La historia de Bautista Rivadeneira emociona. El pequeño tucumano nació prematuro, con ocho meses de gestación. “Se enfermaba todos los meses. No se cumplía el mes y ya estábamos de nuevo en el Hospital de Niños. Hasta que a los tres añitos le hicieron los controles y a la doctora le llamaba la atención que no crecía de talla”.

El medio El Tucumano, dialogó con su mamá Yanina y contó con detalles los obstáculos que tiene que pasar Bauti. "Le faltaba la hormona de crecimiento que también le faltaba a Messi. Nunca tuvo problemas para caminar, pero ahora a sus 6 añitos tiene la misma estatura que su hermanito de tres: casi un metro".

“El tratamiento que le daban eran unas gotas que suspendió por el tema de la pandemia. El Hospital de Niños dejó de dar turnos y tengo una obra social privada que para qué te voy a contar lo que me hace renegar. Recién tengo turno con la obra social en diciembre y dentro de tres meses en el Hospital de Niños. No puede esperar tanto: tiene que ir a Córdoba”, pide Yanina, mientras su pequeño Messi comienza a preparar el botinero

“Desde chiquito, desde hace dos años, que entrena con el profe Sergio. Al principio tenía miedo porque los veía tan grandes a sus compañeritos que le llevaban dos cabezas, pero después lo superó y a todos los gambeteaba. Es tan chiquito que se escurre y cuando le preguntas qué va a ser cuando sea grande, no duda: ‘Voy a ser el próximo Messi; si Messi pudo, yo también’”.

Aunque Bauti reniegue de la preparación de los actos del jardín de infantes de fin de año porque solo quiere estar con la pelota, cumple con sus tareas y, ahí sí: en los tiempos libres, todo el tiempo mira videos del gran crack argentino, de su ídolo, de ese chico que tuvo los mismos problemitas de crecimiento de él hasta que a los 12 años el Barcelona se hizo cargo y creció hasta lo que es hoy.

“Claro que no tiene ni nunca le haríamos sentir cualquier tipo de presión por su futuro. Lo que sí te puedo decir es que mi hijo es muy valiente, muy corajudo: todos los meses me caía internado, casi se me lo muere, hasta que hemos empezado a orar, han ido dos pastores a mi casa y nunca más me lo ha enfermado de nuevo. Antes le daba vergüenza y pedía: ‘No me digan enano’. Pero también superó eso y ya no le molesta porque se lo dicen con cariño”.

Cuando de coraje habla Yanina sobre su hijo es porque lo ve en la cancha las tres veces a la semana que lo lleva a entrenarse en El Colmenar FC: “Lo golpean mucho al ser tan corajudo. La semana pasada le ha quitado la pelota al arquero, gordito, grandote, le ha hecho el gol, le han pegado y se ha quedado sin aire. Casi me largo a llorar. Después le han pegado una patada, pero le han puesto el aerosol y pidió volver a jugar. Él es así: tiene ese carácter”.

Por último, Yanina les envía un mensaje a todas las mamás tucumanas que tienen a su hijo con quizás un caso parecido al de su hijo: “Les digo que no se rindan: por más que vean la diferencia de estatura, que los apoyen a seguir siendo ellos mismos y a que persigan sus sueños. Si les dicen ‘enanos’ es parte de lo que hay que cambiar, pero después pasa. Mi hijo ha pasado por un montón de cosas a sus 6 añitos y aquí está: listo para ir a entrenar, para jugar a la pelota, para hacer un gol, para seguir los pasos de su ídolo”.