El funeral de Estado en memoria del ex primer ministro japonés Shinzo Abe, asesinado en julio pasado, se celebró este martes en Tokio con la presencia de unos 4.300 asistentes y muchas críticas, algunas extremas, por el costo del evento. Además, todavía pesa en Japón el legado polarizante de la gestión de Abe, marcada por denuncias de amiguismo y el rechazo a su nacionalismo y a sus planes de reformar la constitución pacifista.


Según informó Télam, Abe fue el gobernante de Japón que más tiempo estuvo en el cargo y una de las figuras más reconocidas del país, recordado por cultivar alianzas internacionales y por su estrategia económica llamada "Abenomics". Pero la decisión de organizarle un funeral de Estado, el segundo para un ex primer ministro en la posguerra, generó creciente oposición, con cerca de 60% de los japoneses en contra, según encuestas recientes.

Miles de ciudadanos protestaron durante varios días por la ceremonia de este martes; e incluso un hombre se prendió fuego cerca del despacho del primer ministro, dejando por escrito su objeción al evento. El hombre sólo sufrió algunas quemaduras pero causó gran conmoción. Algunos legisladores de la oposición también boicotearon el funeral.

La polémica tiene varios motivos. Algunos acusan al actual primer ministro Fumio Kishida, de aprobarlo unilateralmente sin consultar al Parlamento y otros protestan por el costo de casi 12 millones de dólares.

La ceremonia

 

La ceremonia en el Budokan congregó a importantes líderes mundiales como la vicepresidenta estadounidense Kamala Harris y los primeros ministros de India, Narendra Modi, y Australia, Anthony Albanese.

Las cenizas de Abe, trasladadas por su esposa Akie en un cortejo fúnebre desde su domicilio en la capital japonesa, llegaron al recinto Budokan de Tokio, al son de un saludo de 19 salvas en honor.

Al hablar en la ceremonia, Kishida describió a Abe como "una persona con coraje" y enumeró sus logros políticos, incluido sus esfuerzos para fortalecer los lazos diplomáticos de Japón.

"Siento un dolor desgarrador", dijo Kishida frente a una enorme fotografía de Abe colgada sobre una gran estructura floral donde se expusieron sus cenizas, medallas y la bandera japonesa.

En el exterior del recinto, miles de personas formaron largas colas para dejar flores, generalmente blancas, frente a un retrato de Abe y rezar una oración en dos carpas que abrieron con una hora de adelanto.

Aunque en menor número, los detractores también se dejaron ver en la zona y más tarde tenían previsto manifestarse frente al Parlamento.