Lo que hace seis años empezó como un proyecto de Rugby Social hoy ya es un equipo federado que compite en la categoría Desarrollo de la Unión de Rugby Rosario (URR) y tiene unos 50 jugadores fichados entre mayores juveniles e infantiles. Los Siervos Rugby Club es una institución de Capitán Bermúdez que exjugadores comenzaron a soñar con la intención de, a través del deporte, brindarles segundas oportunidades a chicos de muy bajos recursos, pero que hoy la pelea día a día para seguir subsistiendo.

Entrenan dos veces por semana en un precio donde funciona el Polideportivo de la Municipalidad de Capitán Bermúdez, un campo donde hay algunas construcciones a medio terminar y donde no cuentan con los elementos básicos como para poder seguir desarrollando el deporte: hay alumbrado sólo en uno de los laterales, de modo que entrenan casi a oscuras, no hay baños ni vestuarios, y en la cancha se suelen encontrar desde pedazos de vidrio hasta diversos elementos.

“El Polideportivo está emplazado en dos manzanas, es un precio muy lindo, pero está a un 10%. Nosotros empezamos tirando una pelota en el piso y haciendo rugby social con los chicos del barrio. Gracias al boca en boca todo fue creciendo de a poco, hoy tenemos 25 personas fichadas en el plantel superior, 10 de esos nunca habían jugado en su vida y arrancaron el año pasado, y cinco lo hicieron este año. Son chicos que en su mayoría, al estar haciendo un deporte salen de la calle. Pero llegamos a un punto en que no tenemos recursos y se hace cada vez más cuesta arribar seguirla peleando”, contó a Rosario3 Mauro Sperandio, el técnico del plantel superior de Los Siervos.

“En el predio hay árboles a los costados, montañas de tierra, ladrillos tirados y luces sólo en un lateral, asi que se entrena prácticamente con la luz de la calle. Ya nos robaron la máquina se Scrum, escudos de tackle, pelotas. La Municipalidad nos dio la palabra de que nos iba a ayudar pero todavía no conseguimos que lo hiciera”, agregó el deportista que compitió a nivel profesional en el país y en Europa.

Una vieja camioneta abandonada es el lugar que usan como un improvisado vestuario para cambiarse, pero si el esfínter llama, deben irse corriendo varias cuadras hasta sus casas para poder utilizar un baño. “Si nos dan el ok para que nosotros podamos hacer algo en el club, lo hacemos. Queremos marcar la cancha, poner las haches, desmalezar, pero no podemos intervenir un lugar que no es nuestro”, sumó el entrenador.

Más que rugby

El proyecto de Los Siervos va más allá que el objetivo de formar jugadores para competir a nivel profesional. “Nosotros tenemos chicos que están sin trabajo y han juntado peso por peso para poder pagarse el fichaje. Ellos están muy entusiasmados, tienen proyecciones, pero se desaniman cuando no ven que no se está avanzando como club. El rugby es una excusa para sacar a los chicos de la calle, yo uso el rugby porque jugué al rugby pero podría ser cualquier deporte. Es una excusa para que el chico se sienta contenido y a través de eso se pueden hacer muchas cosas”, explicó Sperandio.

“Nosotros les ofrecemos una segunda oportunidad al que piensa que la salida está drogándose o saliendo a robar. El rugby es una excusa para eso, pero nos encontramos con la burocracia que te pone un freno. No estamos bancados por nadie, no tenemos ninguna bandera política, todo lo hacemos a pulmón y porque estamos convencidos del rol social que siempre cumple un club”, sumó.

Un poco de historia de Siervos R.C. (con S)

“Desde el nombre, ya estamos haciendo una declaración. Esa S es de Servicio. Servicio hacia el prójimo, es el construir para legar, más que para disfrute propio. La base de Siervos, es la creación de Segundas o Terceras Oportunidades, para que otros tengan sus Primeras. Más allá de una figura impulsora, que nos contagió a todos con sus ganas, trascendió una idea: “Hacer las cosas diferentes, para llegar a donde no se llegaba”, cuentan. 

Hace 5 años, Pablo Fernández, un ex jugador de Rugby (en ese momento) de Coronda y, por cuestiones laborales, de Red Star de San Lorenzo, llevó a una amiga hasta su vivienda en las cercanías del Polideportivo Municipal de Capitán Bermúdez, un lugar prácticamente abandonado, donde en sus alrededores se instaló un barrio de emergencia, y en el que muchos niños pasan habitualmente sus días. Enseguida le nació la vocación de poder llevar el rugby allí, en una zona donde históricamente nunca se fomentó este deporte.

Con la ayuda de jugadores y amigos, se instaló en el predio con unas pelotas sin grip a explicar de qué se trata este deporte con “pelota rara”. De a poco los chicos del barrio, llevados por la curiosidad, comenzaron a acercarse. Esa cancha de futbol, que es el patio de juego diario, de a poco muta en el lugar donde se aprenden disciplina deportiva y sobre todo, la importancia del compañero. 

De a poco, el boca a boca y las redes, hicieron que cada vez se sumara más gente y esto trajo aparejado la necesidad de constituir una personería Jurídica para perseguir objetivos. Paralelamente a esto, en Rosario comenzó el movimiento “Botines Solidarios”, el cual comparte objetivos con Los Siervos y empezaron a trabajar de manera conjunta.

Con la pandemia sintieron un freno importante, pero en 2021 cuando lograron ingresar a la Unión, recibieron el espaldarazo que necesitaban para volver a levantarse. En marzo de ese año jugaron el primer partido oficial y ante Duendes lograron marcar su primer Try, “puede ser un acto insignificante, pero para todos los que peleamos contra la desigualdad, la decidía, la falta de ayuda, los robos (si, nos roban las luces y hasta los poste de madera), ese try es más festejado que el de Corletto apoyando en el ingoal Francés del 2007”, describió Andrés Tozzi, Jugador de Siervos y Mánager Primera División.