Victoria Muñoz, tiene 30 años, es psicóloga egresada de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y vive en Versalles, cerca de París junto a su pareja, Hugo Víctor. Trabaja en una escuela de Boulogne, “haciendo integraciones escolares con niños de 5 y 6 años, con discapacidad o autismo”. También colabora en una asociación barrial que ofrece distintas actividades para las familias: un espacio gratuito de juego, promoción de la salud, prevención y socialización. Allí acompaña un área dedicada a niños de hasta 4 años.

La joven vive permanentemente en Francia desde 2018, donde había estado entre 2016 y 2017 trabajando como asistente de español en escuelas secundarias en Burdeos. Es “una experiencia que puede hacer cualquier argentino universitario que tenga un nivel B1 de francés (intermedio). Uno paga el pasaje y después tenés un sueldo”, cuenta. Allí, conoció a su pareja (trabaja en una empresa de paisajismo para intendencias y particulares), que cuando terminó el intercambio viajó a Rosario a verla y le propuso vivir en París.  Para poder ejercer en Francia tuvo que retomar los estudios, por lo que hizo un master en psicología clínica intercultural, en la Universidad de Paris XIII (Sorbonne Paris Nord), que le permite hoy estar en actividad. 

Francia entre las aulas y las restricciones

“En el verano la gente se fue de vacaciones sin barbijo obligatorio, y en septiembre comenzaron a subir los casos, a unos 40 mil positivos por día. Fue una situación compleja a nivel sanitario. Después de eso se decretó en octubre el segundo confinamiento, el primero había sido en abril. En las escuelas se continuaron con las clases, y se cerraron bares, restaurantes, lugares de cultura, todo tipo de comercio, que hoy ofrecen servicio de cadetería, menús o take away. Sí funcionan los mercados centrales, para comprar verduras, frutas y quesos, que acá es muy común. Los bares cerraron y hasta el día de hoy no volvieron a abrir, imagino que lo harán con la primavera. Ver la imagen de París vacía llama mucho la atención, las pocas veces que voy, es muy impactante”, describe.

Francia adoptó medidas para evitar un tercer confinamiento: entre las 18 y las 6 se prohíbe la circulación, y quien lo haga sin autorización es multado. Además está prohibida la entrada o salida, desde o hacia un país exterior a la Unión Europea. “Hay especulación y expectativa ante la posibilidad de un tercer confinamiento. Están viendo los resultados del toque de queda, ya que tenemos próximas las vacaciones de invierno. La gente está hablando de eso, está ansiosa”, agrega.

En esta vuelta a clases (el ciclo va de septiembre a julio), los niños a partir de los 6 años deben usar barbijo obligatorio. Es muy difícil para los nenes de primer grado tenerlo todo el tiempo, ya que concurren de 8.30 a 16.30. Intentan hacer lo mejor posible. Uno de los grandes temas del regreso a clases fue el tema de la cantina, porque los niños comen en la escuela, y se pidió que en los casos que sea posible los niños vuelvan a comer a sus casas al mediodía, por la circulación y la proximidad. Hay muchas escuelas que fueron cerrando temporalmente, por los casos positivos. Hay distintas reglas, pero si hay casos se puede aislar una clase, o se puede cerrar la escuela por unas semanas. Las instituciones van resolviendo y tienen que reportar al Ministerio”, amplía.

Si bien trabaja con niños pequeños, afirma que en este momento “se ve mucha depresión y tristeza en adolescentes, los servicios de urgencia que trabajan con ellos reciben mucha más demanda por internaciones y hospitalizaciones de urgencia. Son cuestiones que movilizan”.

Italia en amarillo, con pequeñas reaperturas

Fernando Martin, tiene 27 años y es médico. Desde 2019 vive en Italia junto a su novia Agustina, de 28, instrumentadora quirúrgica. “Me gradué en la UNR, hice guardias en Villa Constitución, fui médico de rugby en el club Gimnasia y Esgrima de Rosario e hice visitas a domicilio para una empresa”, relata mientras hace un parate en el estudio. Es que su objetivo está puesto en abril, fecha de examen para la conversión de su título de estudio. “Estoy enfocado 100% en la preparación del examen que habilita al ejercicio de la medicina en Italia, que paradójicamente ha sido afectada por la pandemia y se ha enlentecido notablemente. Mi prioridad es hacer la residencia”, afirma.

El joven asegura que “el día a día y las condiciones de vida han cambiado notablemente desde el inicio de la pandemia”. Durante el 2020 Fernando trabajó en una comunidad educativa para menores de edad extranjeros, y asegura que fue una experiencia “muy fuerte y muy productiva a nivel personal”, que significó un acercamiento a la realidad social del país y una herramienta importante para el aprendizaje del idioma. En este momento está realizando un “voluntariado en una institución similar a la Cruz Roja. Lo que hacemos es el primer contacto con las personas antes de que lleguen a los hospitales o a los efectores de salud. Algo similar al Sies en Rosario”, explica. Agustina, trabaja de niñera de lunes a viernes mañana y tarde.

