Luego de la imputación a tres personas en Rosario por su asesinato en Roldán, los restos del gendarme Gustavo Elorrieta fueron inhumados este miércoles en Monte Caseros, su ciudad natal en el sur de Corrientes.

Familiares, amigos y colegas lo despidieron por la mañana en el Cementerio de la Misericordia, donde se realizó una ceremonia con honores por su condición de segundo comandante de Gendarmería Nacional.

“Sin lugar a dudas, toda despedida es un hecho que entristece no solo a su familia, sino que quienes han compartido una vida profesional como camaradas superiores y subalternas”, expresaron sus colegas, según publica el sitio montecaserosonline.com.

“Un gendarme dedicado a la institución que entregó todo de sí para el mejor cumplimiento de la misión de la fuerza, esa dedicación y entrega que estuvo sin lugar a dudas sostenida a lo largo de los años por el acompañamiento de sus seres queridos que los acompañan hoy y, constituyen sostén de todo gendarme”, agregaron en el último adiós.

En tanto, sus compañeros de promoción de oficiales lo despidieron en las redes con una carta donde repasan su trayectoria profesional y también destacan que Elorrieta “era hijo, padre, hermano, camarada, amigo y sobre todo una persona de bien, que dedicó más de 22 años de servicio a la patria y a nuestra sociedad”.

Todas las facetas y proyectos de Gustavo se desvanecieron de forma abrumadora en la noche del pasado 10 de julio, su ausencia inimaginable para cualquiera de nosotros, nos llena de dolor al saber que le arrebataron la vida de la forma más cruel”, remarcaron.

Elorrieta, de 42 años, fue asesinado hace tres semanas en Roldán, cuando fue a visitar a sus hijos a la casa de su ex mujer, principal acusada de un homicidio premeditado y alevoso junto a otras personas.

Su cuerpo fue encontrado el último viernes en un aljibe en un descampado. Las pericias determinaron que la víctima fue drogada con ketamina y ultimada a mazazos en la cabeza. Además de su ex, imputaron a dos jóvenes allegados de la familia y todos quedaron en prisión preventiva. En un juicio futuro, la expectativa de pena es la de cadena perpetua.