En 2003 fue descubierto un esqueleto en una ciudad abandonada en el desierto de Atacama de Chile. Dado que tenía un cráneo alargado, cuencas oculares hundidas y un cuerpo increíblemente pequeño, algunos sugirieron que era de origen extraterrestre. Un nuevo análisis genético confirma que el esqueleto es humano, pero tiene una variedad de mutaciones sin precedentes.

Dada la relevancia a nivel internacional que tomó esta historia, los restos fueron trasladados a Europa para formar parte de una colección privada que busca evidencia de la vida alienígena. Los años pasaron y varios fueron los estudios que se realizaron sobre este ser.

En el último tiempo, ese misterio tuvo un nuevo revés. ’'ATA’', nombre por el cual son conocidos estos restos, lejos está de pertenecer a seres extraterrestres. Conforme a la publicación de Genome Research, una revista especializada, se trata de restos humanos, procedentes de una nena recién nacida que falleció al poco tiempo de nacer.

Sin embargo, aún quedan cosas inexplicables en su contextura. ’"Lo sorprendente es que desde el principio nos hizo pensar que había algo extraño. El cuerpo se veía más maduro a pesar de que era un espécimen pequeño. Creemos que uno o varios genes mutados fueron los responsables’", expresó el profesor de microbiología de la universidad de Stanford, en California, Garry Nolan.

El cuerpo poseía 64 mutaciones distintas y ’"estaba tan mal formada que le hubiera sido imposible alimentarse’", precisó Nolan. Todo se aclaró luego de haber tomado pruebas de ADN, eso fue lo que le permitió a los investigadores comprobar que era un humano.

Además, el cuerpo tendría más de 500 años y provendría de pueblos originarios chilenos. Sin embargo, pese a descartar la versión extraterrestre, sigue siendo un misterio en la comunidad científica dado que presenta mutaciones nunca antes vistas ni asociadas a ninguna enfermedad conocida, según publicó Los Andes.