Gisela, Gabriel, Matko y Tiziano son los integrantes de una familia de Santa Fe que decidió dejar la rutina de su vida diaria y emprender un viaje de Ushuaia, donde estaban viviendo, hasta Alaska en Estados Unidos. "Nos dimos cuenta que la vida es hoy, que el mañana es incierto”, dijeron al contar su historia al medio El Litoral

Gisela Acosta tiene 39 años y está en pareja con Gabriel Molina, de 42. Al cuarteto familiar lo completan sus hijos, Matko (15) y Tiziano (8). Todos nacieron en la capital santafesina, aunque hace ocho años que se fueron a vivir a Tierra del Fuego en busca de mejores oportunidades laborales y de vida. 

Sin embargo, ahora la aventura de los Molina Acosta se transforma en un desafío enorme que ya empezaron en febrero y cuya historia relató el medio El Litoral: viajar de Usuhaia a Alaska. Un trayecto de 14.914 kilómetros atravesando por completo el continente americano, que se puede seguir paso a paso en su cuenta de Instagram

"Nos dimos cuenta que la vida es hoy, que el mañana es incierto. Entendimos que cada segundo de la vida pasa, corre, vuela… ¿Y qué hacemos cuando entendemos eso? Hay dos posibilidades: lo dejamos pasar y lo miramos desde abajo viendo cómo envejecemos o nos enganchamos como cola a un cometa de niño y empezamos a vivir. En cada uno está la decisión", señaló Gisela. 

"Plena cuarentena. No se podía salir de casa. Yo me quedo desempleada porque trabajaba en una hostería y mi marido sin poder trabajar, porque tenía su taller de reparación de electrodomésticos cerrado. Ahí dijimos nos vamos. La vida es hoy", explicó sobre las razones que los llevaron a tomar la determinación.

Por su parte, Gabriel comentó: "Compramos el motorhome en Posadas, Misiones. Así está habilitada, por eso le decimos motorhome a la traffic. Se la compramos a una pareja que tenía el mismo deseo que el nuestro pero que no pudieron llevarlo a cabo. Estaba semi armada, tenía algunos muebles. La verdad es que teníamos que prepararla bien porque además nosotros somos cuatro. Fue entonces que vinimos a Santa Fe, donde tenemos a la familia, y la pusimos a punto para arrancar nuestra aventura. Nos llevó cinco meses".

Consultados sobre cómo hacen para comprar los alimentos y para mantenerse, Gisela dice que hacen artesanías que luego venden: "Nosotros nos vamos moviendo con el dinero que vamos obteniendo de nuestras ventas. Pero tengo que decir que hay muchísima hospitalidad”.

Sobre la escolaridad de Matko y Tiziano, sus padres cuentan que en la pandemia quedó demostrado que se puede aprender a distancia y ellos son los docentes de sus hijos, quienes en julio arrancarán las clases en el marco de un programa estadounidense que contempla alumnos en viaje.