro de Innovación de Duke y otro del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), plantearon que aunque la vacuna de AstraZeneca no tiene la aprobación para el uso de emergencia en Estados Unidos, podría usarse en otros países. El CSIS también propuso que el Gobierno de Biden done el 10% de las dosis excedentes durante el verano y el 50% para fin de año.

Lo que ha hecho la Administración de Biden hasta el momento para apoyar la vacunación en otros países fue donar 4.000 millones de dólares (la mitad este año y la otra el próximo) al programa Covax , la iniciativa liderada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), Naciones Unidas y la Alianza para las Vacunas (GAVI) para garantizar el acceso de los países en desarrollo a la inmunización. 

Biden dijo el mes pasado que si Estados Unidos tenía un superávit "lo compartiría con el resto del mundo".

En una carta pública, 170 premios Nobel y ex jefes de Estado de 100 países le pidieron el martes al presidente de Estados Unidos que renuncie a las reglas de propiedad intelectual para las vacunas contra el coronavirus y "anteponga el derecho colectivo a la seguridad de todos a los monopolios comerciales de unos pocos". 

La suspensión de las patentes, argumentaban, ampliaría la capacidad de fabricación mundial, "sin obstáculos por parte de los monopolios industriales que están impulsando una grave escasez de suministros que bloquea el acceso a las vacunas".