“Luego de muchas idas y venidas, desde hace algunos meses en Italia se utiliza un sistema de medidas sanitarias que consisten en la clasificación de las regiones en colores: rojo, naranja y amarillo, en base a un índice epidemiológico llamado `RT`, que en pocas palabras es la tasa de contagiosidad del virus. Los colores se actualizan cada dos semanas, lo que genera aumentos y disminuciones frecuentes en la severidad de las limitaciones”, explica. 

Italia fue, en 2020, epicentro de la pandemia y luego del confinamiento decretado en diciembre, esta semana y ante la caída del índice de transmisibilidad se dispuso que la mayoría de las regiones del país sean catalogadas como “amarillas". Esto permite el regreso a clases en algunos casos, la apertura de museos, actividades culturales y comerciales hasta las 18 con aforos reducidos. Permanece la restricción de circulación sin justificativo entre las 22 y las 5, al igual que el tránsito entre regiones.

“Estamos viviendo una situación muy compleja, con mucha incertidumbre respecto al futuro. En Italia, más allá de la pandemia, es un momento complicado políticamente que no ayuda a transmitir tranquilidad a las personas. En nuestra opinión, los constantes decretos y cambios en las restricciones no han sido de ayuda. Personalmente, creo que las decisiones políticas han tenido poca relación con la salud de las personas, y que han sido tomadas basándose en criterios económicos. Pero también pienso que los comportamientos individuales han influido negativamente”, sostiene.

Desde Canarias

Nadia Martina tiene 43 años, es diseñadora gráfica egresada de la Escuela Superior de Diseñ. de Rosario y vive en Carrizal, un pueblo de 5000 habitantes en la isla de Gran Canaria, junto a su marido y sus dos hijos. Llegó a Madrid en 2001 “justo antes del corralito". "Se conseguía trabajo bien remunerado muy fácilmente. Empecé trabajando en una agencia de viajes maquetando los folletos de hoteles y golf; pasé a una multinacional en el departamento de arte y por último una agencia de publicidad y marketing de donde me despidieron por `reducción de personal´. La crisis del 2008 en su apogeo. En la Navidad del 2011 conocí a Rafael en Madrid y en el 2012 ya estaba en Gran Canaria buscándome la vida otra vez”, recuerda.

Nadia comenzó ofreciendo una casita de alquiler para turistas. "La acondicioné, le hice fotos, página web, y tuvo mucho éxito. Así empecé a gestionar diferentes propiedades hasta llegar a 25 unidades, entre apartamentos y casas en la playa”, precisó. Hoy no recibe a los huéspedes en persona y deja “las llaves en un cajetín con combinación para que la recojan directamente”. La empresa familiar de su marido, Rafael, se dedica a la agricultura: arrendamiento de tierra y suministro de agua de mar desalada generada con energía eólica mediante ósmosis inversa y la explotación de unas salinas tradicionales. Además de los alquileres ella se dedicó a rescatar las salinas, “que estaban dando pérdidas: “Presenté un plan de marketing que incluía el diseño de packaging, publicidad, redes sociales”. En 2018 ganaron el premio a la mejor sal marina del archipiélago, y desde allí fueron varias veces galardonados.

El 14 de marzo se declaró el estado de alarma en España y se dictó el confinamiento domiciliario. “No volví a pisar la calle hasta mediados de junio. Tres meses encerrada con mis hijos de 4 y 1 año. Vi aparecer mis primeras canas”, cuenta risueña. Recuerda que en el comienzo de la pandemia “el tráfico aéreo se redujo hasta un 80%, y el flujo de turistas cayó en picada. Tuve que invitar a mis huéspedes a que se fueran lo antes posible porque cerrarían los aeropuertos. De hecho, mucha gente quedó varada. De a poco se empezó a abrir otra vez el tráfico. La temporada de verano (julio, agosto y algo de septiembre) se salvó gracias a los canarios que se movían entre islas. Octubre y noviembre, casi 0 ingresos. Y la temporada de invierno, que suele ser la alta, tengo una ocupación sólo del 20% de los apartamentos”.

España superó los 60 mil fallecidos por covid y posee un semáforo de riesgo según la situación epidemiológica, que contempla la transmisión del virus y la capacidad asistencial de cada territorio. Cada autonomía decide los niveles de restricciones según ese índice. La isla está en fase 3: está prohibida la circulación de 22 a 6, los locales gastronómicos cierran a las 22, solo se puede estar al aire libre y 4 personas máximo por mesa. “Se impuso llevar mascarilla, dentro y fuera, da igual que estés en la playa. El ingreso, que es por ferry o avión, sólo está permitido con causa justificada. Esta situación de limitaciones en la movilidad en Gran Canaria, se vió también como una oportunidad de cambiar el modelo económico y dejar de depender del turismo”, afirma Martina. Para ella “todas las decisiones son tomadas con el coste político en mente, en detrimento de la salud o economía de los ciudadanos. Esto hace que las decisiones sean atolondradas, sin sentido, contradictorias, base de enfrentamiento entre partidos políticos o entre Gobierno Central con Autonomía”.

