Viviana y Alejandra Teruél, nietas de Juan Cecilio Teruél, un reconocido funcionario público de Carcarañá que falleció hace 35 años, denunciaron que la tumba de su abuelo había sido profanada y habían desaparecido los restos del hombre sin previo aviso. Sin embargo, desde el Estado municipal -que tiene a su cargo la administración del único cementerio que existe en la ciudad- se defendieron de las acusaciones.

“Por el contrario de lo expresado públicamente, no existe profanación, falta de atención (por parte de la Administración) ni despojo alguno, sino que se procedió a regularizar una situación lamentable del caso; justamente ofreciendo el respeto que merece para el recuerdo de un vecino de nuestra localidad. Según consta en actas, se notificó (por escrito a la dirección consignada en los registros) a los familiares sobre irregularidades del nicho en fechas 2017, 2018 (firmados por el secretario de Obras de la anterior gestión) y 2020 inclusive, no habiendo respuesta alguna”, aseveraron en una carta que enviaron a Rosario3.

Vale aclarar que las denunciantes no sólo se contactaron con este medio para hacer pública la noticia sino que también hicieron la correspondiente denuncia judicial así como una presentación por escrito en el Concejo Municipal.

Desde el Municipio insisten en la falsedad de los dichos y exponen: “El día 11 de mayo de 2020 se realizó una intervención en el nicho debido al calamitoso estado de abandono que presentaban la lápida, estando la tapa de la misma rota llegándose a ver el interior del sepulcro. Cuando esto sucede, se procede a sellar la tapa para evitar el ingreso de insectos y prevenir a los visitantes que concurren al Cementerio para que no tengan que ver el interior de los nichos (como pasa en varios Cementerios de localidades vecinas).

Sin embargo, en este caso particular, el ataúd se encontraba en un estado muy deteriorado visibilizando los restos en su interior, por lo que se decidió retirar los mismos, colocándolos en un envoltorio hermético precintado con número C02340, quemando los sobrantes de madera y tela a los fines sanitarios. Se resguardaron además las placas y foto que contenían la lápida rota para ser entregada a los familiares. Se procedió a blanquear con cal el nicho, como se hace habitualmente en estos casos”.

Asimismo, aseveran que tanto el nicho como los restos de Teruél se encuentran a disposición de los interesados “para resolver la situación y restaurar el descanso eterno del difunto, por el contrario de las tristes declaraciones vertidas públicamente”, al tiempo que reconocen haber tenido contacto con las denunciantes, a quienes, según indican, quisieron mostrarles los documentos así como el lugar físico donde se encuentran los restos de su abuelo, “pero se recibió como respuesta que no iban a concurrir porque no se sentía bien de salud. Desde ese día, no hubo más diálogo hasta que hicieron público el tema”, expresan.

“Podemos asegurar que el proceder sobre este nicho no se trata de un error sino de un procedimiento administrativo habitual, que se cumplieron con creces los tiempos de espera entre las notificaciones y el acciones, que no se realizó con fines comerciales, que no se profanó el nicho, que no es cierto que “el último verano” haya estado la lápida, que no hay otros vecinos de la localidad en la misma situación (ya que los notificados acudieron al Cementerio y se resolvió la situación particular de cada uno), que la Administración actuó en probidad, y que si los deudos hubiesen visitado el lugar al menos una vez en los últimos 5 años esta situación se hubiese evitado”, puntualizaron.