Detrás de una denuncia por robo de restos fósiles en el arroyo Saladillo había, en realidad, el caso de un hombre que los desenterró y se los llevó a su casa para resguardarlos y luego entregarlos a especialistas. Aunque con buena voluntad, la acción de Juan, el protagonista de la historia, implica una pérdida del patrimonio histórico y los especialistas que fueron a su casa este mismo jueves explicaron cómo actuar en estos casos.

"Los saqué con una pala y una cuchara", señaló Juan a De 12 a 14 (El Tres) ya desde su casa, donde tenía los huesos que corresponderían a un toxodonte, un mamífero extinto, entre un rinoceronte y un hipopótamo.

Minutos antes había irrumpido en el móvil en vivo desde las quebradas del Saladillo, en el extremo sur de la ciudad, para aclarar lo ocurrido y la saga siguió en su vivienda.

El vecino que hace 15 años vive en la zona del Velódromo reconoció que algunas piezas se rompieron al retirarlas porque los huesos "ya estaban marcados". Dijo que este mismo jueves iba a llamar o ir hasta el Museo Gallardo de Rosario "porque no los puedo tener acá".

En paralelo, arribó al lugar un equipo de especialistas. Germán Giordano, antropólogo y paleontólogo del Gallardo, resaltó que "estos hallazgos son fantásticos" y que la bajante del río Paraná y los arroyos multiplicó las novedades de este tipo.

Si bien recalcó la "buena fe" de personas que como Juan retiran lo encontrado, pidió evitar cualquier intervención: "Lo prioritario es no tocarlos y llamar al Ministerio de Cultura (4721132) o avisar a las redes sociales del Museo Gallardo, que siempre respondemos".

Solo los especialistas deben realizar "la excavación y rescate de restos paleotológicos" porque existe "un protocolo de actuación y hay una metodología". "Se cava en el lugar y se mide profundidad y ubicación, lo que después nos permite llevarlo al laboratorio y estudiarlo", explicó.

Giordano aclaró que los interesados en colaborar pueden ser parte de esas tareas y señaló que así "le podemos sacar mucho más caudal de información a lo hallado".

En cambio, Juan retiró con sus propios medios los huesos, los llevó a su casa y los dispuso sobre el piso. El paleontólogo dijo que el material "sirve pero mengua demasiado el caudal de información que uno le puede sacar, cuando sale de contexto pierde potencial de investigación científica".

"Se pueden restaurar pero en el lugar los huesos tienen mucho para decir, sobre cómo era el clima en el arroyo Saladillo o cómo estaban y eran estos animales", agregó a modo de ejemplo.

Por otro lado, afirmó que "no tienen ningún tipo de valor económico pero si patrimonial, es de todos los rosarinos y santafesinos".