A la espera de las vacunas 

En todo el mundo, el fin de la pandemia está ligado a la inmunidad que pueda lograr que gran porcentaje de la población pueda vacunarse. Las campañas masivas van lentas, y en varios países debieron reprogramar los planes de vacunación contra el coronavirus ante las demoras en las entrega de las dosis. 

En Francia, la vacunación comenzó con personal de salud y mayores de 65 años. “En un principio fue un desastre por la poca cantidad de gente vacunada.  Ahora se ajustó y pasaron el millón de personas inoculadas. No tenemos información de cuándo llegará para menores de esa edad, lo que se dice es que la meta es vacunar a todos antes del verano. En la conversación cotidiana está el tema de las medidas sanitarias, permanentemente. Es algo que surge porque nos vincula a todos”, afirma Victoria. 

“La vacunación comenzó con el comienzo del año. España adquirió Pfizer y Moderna. Ambas son dos dosis. La vacunación está delegada a las autonomías. Canarias va a la cabeza en porcentaje de vacunación. Al parecer se han administrado la vacuna a los primeros grupos de riesgo, unas 27.637 personas de las 44.000 recibidas, un 62,75%. Según una encuesta en diciembre había un 42% de personas que querían ponerse la vacuna y hoy subió al 74%. Las nuevas cepas, como la inglesa o la sudafricana ya están en España. Pocos casos, pero sin control, con lo cual no tardará en propagarse. Al parecer, las vacunas son efectivas contra estas variantes”, explica Nadia.

“Se comenzó con la vacunación del personal sanitario, y se aguarda para mayores de 80 años. La campaña de vacunación representa para muchos una esperanza, pero al mismo tiempo vemos mucha desconfianza por parte de la población. En Italia existe un movimiento anti vacunas desde hace varios años que, por ejemplo, condicionó la aparición de focos de sarampión. Acá vemos a la gente más preocupada por los problemas económicos que el Covid está generando”, analiza Fernando.

Rosario, siempre cerca

Ninguno pudo ver a sus familias desde el comienzo de la pandemia en marzo de 2020.

“Con mi familia tengo un grupo de Whatsapp y tengo una cuenta de Instagram de mis hijos donde voy colgando fotos del día a día. La comunicación es fluída, casi más que si viviera en Rosario” relata Nadia. Cuenta que con sus padres y hermanas charlan por video llamada o comentan las fotos por mensajes. “Viven todos en un mismo edificio, con lo que se simplifica mucho el verse o hacer vida familiar. Mi familia vino en 2019, cuando nació Francisco. Pero la última vez que estuvimos nosotros allá fue con Rafi con año y medio, en 2017. Teníamos pensado ir para allá este año, pero no va a ser posible”, lamenta.

Fernando y Agustina no ven a sus familias desde su partida a Europa: “Es una deuda pendiente y es nuestra prioridad en cuanto se pueda viajar en un contexto más tranquilo y seguro. Estamos siempre en contacto con nuestros familiares y amigos, que son quienes nos mantienen informados sobre la situación en Argentina”, indicaron.

Victoria recuerda que “en el momento que explotó el tema del covid estaba terminando los trámites para poder ejercer y cuando se decretaron las medidas de prevención sanitaria en Francia me generó mucha ansiedad, no solamente por Francia, sino porque pensaba en Argentina, en cómo se iba a gestionar, pensar que esto no iba a tardar en llegar, pensar en mi país y en mis seres queridos, pero siempre intentando mantener la calma”. “Tengo muchas ganas de volver a  Argentina a ver a mi familia (en Rosario están sus padres y su hermana Catalina). Esto genera una ruptura de la continuidad, porque uno viviendo afuera va mediando el año, tratando de proyectar cuando  uno va a ver a sus seres queridos de allá o cuando ellos van a venir. Mis amigas y mi mamá iban a venir y las reprogramaciones comenzaron a  complicarse y eso genera angustia pero es un momento particular del mundo y hay que ser paciente”, afirma. 

La psicóloga asegura que “con el distanciamiento hay otras proximidades y cercanías que se habilitan”. Así, de forma virtual comenzó a participar de actividades de la Facultad de Psicología de la UNR  y a compartir actividades o ciclos de lectura on line en Francia. “Está buenísimo, eso permite seguir conectados y no estar en soledad”, afirma.